¿Recortes
en Aeroméxico?
Antes de comenzar debo hacer
una advertencia: el propósito de esta columna es diferente a las antes
publicadas; no se trata de documentar hechos fehacientes, con pruebas y datos
duros, ni con citas textuales o entrevistas, no. En la columna de esta semana
haré el ejercicio de “futurear”, y los invito a que me acompañen e imaginemos
qué va a suceder en un futuro, no muy lejano, con los sobrecargos que hoy laboran
para la empresa del Caballero Águila, o sea Aeroméxico.
Y es que acabamos de
conmemorar el 1° de mayo, Día Internacional de los Trabajadores; de manera
inevitable las preguntas surgen en mi mente: ¿hasta qué extremos es éticamente
válido mantener las fuentes de empleo? Muchas veces hemos escuchado que “en la
guerra y en el amor, todo se vale”, pero ¿pasa lo mismo con el trabajo? De un
modo “romántico” vemos que la preservación de éste debe darse “sí o sí”, porque
ningún sacrificio es suficientemente grande como para perderlo. Tener un empleo
se agradece. ¿No creen?
La literatura otorga, y el
internet las recoge, frases como “Al fin y al cabo, el trabajo es el mejor
medio de pasar la vida sin ser visto” de Gustave Flaubert, o alguna otra
como “El mejor remedio contra todos los males es el trabajo” de Charles
Baudelaire, y con ellas como ciclorama, procedo a sacar mi turbante y mi bola
de cristal, para conjurar algunos espíritus del más allá, y con su ayuda, develarles
a mis queridos lectores lo que avizoran mis ojos en el futuro.
Observo una mesa de comedor,
veo sobre ella una computadora portátil, una taza de café y varias hojas
desordenadas. Escucho pasos lentos que se acercan y distingo a un hombre de
mediana edad, corpulento, de tez muy blanca, cabello corto, vestido de pantalón
de mezclilla y camisa azul a cuadros. Él toma el respaldo de la silla frente a
la computadora y parsimoniosamente la saca del lugar para poder sentarse; coloca
los codos sobre la mesa y le es inevitable tocarse la cabeza con algo de
ansiedad; está nervioso, dentro de 5 minutos tendrá una conferencia con el
director de la empresa. Ha puesto a trabajar a todos los representantes
sindicales en una propuesta temeraria. Con ella se está jugando el todo por el
todo; los latidos de su corazón le impiden escuchar algo más, da un fuerte
suspiro y ordena las hojas que tiene frente a él. La hora ha llegado.
R: “Buenos días Doctor, ¿cómo
está?”
C: “Bien, en lo que cabe. Dime
¿de qué tema quieres hablar?, sabes que estamos muy ocupados con el tema de la
pandemia y no tengo mucho tiempo para atenderte.”
R: “No le quito más de cinco
minutos Doctor, yo creo que esta propuesta nos puede ayudar mucho a ambas
partes, y podemos salir ganando”
C: “Está bien, a ver, te
escucho”
R: “Como usted y yo sabemos,
para este mes tendremos rotando al 75% de la planta de sobrecargos, sin
embargo, la gente comienza a desesperarse y yo he salido a dar entrevistas a
los medios, asegurando que no se va a recortar ninguna fuente de empleo”
C: “Sí, vi la entrevista que
diste y la verdad, eso nos está metiendo mucha presión al interior de la
empresa. Tú mejor que nadie sabes que está sobrada la planta de sobrecargos, y
que varias veces te hemos pedido que recortemos plazas, pero hemos mantenido a
la gente por tu lealtad para con nosotros. Los ahorros que se generan con el
contrato B es lo que nos está permitiendo ir saliendo de esta apremiante
situación.”
R: “Lo sé, y por ello siempre
le estaré agradecido, Doctor. Ahora lo que le quiero proponer es lo siguiente: con
la finalidad de no perder ni una sola fuente de empleo, el único requisito es
que todos los sobrecargos laboren dentro del contrato B. Con ello damos por
finiquitado el contrato A, y muchos terminarán renunciando, pero no habrá
ningún sobrecargo corrido por la empresa. Con esta propuesta matamos dos
pájaros de un tiro, por un lado adelgazamos más la nómina, y por el otro la empresa
y el sindicato quedamos como héroes ante todos” (suda un poco y busca un
pañuelo para retirar las perlas de sudor que se han formado en su frente,
mientras se produce un silencio incómodo).
C: “A ver mano, barajeámela
más despacio ¿otra vez, cuál es tu propuesta?”
R: “Sí Doctor, con mucho gusto;
la idea es que los sobrecargos que al día de hoy están dentro del contrato A,
por necesidad de la empresa y en aras de salvaguardar las fuentes de empleo,
pasen al contrato B”.
C: “¿Me estas proponiendo que
usemos la pandemia para desaparecer de facto el contrato A?”
R: “Así es, efectivamente, esa es
la propuesta, que se use el tema de la pandemia como excusa y con ello logramos
la desaparición del contrato A, y si acepta, además del contrato B podemos negociar
y ceder algunas cláusulas más; la finalidad es que mi gente se sienta
agradecida por mantener su fuente de ingreso”.
C: “¡Vaya, me sorprendes mano!,
jamás creí que pudieras ser tan inteligente. Oye, el comentario es en buena lid.
Mira mano, viendo fríamente tu propuesta, pues no me desagrada; con esto nos
ahorramos una lana y como bien dices, que vivan eternamente agradecidos por
tener chamba.”
R: “¿Entonces tengo luz verde
para ir preparando el terreno, Doctor?”
C: “Voy a pasar tu propuesta
con los demás miembros, pero sí, comienza a aceitar la maquinaria. Aprovechemos
la coyuntura y… ¡te volaste la barda mano!, en verdad, muy chingona tu
propuesta.”
R: “Muchas gracias Doctor, me
alegra mucho oír que le gusta; no se preocupe, pongo a mi gente a hacer la
talacha y verá que como los toreros, vamos a salir de esta pandemia en hombros;
muchas gracias de nuevo Doctor, fue un placer hablar con usted, hasta luego.”
Se escucha como un zumbido el sonido
de la computadora portátil indicando que la videollamada ha concluido. Nuestro
personaje toma un sorbo a su café, ya frío, y al separar los labios de la taza esboza
una sonrisa de triunfador; sonríe y su corazón sigue palpitando fuerte, pero
ahora menos acelerado. Lo ha logrado, ya sólo es esperar a que se concrete,
pero es sólo un paso.
Junta sus manos y apoya su
barbilla, mientras la sonrisa permanece en su rostro, “un gran triunfo”, piensa.
Ni tardo ni perezoso, mediante un grupo de WhatsApp manda el mensaje: “apúrense
a sacar el rumor de los recortes, ¡es para hoy! urge presionar a la base de
sobrecargos”.
Deja el aparato telefónico
sobre la mesa y en su mente recapitula lo recién acontecido; lanza un suspiro
aún más grande y comienza a ordenar de nuevo las hojas que tiene al frente, ahí
está plasmado paso por paso el plan para lograr que los sobrecargos se sientan
agradecidos de por vida, por no haber perdido su empleo a pesar de inusitada pandemia
del Covid19. Antes de que se levante la cuarentena hay que dar algunos pasos.
En sus notas está trazado. Primero
soltarán el rumor de que derivado de la crisis, la empresa está buscando
recortar la planta de sobrecargos, y que a pesar de los esfuerzos de la planta
como la rotación, no ha sido posible salir a flote. La empresa saldrá a los
medios a declarar el recorte de algunas plazas, y de inmediato el Secretario
General de la ASSA, o sea él mismo, saldrá a rebatir lo dicho por la aerolínea
y pronunciará un enérgico “ni un paso atrás compañeros, nadie perderá su fuente
de empleo”. Nota: entran aplausos y
vítores.
Está previsto en el guion un
cierto jaloneo entre empresa y sindicato y se convocará a Asamblea física y
virtual para dar a conocer la situación por la cual atraviesa Aeroméxico. En
ella el líder saldrá a decir que la única manera de preservar el empleo de
todos es que los sobrecargos que se encuentran en el contrato A pasen al B. La
gente, previamente amenazada por la representación sindical, votará a favor de propuesta.
Una vez que la asamblea lo
“apruebe”, el orquestador saldrá a los medios junto con el director de la
empresa a señalar el gran sacrificio que se ha hecho, pero que el fruto de ello
es mantener todas y cada una de las fuentes de trabajo, que evitó un recorte mayúsculo
y que la negociación deja muy satisfechas a todas las partes involucradas.
Los medios de comunicación deberán
resaltar el gran “esfuerzo” y dirán que el Sindicato de Sobrecargos es un
ejemplo a seguir. Una neblina espesa aparece dentro de mi bola de cristal, y
todo se vuelve difuso.
De vuelta a la realidad,
quiero decirles que lo que acaban de leer es una de las posibles cartas que
podrían jugarse en el futuro inmediato por parte de la empresa en colusión con
el sindicato que nos representa. Evidentemente NO ES la que yo deseo, ni lo que
creo que debe suceder. Es obvio que lo último que quiero es que siga la
pauperización de la profesión de sobrecargo. Los que me conocen saben que nunca
he dudado en denunciar los actos tendientes a que no se valore el trabajo de un
asistente de vuelo, ni ha habido censura que tolere cuando no existe la
dignidad y el respeto que nuestra labor merece, aunque eso traiga aparejada una
carretillada de insultos e injurias a mi persona.
Y es precisamente por eso que,
en el marco del Día del Trabajo, quiero dejar muy claro que nuestro gremio no
debe sentirse apocado o pusilánime. En el caso concreto de los compañeros de
Aeroméxico, no deben comprar como una verdad absoluta el discurso de que están
obligados a aceptar “cualquier sacrificio” a cambio de conservar la fuente de
empleo. Por supuesto que hay palabras
que no quisiéramos escuchar: recortes, quiebras, concursos mercantiles,
reajustes, crisis, etc. Pero hay palabras menos feas que hacen más daño: estatutos
violados, canonjías para los cuates, opacidad en el manejo de los recursos
humanos, corrupción sindical, alianzas perversas que solo favorecen a la
empresa y dejan de lado a los trabajadores, jornadas extenuantes, inexistencia
de un salario remunerador, pérdida de derechos laborales, y un lamentablemente
largo etcétera.
Compañeros, ustedes no
necesitan una bola de cristal, ni pitonisas para definir su futuro. Tienen a la
mano ejemplos de personas valiosas que se han reinventado, y aunque siguen
amando la aviación, hoy se dedican a otra cosa. Existen también aquellos que
están defendiendo sus derechos laborales en los tribunales y no han pensado ni
un momento en dejarse pisotear. El eco de inconformidad dentro de la ASSA es
cada vez más fuerte e imposible de ocultarlo con loas y zalamerías.
Hay muchas cosas que se pueden
y se deben hacer, pero definitivamente no es opción agachar la cabeza y
aceptarlo todo sin chistar, solo porque nos dicen que es la única forma de “tener
trabajo”.
Ximena Garmendia
3 de mayo 2020