Aerolíneas a la orilla del abismo
Poder y Dinero
Federico II (1712-1786) Emperador de Prusia.
A finales del año pasado a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, se negoció un acuerdo bilateral con Estados Unidos de Servicios Aéreos. En los últimos lustros, el gobierno del vecino del norte buscó tener los cielos abiertos en México, con lo que se abre un abanico de competencia. Arrasar, en pocas palabras, a las aerolíneas mexicanas, totalmente debilitadas, sobre todo tras la quiebra de Mexicana de Aviación.
Sin embargo, son dos mercados indiscutiblemente diferentes. Y, no se trata de proteger a las empresas mexicanas que no son competitivas, sino de analizar la conveniencia de ese acuerdo que entrará en vigor el año próximo.
Las aerolíneas nacionales transportan 49 millones de pasajeros mientras que las estadounidenses transportan 787 millones, casi 15 veces más. Las empresas mexicanas realizan 148 mil vuelos internacionales al año y los vecinos 902 mil operaciones, lo que implica 6 veces más.
Ante la inminencia de la firma del acuerdo, las empresas mexicanas Volaris, Interjet y Aeroméxico, demandaron inmunidad antimonopolio, para poder competir con las estadounidenses.
United Airlines vuela a más destinos en México que la mayor parte de las aerolíneas mexicanas, además, nuestro país tiene una flota de 318 aeronaves comerciales, mientras que en Estados Unidos sólo Delta cuenta con una flota de 745 aeronaves y American Airlines cerca de mil. La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo.
Los líderes sindicatos y de colegios del sector aéreo pidieron respetar la temporalidad, gradualidad y reciprocidad pues son principios internacionales de la Organización de Aviación Civil Internacional para que las empresas aéreas mexicanas puedan estar en condiciones de liberalizar los cielos a otros países.
Sin embargo, los negociadores mexicanos cayeron en la misma trampa que el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Para México se le da calidad de Tratado, que constitucionalmente es mandato de ley federal, mientras que en Estados Unidos es un Acuerdo, que necesita de la aprobación de cada uno de los Estados de la Unión Americana.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes firmó con Estados Unidos un acuerdo bilateral de servicios aéreos. En pocas palabras abrir los cielos mexicanos sin la reciprocidad suficiente. Es una buena noticia porque sin autorizar cabotaje ni cielos aéreos, sí habrá una mayor flexibilidad en las llamadas 3ª y 4ªs libertades aéreas para el transporte bilateral de carga y pasajeros.
Con estas modificaciones, que entrarán en vigor a partir de 2016, se eliminarán las restricciones que enfrentaban las líneas áreas de autorizaciones por pares de ciudades que implicaba que las rutas entre México y Estados Unidos sólo podían ser cubiertas por dos aerolíneas mexicanas y dos de Estados Unidos.
El equipo de negociadores mexicanos, encabezado por Gilberto López Meyer, director general de Aeronáutica Civil y Alejandro Argudín, director general del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, dejaron que Aeroméxico, que preside Eduardo Tricio, con su socio Delta, será en un inicio las únicas que se beneficien del ATI si —como se espera— reciben autorización del DOT, pero habrá mayor certidumbre para las otras aerolíneas que concreten alianzas comerciales.
Aunque es un tema muy técnico, es claro que las empresas mexicanas quedan en desventaja. Las compañías estadounidenses tienen una infraestructura que arrasará fácilmente el mercado mexicano, donde nuestras empresas apenas alcanzan el cubrir el territorio mexicano.
Ya lo veremos y volaremos.