30-Abr-2008
Tiempo de Negocios
Darío Celis
En mayo ALMA arranca en Toluca y abre 11 nuevas rutas
Aerolíneas Mesoamericanas decidió posponer el crecimiento de su flota hasta el primer trimestre del 2009 y racionalizar rutas, como medida para amortiguar el impacto en el precio de la turbosina.
Apenas este lunes le dábamos cuenta que la aerolínea que preside Carlos Peralta Quintero y dirige Guillermo Heredia Cabarga procedió a la devolución de cuatro aviones Bombardier CRJ-200 de 50 plazas.
Vale precisar que se trató de aviones que estaban en curso de incorporarse a la flota, que se quedará en 19 aparatos por lo que resta del año. Estos cuatro formaban parte de un total de nueve que se habían pedido al proveedor.
En paralelo, la compañía cerró la semana pasada una estación y una ruta en el sureste. Se trata de Chetumal, que conectaba a Mérida con escala en Cancún. Se decidió mantener sólo el primer tramo.
La turbosina representa más del 50% de sus costos de operación. Al día gasta cerca de dos millones de pesos por ese concepto. El año pasado consumió 61 millones de litros, lo que representó una erogación de 60 millones de dólares.
Con todo, ALMA cuenta con una estructura gerencial sólida. Mantenimiento está a cargo de Michael Dornenburg, ex director del área de servicios de la planta de mantenimiento de Bombardier, en Canadá.
Operaciones la lleva Héctor García Fox, director de administración de la dirección general de Aeronáutica Civil en el sexenio pasado. Jorge de Lara, ex responsable de ventas y alianzas en Aeroméxico, es el director Comercial.
La parte financiera la encabeza Rafael Dávila, quien por más de una década ha estado en las empresas del Grupo Iusa y antes colaboró para organizaciones como PepsiCo.
ALMA es la línea mexicana que más destinos nacionales cubre, incluso por arriba de Aeroméxico, que comanda Andrés Conesa, y Mexicana, que capitanea Manuel Borja Chico. Llega exactamente a 26.
Pero más allá de la crisis por el precio de la turbosina y la sobreoferta de asientos que existe, la noticia es que Peralta y los suyos acaban de cerrar un acuerdo con OHL y el gobierno del Estado de México para instalarse en Toluca.
A partir de mayo se unirán a Interjet, de Miguel Alemán; Volaris, de Pedro Aspe; y Continental, de Carlos Enrique Hernández, que apostaron a una descentralización de operaciones.
Desde esa terminal que controlan la constructora de Juan Miguel Villa Mir y el gobierno de Enrique Peña Nieto volarán a once nuevos destinos. Apunte Bajío, Aguascalientes, Ciudad Obregón y Campeche.
Pero también Huatulco, Minatitlán, Puebla, San Luis Potosí, Torreón y dos más que aún se evalúan. ALMA cerró el 2007 con un millón 357 mil personas transportadas y una participación del 5% del mercado.
Aerolíneas en la mira
Por: Rosario Avilés Opinión Miercoles 30 de Abril de 2008 Hora de publicación: 01:51
En febrero de 2007 el barril de crudo costaba 55 dólares. Un año y dos meses después su precio es superior a los 120 dólares y por lo visto, no hay nadie que pueda garantizar que este precio baje y que no vuelva a subir (ya se habla de un precio de 200). Mientras tanto, las aerolíneas tienen que lidiar con este nuevo jinete del Apocalipsis que ha llevado a sus costos más allá del cielo y que, en el caso mexicano, amenaza con detonar la quiebra, no de una sino de varias aerolíneas.
De acuerdo a cifras de la Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo (ALTA, o el Capítulo especial para América Latina de la International Air Transport Association, IATA), en los últimos seis años, las aerolíneas de la región han recortado gastos de distribución y ventas en 25 por ciento; otros costos que no tienen que ver con el combustible han bajado en 18 por ciento y la productividad laboral se ha incrementado nada menos que ¡64 por ciento! (un homenaje al espíritu colaborador de los trabajadores de la industria, ¿verdad, Manuel?)
En esta misma lógica se inscribe el hecho de que los costos del combustible han pasado de representar 23 por ciento hace una década, a ser hoy el responsable del 42 por ciento de lo que gasta una aerolínea. Es decir, el sudor de la frente de los trabajadores no ha servido para que los usuarios tengan mejores tarifas, sino para engrosar las arcas de los jeques del petróleo (sindicato de Pemex incluido).
Como si no fuera suficiente, las aerolíneas en el mercado mexicano se pelean por no ser la primera en doblar las manos y declararse en bancarrota. Desde la ya difunta Aerocalifornia hasta la saludable Volaris pasan las de Caín en este entorno de feroz competencia, adicionado con la incompetencia oficial:
En efecto, nuestro inefable secretario de Comunicaciones y Transportes les da consejos a las aerolíneas y les pide “que se fusionen”, como si no hubiera sido la SCT la encargada de repartir permisos de operación a diestra y siniestra y como si la Constitución y las leyes no obligaran a las autoridades del sector a regularlo. Y no pueden aducir que ellos llegaron cuando ya estaba todo hecho, pues el director de Aeronáutica Civil actual es el mismo que en 2005 regaló permisos para crear nuevas aerolíneas como si fueran caramelos.
Las empresas agrupadas en Canaero piden, mientras tanto, un poco de gracia para pagar las abultadas cuentas de combustible. La misma ALTA acaba de dar un dato impresionante: el combustible para avión cuesta en América latina 14 por ciento más que en cualquier otro lugar del mundo. Si tan sólo trabajaran un poco, nuestras autoridades podrían tal vez no ayudar (porque de suyo no lo hacen) sino solamente no estorbar y permitir que los precios de la turbosina fueran al menos como en el resto del mundo.
Por otro lado, las aerolíneas estadunidenses se preparan para el nuevo entorno. La fusión Delta-Northwest, recién anunciada hace unos días y las fusiones que ya consideran empresas como United con USAirways, más el Convenio de Cielos Abiertos recién firmado entre Estados Unidos y la Unión Europea, nos plantean, como dice Alberto Porragas, director comercial de Delta para México, un entorno diametralmente distinto al que estábamos acostumbrados.
En otras palabras, o hay apoyo para las aerolíneas y una nueva visión de Estado, o tendremos una aviación mexicana cada día menos competitiva. ¿Hay alguien que escuche?