Antifaces
y personajes ocultos
Lo más
famoso del carnaval veneciano son sus disfraces y máscaras, y aunque con
algunas intermitencias, hace diez siglos que se celebra, siendo hoy imagen inequívoca
y prestigiosa de Venecia, en todo el mundo. Hoy, queridos lectores, no voy a
invitarlos a un carnaval en Venecia, pero sí voy a narrarles una historia en la
que los antifaces y las personalidades ocultas son los protagonistas.
Hoy, 28
de agosto, se cumplen 11 años de que la aerolínea más antigua del país dejara
de volar: Compañía Mexicana de Aviación. Así de ambiguo “dejara de
volar”. Y es que no puedo decir que fue liquidada, quebrada o desaparecida,
porque nada de eso ha pasado. La decisión de que fuera “bajada de vuelo” la tomo el propio Poder Ejecutivo, encabezado
entonces por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa; decisión que fue ejecutada por
los Secretarios de Estado Juan Molinar Horcasitas al frente de la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes, y Javier Lozano Alarcón entonces titular de la
Secretaría del Trabajo y Previsión Social. El disfraz legal tiene un nombre:
venta entre particulares de las acciones de Nuevo Grupo Aeronáutico, por la
cantidad de mil pesos, entre Grupo Posadas y Tenedora K. Una semana después,
Mexicana de Aviación dejó de surcar los cielos, dejando trunca e inconclusa una
historia que llevaba 89 años escribiéndose.
Seguramente
es una idea que han leído muchas veces, palabras más, palabras menos. Pero,
¿qué hay detrás del párrafo anterior?, pues un verdadero carnaval veneciano con
disfraces, máscaras y antifaces. Una historia completa de entramados, farsas, pagos
de favores, corruptelas de todo tipo, intrigas y amenazas. Precisamente una
amenaza fue la que Juan Molinar Horcasitas había proferido un año antes en las
oficinas de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Corría el mes
de junio de 2009, estábamos saliendo de la pandemia provocada por el virus AH1N1;
el titular de la SCT citó a los dirigentes de los sindicatos que tenían
contratación colectiva con las dos principales aerolíneas del país: Mexicana de
Aviación y Aeroméxico, para “anunciarles” que el mercado aeronáutico no
tenía cabida para dos aerolíneas bandera y que una debería desaparecer.
Tal
anuncio fue tomando con reservas y mucho escepticismo. Era difícil creer que un
gobierno estuviera jugando sus cartas de una forma tan cínica. Además, Mexicana
de Aviación tenía finanzas sanas gracias a la adquisición de un crédito recién
contratado con Bancomext; en cambio los números de su competidor Aeroméxico
estaban en rojo. Por lo tanto, entre los representantes de la Asociación
Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), no hubo duda de que la quiebra
aparecía en el horizonte de la aerolínea del Caballero Águila.
Sin
embargo, todo era una contradanza perversamente planeada unos años atrás, desde
las entrañas mismas de los gobiernos panistas. Al centro figuró Andrés Conesa
Labastida, quien había portado el antifaz de Director de Cintra, pero una vez que
Gastón Azcárraga compró Mexicana de Aviación en 2005, cambió de antifaz y se puso
el de Director de Aeroméxico. ¿Conflicto de intereses? Para nada, por eso se
usan máscaras.
La
segunda parte de esa danza macabra sucedió dos años después, en 2007 cuando Aeroméxico
fue comprada, ya bajo el gobierno de Calderón, por un personaje con el antifaz de propietario de Banamex,
José Luis Barraza, que al mismo tiempo usaba la máscara de miembro del Consejo
Coordinador Empresarial. Como usaba ambos de manera indistinta, la autoridad nunca
se percató que el banco que estaba impedido de adquirir Aeroméxico por ser parte
de la panza del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBABROA), del cual el
mismo José Luis Barraza se vio beneficiado.
Eso en el
escenario, pero tras bambalinas también pasaban cosas, y ningún dato es menor.
Fuera de los reflectores encontramos a otro personaje, este llamado Javier
Arrigunaga Gómez del Campo, que usó tres antifaces muy significativos: uno como
primo de Margarita Zavala, que en ese momento era la “primera dama” del país;
también usaba otro muy colorido por ser Presidente del Consejo de
Administración de Aeroméxico, y que le quedaba muy bien pues era de la misma
medida de otro antifaz que había usado un poco tiempo atrás: el de Banamex.
Así es querido lector, el mismo banco que había adquirido la aerolínea del
Caballero Águila.
Y hay que
decirlo, la salida de Banamex de Javier Arrigunaga se dio en medio de un
escándalo de fraude por más de 400 millones de dólares de la empresa
Oceanografía, tal y como se puede consultar en el portal de noticias de
Aristegui, con fecha del 3 de octubre del 2014.
Nada es
casualidad; todo sucede aprovechando las vueltas y piruetas que marca el
momento de detentar el poder político. No es casualidad que este enmascarado
primo haya llegado a Aeroméxico, pues ya desde antes, bajo la capa de
“accionistas minoritarios” estaban instalados los hermanos Zavala Gómez del
Campo, hermanos de Margarita que, a la postre serían el fiel de una balanza que
terminó inclinándose a favor de la línea aérea ya comandada por Andrés Conesa.
Y es que “el
compromiso” de Gastón Azcárraga (ya dueño de Mexicana de Aviación) era con
Vicente Fox, y su sexenio había terminado. Azcárraga fue premiado por el
presidente del cambio porque el hotel Fiesta Americana Reforma fue la casa de
transición que usó el guanajuatense antes de asumir el poder en diciembre de
2000. Ya en otras columnas de este mismo espacio he detallado que la cantidad de
165 millones de dólares, fue lo que “pagó” Gastón por adquirir la aerolínea más
antigua del país y una de las más importantes, cuyo costo era muchas veces más
alto (más de mil millones de dólares su costo real). Una especie de caravana
cortés, de los enmascarados danzantes.
¿A quién
encontramos detrás del antifaz que usó Gastón Azcárraga? En ese momento era el
presidente de Grupo Posadas, el grupo hotelero fundado por su padre Gastón
Azcárraga Tamayo, sobrino de Emilio Azcárraga Vidaurreta y primo de “El Tigre” Emilio
Azcárraga Milmo, conocidos empresarios de telecomunicación del país. O sea que
Azcárraga Andrade es primo de Azcárraga Jean. Familia conocida por ser “soldados
del PRI”.
Desde su
fundación en 1967, Grupo Posadas pasó por una serie de cambios de razón social,
hasta que en el año de 1992 con el apoyo del entonces presidente Carlos Salinas
de Gortari, entraron a cotizar a la Bolsa Mexicana de Valores. Sólo como dato
anecdótico diré que justo en ese momento Grupo Posadas tenía como Director de Financiamiento y relación con
Inversionistas nada más y nada menos que a Gerardo De Prevoisin, que con
anterioridad también había usado el antifaz de Director de Aeroméxico,
máscara que tuvo que dejar al ser declarado penalmente responsable de un fraude
millonario en contra de esa compañía en el año 1994, justo en el cambio de
sexenio. Pero como experto en estas danzas de millones, este personaje jamás
pisó la cárcel y como suele suceder, se encuentra libre después de siete años
de litigio y el pago de una fianza de más de 271 millones de pesos.
Pero eso,
como dije, es solo una anécdota. Después de que Grupo Posadas adquirió a
Mexicana de Aviación en 2006, el grupo hotelero empezó a crecer de manera
exponencial. No dudaron ni un segundo en hacer uso de todas las artes fiscales,
financieras y bursátiles para hacer magia negra con la aritmética, y desviar las
ganancias de la aerolínea a sus hoteles y cargar las pérdidas de su grupo
hotelero a la aerolínea. Parte fundamental de esa ingeniería mercantil del
boyante “empresario mexicano”, era la abaratar al máximo los costos de línea
aérea para cambiar su estatus de línea bandera a un esquema de “bajo costo”,
como las nacientes Volaris, Interjet y VivaAerobus, iniciando desde su llegada
convenios de ahorro (reducción de prestaciones) con diferentes grupos de
trabajadores.
Sus
planes fructificaban, y todo parecía ir viento en popa, hasta que en febrero de
2007 se topó con los sobrecargos, quienes decidieron dar la batalla por
conservar su Contrato Colectivo de Trabajo. No por rijosidad, sino porque consideraban
que “ya habían cooperado con el dueño” en 2005, antes de la compra de la
empresa, al ceder su jubilación para aquellos sobrecargos contratados después
de 1989. Creímos firmemente que ceder a un nuevo “convenio de ahorros” aportar
doble a la empresa era injusto e inequitativo con el resto de los trabajadores (de
otras áreas) que sólo habían aportado una vez.
Aquí
nuestro baile de máscaras se divide en varias pistas simultáneas. Por un lado los
sobrecargos optaron por dirimir esta situación en tribunales. No se amilanaron
cuando Mexicana de Aviación interpuso una demanda de Conflicto Colectivo de
Naturaleza Económica. Al mismo tiempo, y en medio de la pandemia de AH1N1, la
empresa optó por tomar un crédito con el pretexto de “subsanar los estragos de
la pandemia”. Hoy sabemos que ese capital, lejos en entrar a Mexicana de
Aviación, se fue a su grupo hotelero, tal y como se puede constatar en la nota
elaborada para el periódico El Financiero por Zenzayen Flores de fecha 6 de
marzo de 2014, cuya cabeza dice “Azcárraga desvió 110 mdp de Mexicana a Grupo
Posadas: PGR”
Gastón
Azcárraga Andrade dejó el salón de baile, y todos los antifaces hasta ese
momento utilizados, y optó por usar uno diferente: el de “vivo en la ciudad de
Nueva York, en un lujoso departamento de Manhattan”. Aunque los gobiernos
anteriores aseguraron que se había solicitado la expedición de la ficha roja
para que lo buscara la Interpol, eso nunca sucedió. Sus abogados en México
siguen tirando uno a uno todos los tibios intentos por conseguir una orden de
aprehensión. Gastón Azcárraga Andrade usa el mismo antifaz que el resto de
personajes que hoy he mencionado: la máscara de la impunidad.
Caretas de sobrinos. Así como Andrés Conesa Labastida tiene "la fortuna" de ser sobrino de Francisco Labastida, político mexicano y ex candidato a la presidencia del país, otro personaje que cambia de caretas y disfraces es Emilio Romano Mussali, sobrino de Carmen Romano, quien fuera la primera dama, entonces casada con José López Portillo, lo cual le abrió las puertas para ser, director de Mexicana de Aviación y quien justo antes de la debacle, cambiara de careta. Se vistió de “invisibilidad” y no fue sino hasta el 2014 que tomó la dirección de la presidencia en México del “Bank of America Merry Lych", ahora interesados en comprar deuda de la empresa del Caballero Águila. Un común denominador entre varios de estos personajes, muchos vienen de la Escuela Libre de Derecho.
La danza
no acaba ahí. Grupo Posadas argumenta que vendió las acciones de Mexicana de
Aviación y que no tiene ninguna responsabilidad. Pero ¿a quién le vendieron esas
acciones? Fue a Grupo Industrial Omega, de Jorge Gastélum Miranda, que de forma
exprés creó a “Tenedora K” junto con grupo Arizan, ¿y qué relación tiene con
los Azcárraga Andrade?, en recientes fechas, para ser preciso, marzo de este
año, Jorge Gastélum ha incursionado también al negocio hotelero, con su grupo Tantum
Business acaba de adquirir un predio de 3 mil hectáreas en bahía San Bruno,
ubicada al norte de la Ciudad de Loreto, en Baja California Sur.
Lo anterior
no llamaría la atención, pero en la Riviera Nayarit acaba de adquirir un predio
de más de 22 hectáreas, en las que piensa invertir cerca de 320 millones de
dólares para levantar en dicho lugar dos hoteles con capacidad de 800
habitaciones y 300 villas, ¿Y quién va a operar dicho proyecto? ¡Correcto!, Grupo
Posadas. Sí amable lector, leyó usted bien, Grupo Posadas ahora encabezado por
el hermano de Gastón, José Carlos Azcárraga Andrade, y los arquitectos
mexicanos AoMa y Módica Ledezma, junto con otro terreno de 500 hectáreas en Los
Cabos.
Han
pasado 11 años desde “la bajada de vuelo de Mexicana de Aviación”, y Grupo
Posadas hoy usa un nuevo antifaz. Ha solicitado de manera voluntaria “acogerse
al Capítulo 11” de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos de Norteamérica, poniendo
en “prenda” 10 de sus hoteles. Casualmente lo hacen después de que el pasado 12
de julio la Asociación de Jubilados, Trabajadores y Extrabajadores de la
Aviación Mexicana (AJTEAM) anunció que pretende acciones legales por lo que le debe
Grupo Posadas a Mexicana de Aviación.
A 11 años
debo insistir en que la debacle de la aerolínea no fue por “culpa de los
trabajadores”, narrativa que Gastón trató de imponer en los medios, respaldado
por la administración de Calderón a través de su elocuente vocero Javier
Lozano, dejando de lado su función de salvaguardar los derechos laborales de
los trabajadores.
Hoy llegamos
a un “aniversario” más, sin soluciones reales; los culpables han estado todo el
tiempo al alcance de la mano de la actual administración. Sí, tenemos promesas
en el aire, planes que no terminan de aterrizar, propuestas diversas,
pero que a la postre no llegan a ningún lado. Un antifaz mediático que “anuncia” una nueva aerolínea, pero que no
podrá usar el nombre de Mexicana, ni lo que queda de su patrimonio. Se habla de
la creación de una cooperativa híbrida, pero con dueño accionista, que tendrá apoyo
del gobierno a través de un préstamo de su Banco del Bienestar.
Existe la
promesa de darle trabajo a los “desempleados” de Mexicana, pero no se habla de
las liquidaciones ni de la forma de finiquitarlos con lo que por ley les
corresponde. Si no se actúa con cuidado y pulcritud se vislumbra un galimatías
más dañino que benéfico: meter a los trabajadores en un nuevo limbo legal,
antes de sacarlos de uno en el que estamos desde hace 11 años.
¿Vamos por más?, Ese era el nombre (sin
signos de interrogación) de uno de los aviones de Mexicana de Aviación. No,
espero que no. No quiero que los trabajadores sigamos mendigando justicia y se
nos obligue a agradecer las migajas que se alcanzan a caer de la mesa de un
grupo de personajes que cambian y cambian de antifaces, pero nadie los molesta
ni les toca un pelo.
Ximena Garmendia
28 de agosto 2021