18 abril 2021

Ruido insoportable

 

Ruido insoportable

 

“Dices que tienes corazón, y sólo lo dices porque sientes sus latidos; pero lo que tienes no es corazón, es una máquina que al moverse hace ruido”. Lo anterior lo escribió Gustavo Adolfo Bécquer, en 1868, y viene a cuento porque en esta columna hablaremos del ruido. Recientemente el SENEAM (Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano), realizó algunos cambios y ajustes a los patrones de vuelo, y esto provocó que algunos habitantes del sur de la ciudad expresaran su molestia por el “insoportable ruido de los aviones”, afirmando incluso que impedían o interrumpían sus horas de sueños de forma considerable.



 

En los días pasados, ríos de tinta corrieron en diversos medios, ya sean escritos, tradicionales, alternativos o digitales, con un factor en común: la referencia a “el insoportable ruido”.

 

Sin embargo, en este espacio no vamos a analizar el estudio que sobre el particular hizo un grupo independiente, ni tampoco desglosaremos todos y cada uno de los cambios y estudios correspondientes realizados por parte del SENEAM. Quiero invitarlos a que hablemos de un tema mucho más profundo y nos hagamos la siguiente pregunta: ¿por qué nos resulta molesto el ruido? Siendo sincera, ese “ruido insoportable” no lo es; más de 15 años viví en la Colonia Narvarte, en un departamento en el primer piso de un edificio que daba a un eje vial. Yo venía de vivir en la casa materna, ubicada en un fraccionamiento de Coyoacán y ahí, cuando pasaban los aviones por encima, lo hacían a tal altitud que uno ni se daba cuenta.



 

Con mi cambio de domicilio a Narvarte, lo primero que llamó mi atención fue que todos los aviones pasaban a baja altura, ya enfilados para aterrizar en el aeropuerto capitalino. Ahí sí, cada que pasaba un avión, había que subirle al volumen al televisor para no perder detalle de la transmisión o programa que uno estuviera viendo.



 

Hoy vivo en una de las zonas por las que antes no pasaban los aviones, pero que desde hace unas semanas lo hacen. Debo decirles que mi calle es empedrada, y las más de las veces el ruido que hace un coche al pasar, opaca y oculta el “ruido insoportable” de los motores de un avión que pase al mismo tiempo.

 


Entiendo que al cumplir un año con restricciones de movilidad a causa de la pandemia por Sars-Cov-2, y con la incertidumbre que vivimos de manera constante, es normal y hasta razonable que cualquier “ruido nuevo” nos irrite de sobremanera. Pero en el caso concreto, la sobredimensión de este tema ha llevado a un grupo de personas a “juntar firmas” para impedir el sobre vuelo de las aeronaves.

 

En honor a la verdad, para quienes vivimos dentro de la industria aeronáutica, el sonido de los motores de los aviones es “música” para nuestros oídos, no sólo porque nos gusta la aviación sino por todo lo que ese sonido significa y la importancia que tiene. No pretendo que todos opinen igual que yo, simplemente pongo sobre la mesa las dos caras de la moneda, para que esta revisión sea lo más objetiva posible.

 

Y es que todos requerimos de ciertos bienes para nuestra vida, también debemos considerar que muchos de ellos sólo llegan a nuestro país a bordo de aviones, tal como son las vacunas y una lista enorme de medicamentos e insumos hospitalarios, al parejo que ropa, accesorios, herramientas, alimentos y toda clase de insumos necesarios para nuestra vida.

 

Escuchar la actividad de los aviones que vuelan sobre nuestra cabeza significa que la industria va para adelante (o por lo menos se mueve) después de meses en los que casi el 80% de la flota nacional estuvo en tierra, atrayendo con ello desempleo y recortes salariales, así como lamentables disminuciones a los derechos laborales de los trabajadores.



 

Porque no debemos olvidar que los trabajadores de la industria aérea no están aislados del resto de trabajadores del país; ellos al igual que muchos asalariados (burócratas, oficinistas, profesionistas, comerciantes, artistas y obreros) han tenido que experimentar nuevas formas de trabajar, que resumen en la fórmula: rinde más y gana menos; lo peor es que estos nuevos modelos serán implementados con el resto de los trabajadores del país. ¿Creen que exagero? Tengo ejemplos: el caso de las demandas por Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica; la posibilidad de solamente pagar por hora a los trabajadores; y así un largo etcétera.

 

La aviación es sinónimo de progreso y bienestar, así como en su momento lo fueron los ferrocarriles en este país. Es normal que perturbe el sonido de un avión sobrevolando tu hogar, pero es injusto etiquetarlo de “insoportable” como si solamente despegara con la finalidad de dar vueltas sin más objetivo que contaminar. No, estimados lectores, no es así. Esa aeronave lleva en la panza sueños, esperanzas, alegrías… y el día que dejemos de tener aviación en este país, ya podremos llorar.



 

Cierro esta columna con la siguiente reflexión: la importancia de tener una aviación nacional sólida que no esté al contentillo de las aerolíneas extranjeras es de vital importancia en el desarrollo de este país, pero a esa meta solo podremos llegar con un cambio de actitud de nosotros como ciudadanos. No podemos, y no debemos, estar supeditados a terceros, y no podemos ver cruzados de brazos cómo las divisas se van del país, en lugar de quedarse.

 

Hay un dicho que a mi me encanta: “París bien vale una misa (Paris vaut bien une messe)”. Es atribuido a Enrique de Borbón, quien fuera protestante y tuvo que convertirse al catolicismo para poder reinar Francia. Hoy sostengo que vale la pena soportar el ruido de aviones sobre nuestras cabezas, a cambio de mantener fuentes de empleo, soberanía nacional, interconexión en el país, celeridad en el comercio, mayor oferta de vuelos que los haga menos costosos al usuario final y dinamismo económico.



Ojalá que este “ruido insoportable” sea el megáfono que atraiga las miradas de la ciudadanía, y voltee a ver todas y cada una de las cosas que nuestra industria aeronáutica nacional requiere de verdad. Ojalá que todos esos ciudadanos que hoy quieren unirse para juntar firmas, sean los mismos que mañana estén exigiendo al Jefe del Poder Ejecutivo (independientemente del partido que lo haya postulado) la creación de una verdadera aerolínea estatal; ojalá sean estos mismos ciudadanos y muchos más, los que pidan rendición de cuentas de todos los empresarios que defraudan a diestra y siniestra tanto a trabajadores como a usuarios; ojalá sea un grupo nutrido de contribuyentes los que a través de plataformas digitales hagan sonar su voz inconforme por la silenciosa y rapaz pauperización de los trabajadores de las aerolíneas. Estos son solo tres ejemplos, los primeros que me vienen a la mente, que de verdad son “insoportables”, no el ruido de los aviones, por favor.

 

 

Ximena Garmendia

18 de abril 2021