Rosario Avilés | Opinión Martes 31 de Agosto, 2010 | Hora de modificación: 02:38
"POR NO PODER ATENDER traspaso bonita Línea Aérea, 89 años de antigüedad. Para hacerse cargo de ella se requiere ser empresario —de verdad, no financiero metido a empresario—, serio, trabajador, con disposición para estar al lado de los trabajadores hombro con hombro, dispuesto a conocer de una industria compleja que no es como hacer tornillos y sobre todo, que piense en el largo plazo, que no quiera ganar en un año lo mismo que en el casino y que quiera a este país más de lo que lo quieren sus gobernantes.
“Que su palabra valga y sea su mayor activo; que piense en las grandes ligas y esté dispuesto a invertir en el largo plazo para que en unos años tengamos una infraestructura grande, competitiva, con trabajadores bien pagados y generadora de ingresos por su alto valor agregado. Improvisados abstenerse”.
Mexicana de Aviación se debate entre la vida y la muerte. Y más allá de lo que los Chicago Boys quisieran, es mentira que en sustitución de ella vendrían aerolíneas estadunidenses a hacerse cargo de las rutas nacionales. Sólo vendrían —y ya lo están haciendo— a operar aquellos mercados que sí son interesantes y el resto se quedarán o bien sin operadores o bien, en manos de las aerolíneas actuales.
Esto implica que —a querer o no— Aeroméxico sería la gran aerolínea nacional y que Volaris e Interjet estarían compitiendo por quedarse con el mercado de Mexicana para volver a establecer el mismo modelo que antes, sólo que —como el Doctor Simi— más barato y más chafa.
Analizando con seriedad el panorama, lo que está ocurriendo en la aviación es una muestra fiel de lo que ocurren en el país: a pasos acelerados estamos acercándonos al inframundo del que queríamos salir hace unos años. Si en algún momento pensamos que podríamos sortear los obstáculos y a través de la educación, la movilidad social y las oportunidades de empleo generadas por la diversificación de nuestras exportaciones, lograríamos entrar en el club de los países emergentes, al estilo BRIC, nos equivocamos del todo.
Lejos de avanzar, México ha retrocedido; lejos de mejorar, ha empeorado; lejos de ser más competitivo, hoy estamos muchos escalones debajo de nuestro propio récord. En lugar de dar más y mejores empleos, disminuimos las oportunidades y parece que tenemos una loca carrera por demeritar lo que hacemos, por degradar nuestra capacidad y por devaluar los salarios de nuestros profesionales.
Podemos tener al hombre más rico del mundo, pero a costa de 60 millones de los más pobres. Como si fuera un insulto, personajes que ganan millones por una transacción en bolsa lanzan fuego contra quienes desean tener un salario digno y acorde con sus responsabilidades.
Nos ufanamos de tener un presupuesto para una entelequia como es la Agencia del espacio…¿para qué queremos una agencia del espacio si ni siquiera sabemos gestionar nuestro propio espacio aéreo, nuestra aviación mexicana, nuestros cielos nacionales?
Se destinaron recursos para hace una “Estela de Luz” (?) emblemática del Bicentenario, la cual no sólo no estará lista en este aniversario sino que costará casi el doble de su presupuesto original. Pero les parecer un sacrilegio pensar en requisar una empresa como Mexicana que significa ocho mil empleos directos y más de 12 mil indirectos, además de que genera alrededor de 700 millones de dólares en impuestos y seis mil 500 millones de dólares en divisas cada año. Eso se llama hipocresía y cinismo.
Para tratar de ser optimistas —y ojalá este gobierno se haga merecedor de tal esperanza— las cosas están tan mal que este es justo el momento en que pueden empezar a mejorar sustancialmente. Han llegado a tal nivel de destrucción que casi cualquier cosa que hagan a favor de la aviación mexicana los vestiría de gloria para siempre.
Este —y si no es ahora no será nunca— sería el momento de replantear toda la política de transporte aéreo y empezar a llamar a las cosas por su nombre: que Toluca fue el trampolín para Volaris e Interjet a costa del erario público (¿por qué con ellos sí se vale que el Estado gaste recursos?); que Grupo Posadas se fue con el santo y la limosna; que Tenedora K es la continuación de la película y que el gobierno mexicano, la SCT, se niegan a cumplir con su papel constitucional: garantizar la prestación del servicio, establecer reglas claras de operación para que existan dueños y no jugadores de ruleta y exigir que el dueño —el que sea— tenga un plan de negocios de largo plazo y la capacidad de llevarlo adelante.
Claro que, para que ello ocurriese, sería necesario que hubiese conciencia de la emergencia en la que estamos. ¿Hay alguien ahí?
raviles_2@prodigy.net.mx
"POR NO PODER ATENDER traspaso bonita Línea Aérea, 89 años de antigüedad. Para hacerse cargo de ella se requiere ser empresario —de verdad, no financiero metido a empresario—, serio, trabajador, con disposición para estar al lado de los trabajadores hombro con hombro, dispuesto a conocer de una industria compleja que no es como hacer tornillos y sobre todo, que piense en el largo plazo, que no quiera ganar en un año lo mismo que en el casino y que quiera a este país más de lo que lo quieren sus gobernantes.
“Que su palabra valga y sea su mayor activo; que piense en las grandes ligas y esté dispuesto a invertir en el largo plazo para que en unos años tengamos una infraestructura grande, competitiva, con trabajadores bien pagados y generadora de ingresos por su alto valor agregado. Improvisados abstenerse”.
Mexicana de Aviación se debate entre la vida y la muerte. Y más allá de lo que los Chicago Boys quisieran, es mentira que en sustitución de ella vendrían aerolíneas estadunidenses a hacerse cargo de las rutas nacionales. Sólo vendrían —y ya lo están haciendo— a operar aquellos mercados que sí son interesantes y el resto se quedarán o bien sin operadores o bien, en manos de las aerolíneas actuales.
Esto implica que —a querer o no— Aeroméxico sería la gran aerolínea nacional y que Volaris e Interjet estarían compitiendo por quedarse con el mercado de Mexicana para volver a establecer el mismo modelo que antes, sólo que —como el Doctor Simi— más barato y más chafa.
Analizando con seriedad el panorama, lo que está ocurriendo en la aviación es una muestra fiel de lo que ocurren en el país: a pasos acelerados estamos acercándonos al inframundo del que queríamos salir hace unos años. Si en algún momento pensamos que podríamos sortear los obstáculos y a través de la educación, la movilidad social y las oportunidades de empleo generadas por la diversificación de nuestras exportaciones, lograríamos entrar en el club de los países emergentes, al estilo BRIC, nos equivocamos del todo.
Lejos de avanzar, México ha retrocedido; lejos de mejorar, ha empeorado; lejos de ser más competitivo, hoy estamos muchos escalones debajo de nuestro propio récord. En lugar de dar más y mejores empleos, disminuimos las oportunidades y parece que tenemos una loca carrera por demeritar lo que hacemos, por degradar nuestra capacidad y por devaluar los salarios de nuestros profesionales.
Podemos tener al hombre más rico del mundo, pero a costa de 60 millones de los más pobres. Como si fuera un insulto, personajes que ganan millones por una transacción en bolsa lanzan fuego contra quienes desean tener un salario digno y acorde con sus responsabilidades.
Nos ufanamos de tener un presupuesto para una entelequia como es la Agencia del espacio…¿para qué queremos una agencia del espacio si ni siquiera sabemos gestionar nuestro propio espacio aéreo, nuestra aviación mexicana, nuestros cielos nacionales?
Se destinaron recursos para hace una “Estela de Luz” (?) emblemática del Bicentenario, la cual no sólo no estará lista en este aniversario sino que costará casi el doble de su presupuesto original. Pero les parecer un sacrilegio pensar en requisar una empresa como Mexicana que significa ocho mil empleos directos y más de 12 mil indirectos, además de que genera alrededor de 700 millones de dólares en impuestos y seis mil 500 millones de dólares en divisas cada año. Eso se llama hipocresía y cinismo.
Para tratar de ser optimistas —y ojalá este gobierno se haga merecedor de tal esperanza— las cosas están tan mal que este es justo el momento en que pueden empezar a mejorar sustancialmente. Han llegado a tal nivel de destrucción que casi cualquier cosa que hagan a favor de la aviación mexicana los vestiría de gloria para siempre.
Este —y si no es ahora no será nunca— sería el momento de replantear toda la política de transporte aéreo y empezar a llamar a las cosas por su nombre: que Toluca fue el trampolín para Volaris e Interjet a costa del erario público (¿por qué con ellos sí se vale que el Estado gaste recursos?); que Grupo Posadas se fue con el santo y la limosna; que Tenedora K es la continuación de la película y que el gobierno mexicano, la SCT, se niegan a cumplir con su papel constitucional: garantizar la prestación del servicio, establecer reglas claras de operación para que existan dueños y no jugadores de ruleta y exigir que el dueño —el que sea— tenga un plan de negocios de largo plazo y la capacidad de llevarlo adelante.
Claro que, para que ello ocurriese, sería necesario que hubiese conciencia de la emergencia en la que estamos. ¿Hay alguien ahí?
raviles_2@prodigy.net.mx