Hacen falta estudios médicos en el personal
aeronáutico
En columnas pasadas hemos
tocado el tema de la salud mental y va de la mano con el tema que hoy quiero
abordar: la falta de estudios que al respecto tiene la propia industria aeronáutica.
Sabemos que el origen de los sindicatos en general, y concretamente los de
aviación, tienen como piedra angular la
defensa de los derechos del trabajador, entre ellos el derecho a que exista y
se procure un sano equilibrio entre la vida laboral y la personal; a este rubro
le podemos nombrar con el término “calidad de vida”.
Este tema aplica evidentemente
para todos los trabajos dentro de la cadena de producción, sin embargo usaremos
de ejemplo el caso de los sobrecargos, por la cercanía e información que
conozco y quiero compartirles.
Desde hace unos años, me ha
llamado mucho la atención el número de fallecimientos de compañeros sobrecargos
relativamente jóvenes, esto es, personas entre los 40 y 50 años de edad que han
partido de este plano terrenal por diferentes circunstancias.
Lo escribo con todo el respeto
que merecen las vidas humanas. Tengo muy claro que somos mortales, y el final
de la vida es algo que todos vamos a enfrentar, sin duda alguna. Pero el tema
ha de tratarse, precisamente por eso, porque nos concierne a todos. Si parece
que escribo de manera indolente o insolente, es porque estoy convencida que es
con base en los datos duros que se deben tomar decisiones, e implemnetar
acciones. Dicho lo anterior, me salta a la vista una fatídica constante: que los primeros fallecidos fueron
compañeros que en su momento prestaron sus servicios para la compañía Mexicana
de Aviación, y al momento de su deceso se encontraban trabajado para la empresa
del Caballero Águila, o sea Aeroméxico.
Hay que ser puntuales, los
sobrecargos de Mexicana venían de trabajar con unas jornadas mucho menores y
menos castigadas que las asigandas en Aeroméxico; la gran mayoría de los
sobrecargos entró con el Contrato B, así que acostumbrados a un ritmo de
trabajo tan diferente, los compañeros empezaron a enfermar, y lamentablemente
algunos murieron.
Por respeto a su memoria, no
voy a decir el nombre del o la sobrecargo, pero sí diré que esta persona se
quejaba de estar fatigado(a) todo el tiempo, que a pesar de tratar de
descansar, el cansancio no se iba; así lo compartía con los compañeros con los
que volaba, por lo que para muchos no fue una sorpresa que la causa de su
muerte fuera un paro cardiaco.
Es tarea de la Asociación
Sindicial de Sobrecargos de Aviación (ASSA) darle un seguimiento a todos los
fallecimientos y realizar un nuevo estudio de fatiga, el último se
realizó en 1994, de la mano con Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Es
evidente que dicho estudio ya está rebasado por las nuevas condiciones
laborales, sin embargo es imperante tener certeza de cómo afectan las actuales
condiciones de trabajo al estado de salud general de los tripulantes de cabina.
Tanto importante es la salud
mental como la salud física de los sobrecargos y de todos los que conforman la
insutria aeronáutica, es por ello que esta petición de hacer un estudio no es
privativo de ASSA; todos los sindicatos deberían realizar un estudio de cómo
afecta el estrés -que deriva de las extenuantes jornadas y salarios recortados-
a la salud física y emocional de sus agremiados.
Pero es claro que estos
trabajos no se harán por obra y gracia del Espíritu Santo; ¡no compañeros¡, son ustedes quienes deben de
exigirle a sus sindicatos que se pongan a trabajar y realicen este tipo de
estudios. Ustedes pagan los sueldos (emolumentos) de los representantes
sindicales, gracias a las cuotas sindicales que les descuentan, así que están
en todo su derecho a pedirles que hagan su trabajo, pues están de por medio, sus
vidas, su salud física y mental; todo tiene un impacto en sus condiciones
laborales.
Pruebas hay de que las
empresas salen a decir que factores como la pandemia, el alza del combustibles,
los conflictos bélicos -y lo que ustedes gusten poner- afectan la viabilidad
operativa de la empresa, orillándolas a recortarles los salarios; y no es que
no lo sepan, es que simple y sencillamente han decido ignorar que es
inversamente proporcional el desgaste físico y mental de los trabajadores a
cada medida de recorte que hacen. Por lo tanto es imperante recibir una
compensación económica por ello. Es criminal y perverso que las empresas
decidan no hacer nada porque sale más caro demostrar que tienen empleados cansados
y enfermos y que prefiera simplemente reemplazar a trabajadores fallecidos.
Son ustedes, compañeros, los
primeros que no deben olvidar que su trabajo es valioso, y para que los empresarios
no los ingnoren y no finjan demencia, quinenes lo tienen que defender y
cacarear; son ustedes ni Andrés Conesa, ni Juan Carlos Zuazua, ni Enrique
Beltranena, serían capaces de realizar tan siquiera alguno de los trabajos de
la industria aérea.
Sin ustedes las empresas simplemente no vuelan,
y el cuento aquel que tanto nos han vendido de que “consiguen personal en la
esquina y que detrás de ti hay más de mil que piden una oportunidad”, la
verdad es que eso no es cierto. Aprovechen la escases de personal y la crisis
mundial que hay al respecto usándolo a su favor. Y sus representantes
sindicales no se mueven y no quieren trabajar, les recuerdo que ese pacto no
es con Dios, y que tienen el inalienable derecho de revocarlos, y nombrar a
otros que sí sean empáticos con su situación y realidad.
Ximena Garmendia
26 de junio de 2022