La pista del dinero
Rosario Avilés | Opinión 2011-03-15 | Hora de creación: 21:27:18| Ultima modificación: 02:44:25
a congruencia no parece ser una de las mejores virtudes de los miembros del gabinete presidencial. En palabras coloquiales, el síndrome de la Chimoltrufia (el famoso “como digo una cosa digo la otra”) ha sido uno de los males que más ha afectado la credibilidad de las acciones de gobierno, además –por supuesto- de la falta de actuación en cosas verdaderamente torales y la ineficacia en las que sí se han realizado. Casi nada.
Uno de los ejemplos más claros es el secretario de Trabajo. En el tema de Mexicana de Aviación, tanto dice un día que no hay más que la quiebra, como otro declara que hay que “morirse en la raya” por evitarla. Para ambas afirmaciones tiene suficientes datos y argumentos.
En lo que tiene toda la razón es en decir que “lo único” que le falta a Mexicana para poder volver a volar es dinero. Para ser exactos 250 millones de dólares que, de inicio, le den el combustible suficiente para despegar y nivelar el vuelo.
Hace días un lector pedía una breve explicación acerca de las razones que tienen a Mexicana en la situación en que se encuentra. Y, en efecto, han sido tantas las cosas que se han dicho y tan poco lo que se ha informado de verdad, que no es extraño que a estas alturas nadie tenga claro qué pasó.
En palabras simples —y corremos el riesgo de ser simplistas— el problema empezó en el 2005 cuando el gobierno federal decidió poner a la venta las dos empresas troncales (Aeroméxico y Mexicana, cada una con sus filiales) por separado y al mismo tiempo otorgar autorizaciones de operación a quien solicitara permiso para tener una aerolínea.
El caos generado y la ausencia de rumbo en la política aérea han hecho el resto. Mexicana, adquirida por Grupo Posadas, fue sometida a un proceso de desmantelamiento de activos para crear un nuevo grupo que, como en el caso Enron, fue la fachada de una serie de operaciones opacas que culminaron en un caos financiero.
Mientras en el discurso se hablaba de bonanza, se abrían rutas, se gastaba en marketing, se solicitaban créditos apalancados con los escasos activos que fueron quedando y el dinero dejó de fluir directamente a la cuenta de la aerolínea. Desde luego que es imposible que una empresa —la que sea— pueda ser viable si se aumentan sus egresos y se reducen sus ingresos.
Una vez que la vaca fue ordeñada e hipotecada varias veces su valor, el grupo propietario declaró que los trabajadores eran los directamente responsables de la situación. Como no existe autoridad que explique la verdad, este axioma ha sido el eslogan favorito de voceros interesados y sus cajas de resonancia.
Incapaz de hacer frente a la verdad y a la inminencia de los pagos, Grupo Posadas puso la empresa en concurso mercantil y despareció del mapa. El gobierno federal, representado en ese momento por el secretario de Comunicaciones, Juan Molinar Horcasitas, omitió la única medida que pudo haber salvado a Mexicana de manera integral: declarar la requisa, que le hubiera permitido a la aerolínea continuar volando y/ o nombrar un administrador que se asegurara de que esto se cumpliera.
De ahí a la fecha las cosas empeoraron. Las acciones pasaron de Posadas a Tenedora K con una velocidad que —al menos— causa suspicacias, sobre todo porque esa razón social creada al vapor no ha invertido más que palabras y tiene en sus manos el destino de 8 mil trabajadores y de la Primera Línea Aérea de Latinoamérica, que todavía —seis meses después— no inicia sus operaciones.
Dicen que ahora sí habrá marcaje personal para que las autoridades se aseguren de que el grupo al que se transfieran las dichosas acciones tenga la capacidad técnica, legal, financiera y operativa para garantizar que Mexicana se mantenga en vuelo.
Lo único que nadie ha dicho es quién es —Y POR QUÉ— el responsable verdadero de esta situación que afecta a miles de mexicanos y sus familias. Si este gobierno quiere empezar a ser opción real para los ciudadanos, debería empezar por ahí. Sigan la pista del dinero que lo demás fluirá solito, porque donde hay transparencia, rendición de cuentas y funcionarios responsables, hay inversionistas que arriesgan su dinero.
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-03-15 | Hora de creación: 21:27:18| Ultima modificación: 02:44:25
a congruencia no parece ser una de las mejores virtudes de los miembros del gabinete presidencial. En palabras coloquiales, el síndrome de la Chimoltrufia (el famoso “como digo una cosa digo la otra”) ha sido uno de los males que más ha afectado la credibilidad de las acciones de gobierno, además –por supuesto- de la falta de actuación en cosas verdaderamente torales y la ineficacia en las que sí se han realizado. Casi nada.
Uno de los ejemplos más claros es el secretario de Trabajo. En el tema de Mexicana de Aviación, tanto dice un día que no hay más que la quiebra, como otro declara que hay que “morirse en la raya” por evitarla. Para ambas afirmaciones tiene suficientes datos y argumentos.
En lo que tiene toda la razón es en decir que “lo único” que le falta a Mexicana para poder volver a volar es dinero. Para ser exactos 250 millones de dólares que, de inicio, le den el combustible suficiente para despegar y nivelar el vuelo.
Hace días un lector pedía una breve explicación acerca de las razones que tienen a Mexicana en la situación en que se encuentra. Y, en efecto, han sido tantas las cosas que se han dicho y tan poco lo que se ha informado de verdad, que no es extraño que a estas alturas nadie tenga claro qué pasó.
En palabras simples —y corremos el riesgo de ser simplistas— el problema empezó en el 2005 cuando el gobierno federal decidió poner a la venta las dos empresas troncales (Aeroméxico y Mexicana, cada una con sus filiales) por separado y al mismo tiempo otorgar autorizaciones de operación a quien solicitara permiso para tener una aerolínea.
El caos generado y la ausencia de rumbo en la política aérea han hecho el resto. Mexicana, adquirida por Grupo Posadas, fue sometida a un proceso de desmantelamiento de activos para crear un nuevo grupo que, como en el caso Enron, fue la fachada de una serie de operaciones opacas que culminaron en un caos financiero.
Mientras en el discurso se hablaba de bonanza, se abrían rutas, se gastaba en marketing, se solicitaban créditos apalancados con los escasos activos que fueron quedando y el dinero dejó de fluir directamente a la cuenta de la aerolínea. Desde luego que es imposible que una empresa —la que sea— pueda ser viable si se aumentan sus egresos y se reducen sus ingresos.
Una vez que la vaca fue ordeñada e hipotecada varias veces su valor, el grupo propietario declaró que los trabajadores eran los directamente responsables de la situación. Como no existe autoridad que explique la verdad, este axioma ha sido el eslogan favorito de voceros interesados y sus cajas de resonancia.
Incapaz de hacer frente a la verdad y a la inminencia de los pagos, Grupo Posadas puso la empresa en concurso mercantil y despareció del mapa. El gobierno federal, representado en ese momento por el secretario de Comunicaciones, Juan Molinar Horcasitas, omitió la única medida que pudo haber salvado a Mexicana de manera integral: declarar la requisa, que le hubiera permitido a la aerolínea continuar volando y/ o nombrar un administrador que se asegurara de que esto se cumpliera.
De ahí a la fecha las cosas empeoraron. Las acciones pasaron de Posadas a Tenedora K con una velocidad que —al menos— causa suspicacias, sobre todo porque esa razón social creada al vapor no ha invertido más que palabras y tiene en sus manos el destino de 8 mil trabajadores y de la Primera Línea Aérea de Latinoamérica, que todavía —seis meses después— no inicia sus operaciones.
Dicen que ahora sí habrá marcaje personal para que las autoridades se aseguren de que el grupo al que se transfieran las dichosas acciones tenga la capacidad técnica, legal, financiera y operativa para garantizar que Mexicana se mantenga en vuelo.
Lo único que nadie ha dicho es quién es —Y POR QUÉ— el responsable verdadero de esta situación que afecta a miles de mexicanos y sus familias. Si este gobierno quiere empezar a ser opción real para los ciudadanos, debería empezar por ahí. Sigan la pista del dinero que lo demás fluirá solito, porque donde hay transparencia, rendición de cuentas y funcionarios responsables, hay inversionistas que arriesgan su dinero.
raviles_2@prodigy.net.mx