03 mayo 2020

¿Recortes en Aeroméxico?



¿Recortes en Aeroméxico?

Antes de comenzar debo hacer una advertencia: el propósito de esta columna es diferente a las antes publicadas; no se trata de documentar hechos fehacientes, con pruebas y datos duros, ni con citas textuales o entrevistas, no. En la columna de esta semana haré el ejercicio de “futurear”, y los invito a que me acompañen e imaginemos qué va a suceder en un futuro, no muy lejano, con los sobrecargos que hoy laboran para la empresa del Caballero Águila, o sea Aeroméxico.



Y es que acabamos de conmemorar el 1° de mayo, Día Internacional de los Trabajadores; de manera inevitable las preguntas surgen en mi mente: ¿hasta qué extremos es éticamente válido mantener las fuentes de empleo? Muchas veces hemos escuchado que “en la guerra y en el amor, todo se vale”, pero ¿pasa lo mismo con el trabajo? De un modo “romántico” vemos que la preservación de éste debe darse “sí o sí”, porque ningún sacrificio es suficientemente grande como para perderlo. Tener un empleo se agradece. ¿No creen?

La literatura otorga, y el internet las recoge, frases como “Al fin y al cabo, el trabajo es el mejor medio de pasar la vida sin ser visto” de Gustave Flaubert, o alguna otra como “El mejor remedio contra todos los males es el trabajo” de Charles Baudelaire, y con ellas como ciclorama, procedo a sacar mi turbante y mi bola de cristal, para conjurar algunos espíritus del más allá, y con su ayuda, develarles a mis queridos lectores lo que avizoran mis ojos en el futuro.

Observo una mesa de comedor, veo sobre ella una computadora portátil, una taza de café y varias hojas desordenadas. Escucho pasos lentos que se acercan y distingo a un hombre de mediana edad, corpulento, de tez muy blanca, cabello corto, vestido de pantalón de mezclilla y camisa azul a cuadros. Él toma el respaldo de la silla frente a la computadora y parsimoniosamente la saca del lugar para poder sentarse; coloca los codos sobre la mesa y le es inevitable tocarse la cabeza con algo de ansiedad; está nervioso, dentro de 5 minutos tendrá una conferencia con el director de la empresa. Ha puesto a trabajar a todos los representantes sindicales en una propuesta temeraria. Con ella se está jugando el todo por el todo; los latidos de su corazón le impiden escuchar algo más, da un fuerte suspiro y ordena las hojas que tiene frente a él. La hora ha llegado.

R: “Buenos días Doctor, ¿cómo está?”

C: “Bien, en lo que cabe. Dime ¿de qué tema quieres hablar?, sabes que estamos muy ocupados con el tema de la pandemia y no tengo mucho tiempo para atenderte.”

R: “No le quito más de cinco minutos Doctor, yo creo que esta propuesta nos puede ayudar mucho a ambas partes, y podemos salir ganando”

C: “Está bien, a ver, te escucho”

R: “Como usted y yo sabemos, para este mes tendremos rotando al 75% de la planta de sobrecargos, sin embargo, la gente comienza a desesperarse y yo he salido a dar entrevistas a los medios, asegurando que no se va a recortar ninguna fuente de empleo”

C: “Sí, vi la entrevista que diste y la verdad, eso nos está metiendo mucha presión al interior de la empresa. Tú mejor que nadie sabes que está sobrada la planta de sobrecargos, y que varias veces te hemos pedido que recortemos plazas, pero hemos mantenido a la gente por tu lealtad para con nosotros. Los ahorros que se generan con el contrato B es lo que nos está permitiendo ir saliendo de esta apremiante situación.”

R: “Lo sé, y por ello siempre le estaré agradecido, Doctor. Ahora lo que le quiero proponer es lo siguiente: con la finalidad de no perder ni una sola fuente de empleo, el único requisito es que todos los sobrecargos laboren dentro del contrato B. Con ello damos por finiquitado el contrato A, y muchos terminarán renunciando, pero no habrá ningún sobrecargo corrido por la empresa. Con esta propuesta matamos dos pájaros de un tiro, por un lado adelgazamos más la nómina, y por el otro la empresa y el sindicato quedamos como héroes ante todos” (suda un poco y busca un pañuelo para retirar las perlas de sudor que se han formado en su frente, mientras se produce un silencio incómodo).

C: “A ver mano, barajeámela más despacio ¿otra vez, cuál es tu propuesta?”

R: “Sí Doctor, con mucho gusto; la idea es que los sobrecargos que al día de hoy están dentro del contrato A, por necesidad de la empresa y en aras de salvaguardar las fuentes de empleo, pasen al contrato B”.

C: “¿Me estas proponiendo que usemos la pandemia para desaparecer de facto el contrato A?”

R: “Así es, efectivamente, esa es la propuesta, que se use el tema de la pandemia como excusa y con ello logramos la desaparición del contrato A, y si acepta, además del contrato B podemos negociar y ceder algunas cláusulas más; la finalidad es que mi gente se sienta agradecida por mantener su fuente de ingreso”.

C: “¡Vaya, me sorprendes mano!, jamás creí que pudieras ser tan inteligente. Oye, el comentario es en buena lid. Mira mano, viendo fríamente tu propuesta, pues no me desagrada; con esto nos ahorramos una lana y como bien dices, que vivan eternamente agradecidos por tener chamba.”

R: “¿Entonces tengo luz verde para ir preparando el terreno, Doctor?”

C: “Voy a pasar tu propuesta con los demás miembros, pero sí, comienza a aceitar la maquinaria. Aprovechemos la coyuntura y… ¡te volaste la barda mano!, en verdad, muy chingona tu propuesta.”

R: “Muchas gracias Doctor, me alegra mucho oír que le gusta; no se preocupe, pongo a mi gente a hacer la talacha y verá que como los toreros, vamos a salir de esta pandemia en hombros; muchas gracias de nuevo Doctor, fue un placer hablar con usted, hasta luego.”

Se escucha como un zumbido el sonido de la computadora portátil indicando que la videollamada ha concluido. Nuestro personaje toma un sorbo a su café, ya frío, y al separar los labios de la taza esboza una sonrisa de triunfador; sonríe y su corazón sigue palpitando fuerte, pero ahora menos acelerado. Lo ha logrado, ya sólo es esperar a que se concrete, pero es sólo un paso.

Junta sus manos y apoya su barbilla, mientras la sonrisa permanece en su rostro, “un gran triunfo”, piensa. Ni tardo ni perezoso, mediante un grupo de WhatsApp manda el mensaje: “apúrense a sacar el rumor de los recortes, ¡es para hoy! urge presionar a la base de sobrecargos”.

Deja el aparato telefónico sobre la mesa y en su mente recapitula lo recién acontecido; lanza un suspiro aún más grande y comienza a ordenar de nuevo las hojas que tiene al frente, ahí está plasmado paso por paso el plan para lograr que los sobrecargos se sientan agradecidos de por vida, por no haber perdido su empleo a pesar de inusitada pandemia del Covid19. Antes de que se levante la cuarentena hay que dar algunos pasos.

En sus notas está trazado. Primero soltarán el rumor de que derivado de la crisis, la empresa está buscando recortar la planta de sobrecargos, y que a pesar de los esfuerzos de la planta como la rotación, no ha sido posible salir a flote. La empresa saldrá a los medios a declarar el recorte de algunas plazas, y de inmediato el Secretario General de la ASSA, o sea él mismo, saldrá a rebatir lo dicho por la aerolínea y pronunciará un enérgico “ni un paso atrás compañeros, nadie perderá su fuente de empleo”.  Nota: entran aplausos y vítores.

Está previsto en el guion un cierto jaloneo entre empresa y sindicato y se convocará a Asamblea física y virtual para dar a conocer la situación por la cual atraviesa Aeroméxico. En ella el líder saldrá a decir que la única manera de preservar el empleo de todos es que los sobrecargos que se encuentran en el contrato A pasen al B. La gente, previamente amenazada por la representación sindical, votará a favor de propuesta.

Una vez que la asamblea lo “apruebe”, el orquestador saldrá a los medios junto con el director de la empresa a señalar el gran sacrificio que se ha hecho, pero que el fruto de ello es mantener todas y cada una de las fuentes de trabajo, que evitó un recorte mayúsculo y que la negociación deja muy satisfechas a todas las partes involucradas.

Los medios de comunicación deberán resaltar el gran “esfuerzo” y dirán que el Sindicato de Sobrecargos es un ejemplo a seguir. Una neblina espesa aparece dentro de mi bola de cristal, y todo se vuelve difuso.

De vuelta a la realidad, quiero decirles que lo que acaban de leer es una de las posibles cartas que podrían jugarse en el futuro inmediato por parte de la empresa en colusión con el sindicato que nos representa. Evidentemente NO ES la que yo deseo, ni lo que creo que debe suceder. Es obvio que lo último que quiero es que siga la pauperización de la profesión de sobrecargo. Los que me conocen saben que nunca he dudado en denunciar los actos tendientes a que no se valore el trabajo de un asistente de vuelo, ni ha habido censura que tolere cuando no existe la dignidad y el respeto que nuestra labor merece, aunque eso traiga aparejada una carretillada de insultos e injurias a mi persona.

Y es precisamente por eso que, en el marco del Día del Trabajo, quiero dejar muy claro que nuestro gremio no debe sentirse apocado o pusilánime. En el caso concreto de los compañeros de Aeroméxico, no deben comprar como una verdad absoluta el discurso de que están obligados a aceptar “cualquier sacrificio” a cambio de conservar la fuente de empleo.  Por supuesto que hay palabras que no quisiéramos escuchar: recortes, quiebras, concursos mercantiles, reajustes, crisis, etc. Pero hay palabras menos feas que hacen más daño: estatutos violados, canonjías para los cuates, opacidad en el manejo de los recursos humanos, corrupción sindical, alianzas perversas que solo favorecen a la empresa y dejan de lado a los trabajadores, jornadas extenuantes, inexistencia de un salario remunerador, pérdida de derechos laborales, y un lamentablemente largo etcétera.

Compañeros, ustedes no necesitan una bola de cristal, ni pitonisas para definir su futuro. Tienen a la mano ejemplos de personas valiosas que se han reinventado, y aunque siguen amando la aviación, hoy se dedican a otra cosa. Existen también aquellos que están defendiendo sus derechos laborales en los tribunales y no han pensado ni un momento en dejarse pisotear. El eco de inconformidad dentro de la ASSA es cada vez más fuerte e imposible de ocultarlo con loas y zalamerías.

Hay muchas cosas que se pueden y se deben hacer, pero definitivamente no es opción agachar la cabeza y aceptarlo todo sin chistar, solo porque nos dicen que es la única forma de “tener trabajo”.   

Ximena Garmendia
 3 de mayo 2020