La
importancia del uniforme
“Las apariencias engañan la mayoría de las
veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve”.
Molière
Hablemos
de un tema que parece superficial pero que no lo es. Para mucha gente un punto
muy atractivo dentro del mundo de la aviación son los uniformes. Y es que ellos,
si sabemos “leerlos”, nos indican de dónde es la aerolínea, cuál es su
modalidad y hasta la filosofía de la empresa aeronáutica.
A lo
largo de la historia los uniformes de los sobrecargos han pasado por una serie
de transformaciones. Al comienzo de la era de la aviación, surgió la necesidad
de llevar a bordo de los vuelos a una enfermera que auxiliara a los pasajeros
con sus mareos y algunos otros malestares. Por lo tanto, los primeros uniformes
eran el que usaban las enfermeras en los años treintas. Unos gorros sobre la
cabeza, capas, vestidos de enfermera y zapatos a juego.
La
siguiente década se vio influenciada por la Segunda Guerra Mundial; los
uniformes con fisonomía de enfermera cambiaron a un estilo militar: falda,
chaqueta, bonete y empezaron a utilizar las mismas insignias que los pilotos,
esto es, el pin que tiene “alas”, para destacarse entre el resto de los
pasajeros. Generalmente eran colores sobrios: negro, azul marino, gris e
invariablemente usaban camisa blanca, bonete, medias y zapatos con tacón
mediano.
Ya en los
años cincuenta los uniformes de los sobrecargos fueron evolucionando del traje
militar de colores neutros, a diseños un poco más atrevidos, con cambios en el
color del mismo, que reflejaban la identidad de la aerolínea a la cual prestaban
sus servicios; seguía eso sí, consistiendo en falda, blusa, chaqueta medias,
zapato de tacón mediano y bonete.
En la era
dorada de la aviación, la explosión de colores y diseños no se hicieron
esperar, los uniformes pasaron de ser solamente un conjunto de traje sastre a
vestidos, minifaldas, hotpants, zapatos con tacón conocido como “Kitty”, botas,
botines, gorros, sombreros, bonetes e incluso escafandras, como las que usaban
las sobrecargos de la aerolínea estadounidense Braniff, cuyo diseño estuvo a
cargo del italiano Emilio Pucci. Y en esta década fue la llegada del pantalón a
los uniformes, por primera vez se incluyó como otra prenda más del uniforme.
En los
años setentas y todavía con la resaca de la era dorada, los uniformes
comenzaron a realizarse por diseñadores de moda, por ejemplo el caso de
Balenciaga para Air France. La alta costura volteó su mirada al cielo, y
grandes nombres comenzaron a diseñar para el personal a bordo de seguridad, y
encontramos en este tiempo vestidos de diseño fluido, que las blusas dejaron de
ser blancas para ser de seda con diversos diseños y motivos, según la
personalidad de la aerolínea, y comenzó el uso de la mascada como distintivo
del uniforme; de la misma manera el bonete fue desplazado por sombreros de ala
ancha, característicos de esos años, en los que los tejidos acrílicos para los
uniformes quedaron descartados por la IATA.
Para los
siguientes años, en la década de los 80’s, lo uniformes seguían reflejando la
moda del momento, regresaron los trajes sastres pero ahora con grandes
hombreras, las mangas abullonadas, los grandes cuellos, las faldas rectas o los
vestidos vaporosos con cinturones anchos hicieron su gran entrada, suprimiendo
de lleno los sombreros y bonetes, pues el accesorio estrella fue la mascada o
los grandes moños en los cuellos de las blusas. Se empieza a buscar la
comodidad, además de un diseño elegante. Uno de los uniformes más llamativos
fue el realizado por el francés Yves Saint Laurent para la aerolínea Qantas.
Nuevamente
en la siguiente década, el diseño de los uniformes da un vuelco y se le resta
importancia al diseño para enfocarse en la comodidad, buscando regresar a un
estilo sencillo de traje sastre o vestido de colores neutros, incursionando una
nueva prenda: “el chaleco”, que por su versatilidad podía ser utilizado para
ambos sexos; los grandes cuellos y mascadas desaparecen de la escena, así como
los grandes diseñadores. Esta también es la década en la que aparecen las
aerolíneas de bajo costo, que comienzan a utilizar camisas tipo polo y
uniformes unisex, bermudas en lugar de faldas, así como zapatos tenis.
Con la
llegada del nuevo milenio, los ojos de los grandes diseñadores volvieron a mirar
el cielo. Ejemplo de ello es el uniforme diseñado por Cristian Lacroix para Air
France, utilizando sus colores institucionales pero sin olvidar la comodidad y
la practicidad del mismo, ampliando el universo de prendas que los tripulantes
de vuelo podría utilizar, desde faldas, pantalones, vestidos, sacos, chalecos,
zapatos de tacón medio, tacón bajo. Una prenda que regresa es la mascada que la
década anterior dejó de utilizarse. En contraste, las aerolíneas de bajo costo
continúan con uniformes sencillos, cambiando el uso del saco por suéteres.
También es común ver que los uniformes se van “regionalizando”, esto es, las
aerolíneas van incorporando trajes tradicionales de su país, como es el caso de
la alemana en el mes del Oktober Fest o como el caso de Hawaiian Airlines con
sus camisas típicas, también Singapore Airlines, que usa un tradicional vestido
y sus sandalias en lugar de zapatos. Y más reciente Hainan Airlines, cuyo
vestido está totalmente inspirado en los vestidos típicos de China.
En la siguiente
década veremos un regreso al pasado, inspirados por la nostalgia, muchas
aerolíneas buscaron un estilo retro en sus uniformes, volviendo a desempolvar
el bonete, dándole un aire a los nuevos uniformes de un cierto estilo pin up de
los años cuarentas y cincuentas, buscando trajes sastres cómodos pero
enfocándose en el uso de la mascada y del bonete.
Ahora, en
esta nueva década, el estilo vintage se está dejando atrás, comenzando con
diseños cada vez más cómodos para los tripulantes, ampliando el número y
estilos de prendas que pueden utilizar durante el vuelo, imponiéndose el
calzado cómodo y discreto. En cada aerolínea se busca, mediante sus colores
corporativos, resaltar las nuevas propuestas de uniformes, es el caso del
último desfile realizado por Iberia, donde los colores corporativos de la marca
fueron en todo momento el “statement”. Los bonetes que en la década pasada
resurgieron, hoy están siendo desplazados y sí a eso le sumamos la pandemia, la
apuesta va por la sencillez.
Como
pueden observar en esta línea del tiempo, los uniformes de los tripulantes han
sufrido un sinfín de cambios y modificaciones, llegando incluso la IATA a
intervenir, pues deben de ser de telas no flamables, están prohibidas las telas
sintéticas, y deben de ser realizados en telas como el algodón, lana, seda,
lino. Al igual que el calzado, los sobrecargos ahora tienen la opción de
utilizar un calzado deportivo en lugar de zapatos de vestir o de tacón, pero
también pueden seguir utilizando zapatos de tacón en el caso de las
sobrecargos, y muchas sabemos que no son cualquier “zapato de tacón alto”,
generalmente son diseñados con ciertas especificaciones, como que el interior
esté acolchado, la horma sea la adecuada al pie, el tacón ancho, para un mejor
desplazamiento del peso.
Ahora, la
aerolínea mexicana VivaAerobus está a punto de estrenar uniforme, y la polémica
está ardiendo en las redes sociales con detractores de un lado, y gente que
dice que sí le gusta la nueva propuesta. Algo muy cierto, y que se da
mayoritariamente en las aerolíneas tradicionales, es que con el uniforme pretenden
imponer respeto. Y quiero traer a colación los últimos acontecimientos que se
han dado primordialmente en las líneas aéreas norteamericanas, pues al relajar
el uniforme, los pasajeros dejan de visualizar al tripulante como personal de
seguridad a bordo.
Por eso
sostengo que el diseño de los uniformes no es un asunto menor, pues como comenté
anteriormente, además de la comodidad, se debería buscar que refleje una imagen
de autoridad. Tan sólo en Estados Unidos en lo que va del año han detectado 4,090
pasajeros disruptivos en los vuelos, esto según cifras de la propia Agencia
Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés), un incremento del 400% con
respecto al año pasado.
En México
desconocemos las cifras, pero al adoptar el estilo de las aerolíneas
estadounidenses se corre el riesgo de comenzar a vivir los mismos estragos. Por
ello puedo decirlo sin tapujos: no es que sin razón alguna “critiquemos los
tenis” que proponen para el nuevo uniforme de VivaAerobus, en donde le colocan
a los mismos una V de color verde chillón; agradecemos que les den la opción de
un calzado cómodo, pero no pierdan de vista nuestras aerolíneas cuál es la
función primordial de un sobrecargo a bordo y ese, es ser personal de
seguridad.
La
sencillez, practicidad, comodidad no está peleada con dar una imagen fuerte y
segura; si a esto le sumamos un diseño corporativo que los haga destacar,
seguramente, los sobrecargos se sentirán a gusto y darán un mejor servicio a
bordo.
Ximena Garmendia
12 de septiembre 2021