05 abril 2020

Cuando “rotar” no es suficiente


Cuando “rotar” no es suficiente

Uno como trabajador se pregunta ¿qué es lo mejor para mí?, pedir un permiso sin goce sueldo, rotar, entrar a un paro técnico, que me rebajen el salario o que me pida la empresa de manera “amable” renuncie de forma voluntaria.

En los tiempos que corren, nos encontramos con una pandemia que hace estragos en el mundo aeronáutico, orillando a que muchas aerolíneas hayan bajado la cortina ante esta crisis.

Esto se traduce en algo muy trágico para quienes trabajan en la industria aeronáutica, quienes buscan diferentes modelos para sortear lo mejor posible la crisis sanitaria.

Históricamente el esquema de rotación en la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA, por sus siglas), ha sido la salvación de fuentes de empleo; procedo a explicar cómo se estuvo aplicando en el pasado.

En 1994, a raíz del “error de diciembre” las aerolíneas Mexicana de Aviación y Aeroméxico se vieron comprometidas económicamente, y una de las opciones que pusieron en la mesa fue recortar trabajadores, y me refiero específicamente a los sobrecargos. Finalmente, el gremio y las empresas optaron por “la rotación” y evitar el despido de los trabajadores.

Pero ¿qué es una rotación?, ¿es lo que un juez llamaría “paro técnico”?, ¿en qué consiste? Vamos con calma, para mejor entendernos, definiendo cada concepto.

El paro técnico no está claramente definido en nuestra ley laboral, pero es un procedimiento de emergencia por el que una empresa modifica o suspende temporalmente las relaciones laborales previamente establecidas con sus trabajadores con la finalidad de reducir costos en un escenario de crisis derivado de factores externos o internos que ponen en riesgo su viabilidad.

Es decir, el fin primordial es preservar el empleo y la fuente de trabajo. En la práctica se lleva a cabo mediante acuerdos entre empleador y empleados en los que, dependiendo de la naturaleza de la empresa, deciden suspender temporalmente las actividades de los empleados y liberan al empleador de la obligación de pagar salarios, o bien el acuerdo puede ser la reducción de las jornadas de trabajo con el pago proporcional de las horas efectivamente laboradas.

El paro técnico es una fórmula que funciona muy bien en las empresas manufactureras y de producción en serie, como la automotriz, refresqueras, de alimentos o ensambladoras. En cada hora y día que paran, puede contabilizarse lo que dejaron de producir con muy poco margen de error. El tejido fino que debe hacer la empresa es el análisis para instrumentar su aplicación, determinar cuáles son las áreas a las que se va a dirigir, para que el ahorro total salve a la empresa. Dichas áreas deben ser de tal naturaleza que su “paro” no represente mayores riesgos ni para la operación, ni para la viabilidad del centro de trabajo. Desde el punto de vista económico, se debe considerar que la suma total que resulta de la disminución del pago de los salarios y la del ahorro derivado del pago proporcional de las cuotas obrero-patronales ante el IMSS sea tan trascendental, que genere el ahorro esperado para evitar que se llegue a la reducción de personal.

El mundo de la aviación, y refiriéndome concretamente al gremio de los sobrecargos, es evidente que tiene naturaleza, dinámica y logísticas diferentes. Por eso lo más parecido al “paro técnico” es lo que históricamente se ha denominado “Esquema de rotación”, híbrido, por llamarlo de alguna manera; veamos un ejemplo para tener claridad al respecto.

Supongamos que ante una contingencia fortuita e inesperada, una empresa ficticia que llamaré “Aeroméxico”, propone el recorte de 100 sobrecargos de su plantilla total de 1000. Entonces el sindicato convoca a asamblea a sus agremiados para proponer el esquema de “rotación”, que consistirá en que esos 100 sobrecargos, en lugar de ser corridos y perder su empleo, no volarán durante un mes y dejarán de percibir el salario que paga la empresa por ese espacio de tiempo. La diferencia radica en que los 900 sobrecargos restantes, que siguen volando, aportarán una cierta cantidad para que a través del sindicato los 100 tripulantes “bajados de vuelo”, reciban una cantidad de dinero, lo más parecido a su salario regular, y puedan subsistir por un mes, pues al siguiente regresarán a volar. Se le llama “rotación”, porque al siguiente mes será otro grupo de 100 sobrecargos los que “bajarán de vuelo”, pero en las mismas condiciones que los primeros.

En la empresa ficticia que acabo de crear, la asamblea acordó varios puntos importantes sobre las reglas de la rotación, en función de la certeza y transparencia que dé confianza a sus agremiados:

1.- El tiempo preciso que durará que la rotación.

2.- Que la rotación será por escalafón general, de abajo hacia arriba.

3.- Que independientemente de que cada trabajador conoce su número de escalafón, cada mes será publicada la lista de los 100 sobrecargos que entran a rotación.

4.- Se establecieron las causas válidas por las que se puede “modificar” el orden de la rotación, por ejemplo, en el caso de que a un matrimonio de sobrecargos les tocara rotar el mismo mes, casos de incapacidad médica, o bien de que el sobrecargo en cuestión requiriera rotar dos meses seguidos, etc.

5.- El compromiso rotundo y sin vacilar de la representación sindical de que ninguno de los agremiados será recortado.

Como pueden observar queridos lectores, en la “rotación” hay un claro ejemplo de la empatía y solidaridad por parte de los trabajadores con su gremio. Es de subrayarse lo loable y plausible de esta dinámica donde se apoya la petición de la empresa para ahorrar, sin que los trabajadores sean los que tengan que pagar. Un ejercicio que debe ser transparente y democrático. Un ejercicio en el que se hacen efectivos los derechos y prerrogativas propios de una vida sindical.

Sin embargo, y ustedes lo saben, la fantasía literaria que acabo de plasmar dista muchísimo de lo que en realidad está sucediendo hoy en Aeroméxico. En esta ocasión, el esquema de rotación que se aprobó en la última asamblea llevada a cabo por ASSA, fue todo, menos un ejercicio loable y digno de aplaudir.

No es precisamente placentero, pero sí muy necesario. Procedo a desmenuzar la “propuesta de rotación” que se aprobó por la Asamblea General de ASSA el pasado 17 de Marzo de 2020. ¿Me acompañan?

Estamos en un salón del Hotel Fiesta Americana Reforma; a todos nos han entregado guantes de látex y cubrebocas; la representación sindical está sentada en espera de que los sobrecargos ocupemos los lugares; poco a poco nos vamos sentando en las sillas y esperamos la hora para la primera y segunda convocatoria y así entrar de lleno a la asamblea.


Comienza la explicación por parte de la representación acerca de la situación por la cual está atravesando la empresa Aeroméxico, y anuncian la propuesta de la misma, que era recortar 1,360 sobrecargos. El Secretario General de ASSA declara que eso no lo permitirá, y procede a explicar la contrapropuesta al recorte.

Partiendo del hecho que la plantilla de sobrecargos de la empresa se encuentra integrada al día de hoy por 2,720, propuso que por cada mes rotaran grupos de 900 sobrecargos. Según esa información, pasarían dos meses antes de que el mismo grupo volviera a rotar. Es decir, un sobrecargo rotaría “un mes, y dos meses no”.

Hasta aquí la contrapropuesta no sonaba tan descabellada. No obstante, en este nuevo esquema, el líder anunció que la empresa estaría pagando su parte proporcional de las aportaciones al IMSS, del Seguro de Gastos Médicos Mayores, y de la cuota sindical, pero (y es el pero más importante) no habrá “aportación” entre el resto de los trabajadores para crear una bolsa que cubra y garantice el ingreso de los sobrecargos que “bajen de vuelo”.

Aclarado el punto, el líder sindical prosigue en su exposición y anuncia que en un eventual caso, podría requerirse que rotara hasta la mitad de la planta, es decir 1,360 sobrecargos. 



La asamblea continúa y quien encabeza el sindicato avisa que la rotación no se hará con el escalafón general, sino por categoría: Segundos y Ejecutivos. Una noticia más, que se señala como una medida necesaria para afrontar la contingencia económica por la que atraviesa la empresa: el receso para los vuelos transoceánicos será de 24 horas y sin pago.

Vaya!, y con estupor los asistentes piensan “esto no puede empeorar”. Oh sorpresa!, nuestro líder toma el micrófono y de manera atropellada expresa el acuerdo que se someterá a votación; pregunta ¿quién está de acuerdo?, y todos volteamos a vernos, los rostros de incredulidad son los más y no sabemos si levantar la mano o no. El líder, con el rostro desencajado por el impasse, aclara la garganta y pregunta de forma peculiar ¿quién no está de acuerdo?, unas pocas manos se levantan dubitativas. Entonces nuestro representante sindical vuelve a pedir la votación por la afirmativa: ¿sí están de acuerdo en rotar?, pero ahora su tono de su voz es amenazante. Unos cuantos levantan tímidamente la mano y así la mantienen así hasta que todos finalmente la levantamos sin entender muy bien lo que está pasando. El micrófono en manos del Secretario General registra la exhalación de breve suspiro, e inmediatamente le pide a la Comisión de Vigilancia el número de votos, para poder sentenciar “aprobado por unanimidad”.

Amables lectores, en esta asamblea sindical no se abordó más el tema de la rotación. Sin embargo conforme pasaron los días dos cosas quedaron patentes en el escenario: nula información por parte del sindicato y una perenne negativa a hacer pública la lista de los sobrecargos que comenzarían a rotar el 1° de abril. Pocos días antes de que terminara el mes de marzo, el sindicato sacó una circular informando que de manera individual a cada sobrecargo le llegaría directamente a su iPad la información de si debía rotar ese mes, o no. Con este método, además de incertidumbre laboral, se genera una gran opacidad con respecto a quien rotará y quien no.

Pero aquí no acaba la historia. La primer sorpresa fue que no rotarían únicamente los 900 sobrecargos conforme al acuerdo de asamblea; ni siquiera la mitad de la planta como dejó entre ver el Secretario General, es decir 1,360 sobrecargos. ¡No!, a escasos días del comienzo de este nuevo “esquema de trabajo”, la cabeza de ASSA dio a conocer que rotará el 68% de la plantilla, lo que se traduce a 1,849 sobrecargos.

Como si todo esto no fuera suficientemente devastador, la segunda sorpresa la traía el líder sindical debajo de la manga, y era el aviso de que los sobrecargos rotarán “un mes sí y un mes no”, trastocando por completo el acuerdo tomado en asamblea, que marcaba que se rotaría un “mes sí y dos no”.

A los asistentes a la asamblea en cuestión se les preguntó ¿rotamos o no? Pero las condiciones planteadas ese 17 de marzo son totalmente diferentes a las que se presentaron después. El esquema que está ejecutando la empresa Aeroméxico con la venia del Sindicato no es aquel ejercicio solidario para mantener las fuentes de empleo, en el que todos cooperaban para que aquellos que estuvieran un mes rotando, pudieran llevar pan a su casa. Hoy al interior del gremio existen opiniones de todo tipo, desde las que piensan que la rotación debió de hacerse estrictamente bajo el escalafón general y no por categorías, y también hay otras que claman por un recorte de la sobrada planta.

En fin, lo que debería ser solidaridad entre los trabajadores, se está diluyendo en las miasmas de un pésimo esquema de “rotación”, que no salvará a los sobrecargos de Aeroméxico de la guadaña del recorte. No lo digo haciendo contacto con mis sentimientos. 

Me veo obligada a ser fría y calculadora. Lo hago con la experiencia adquirida en el Conflicto de Naturaleza Económica, en el que después de muchos años de litigio la Suprema Corte de Justicia de la Nación nos dio la razón a un grupo de sobrecargos y le ganamos a la empresa Mexicana de Aviación, demostrando que no era nuestro salario y prestaciones los que afectaban las finanzas de la empresa. En este caso, lo que Aeroméxico pueda ahorrar con la rotación del 68% de sus sobrecargos no va a sanear las finanzas de una empresa que sigue sin aviones, que cada día cancela más rutas, que sigue esperando que el gobierno la rescate y que confía en que la pandemia del COVID 19 se va a terminar en un mes.

Lo digo con el corazón en la mano, por mis compañeros, espero estar equivocada en este análisis.

Ximena Garmendia
5 de abril 2020