Lo que
poco se dice del avión presidencial
Como
ha sucedido en otras ocasiones, el presidente Andrés Manuel López Obrador fijó
la agenda en “la mañanera”, y el pasado lunes habló del avión presidencial, y pidió
que las preguntas fueran sobre el tema del avión. Habló de lo faraónico y del
lujo de la aeronave, enumeró los viajes hechos por el presidente que le
antecedió, e hizo hincapié en lo cínico e insultante que resulta tener un avión
de super lujo en un país de pobres. Al final, invitó a los reporteros a recorrer
el avión, un Boeing 787 Dreamliner, al que le tomaron fotos y videos de todas
las áreas. Algunas de ellas aparecieron en prácticamente todas las primeras
planas de los diarios de circulación nacional al día siguiente.
Y es
que no voy a negar que cualquier derroche que se haga con recursos públicos
debe ser repudiado, y en el caso concreto, exhibido con la finalidad de que no
vuelva a suceder. Pero en esta columna no hablaré del lujo, ni del oropel que a
tantos ha sorprendido y ha provocado el correr ríos de tinta y bits, en la
prensa nacional, impresa y digital.
En
febrero escribí para mi espacio una columna cuyo título preguntó ¿No hay
otra forma de solucionar lo del avión presidencial?, en el que desde el
punto de vista de una persona que conoce el mundo aeronáutico, e hizo de los
aviones su herramienta diaria de trabajo, mencioné algunas posibles salidas
para el Boeing 787 Dreamliner, simples y relativamente sencillas, que podían
hacerse sin necesidad de modificar leyes u otro tipo de acciones más lentas. http://sobrecargoinforma.blogspot.com/2020/02/no-hay-otra-forma-de-solucionar-lo-del.html
Sin
embargo, un tema que poco se ha explotado, pero que resulta ser muy interesante
de abordar e importante de investigar es el que se refiere al binomio de
seguridad y compra de la aeronave. Debemos partir diciendo que el gran e
imponente “José María Morelos y Pavón”, antes de ser un avión presidencial, fue
un avión de pruebas de la empresa Boeing, y que dicha aeronave, presentó las
siguientes fallas:
·
Filtraciones de combustible
·
Incendios en las baterías
·
Errores computacionales en los
frenos
·
Grietas en las ventanas de la
cabina
·
Falta de seguridad en las
baterías de iones de litio
Aun
con toda esta información en sus manos, el estado mexicano continuó con la
adquisición de la aeronave. Es cierto que los acabados de madera, las recámaras
y baños de lujo, así como los teléfonos satelitales provocan muchas reacciones
viscerales, porque se compraron con nuestros impuestos, pero también es cierto
que debe ser preocupante el tema de la seguridad.
Es
momento, estimados lectores, de que se coloquen las “gafas de tripulante” y me
acompañen a este recuento, necesario y útil. Resulta por demás escandaloso que,
a pesar de conocer que este equipo fue un avión de pruebas de la empresa
aeronáutica Boeing, se hayan pasado por alto todas y cada una de las fallas de
la aeronave. Surgen en mi mente un montón de preguntas, ¿los que compraron la
aeronave nunca temieron que llegara a fallar?, ¿fue acaso un plan malévolo de
Felipe Calderón comprar un avión defectuoso, a sabiendas que su administración
no lo usaría?, ¿y los que sí lo usarían, sabían y eran conscientes de estas
fallas?
No
sólo se arriesgaron las vidas de políticos, y de toda la comitiva que
acompañaban en sus viajes al presidente Enrique Peña Nieto, sino que también
pusieron en riesgo la vida de sus pilotos y sobrecargos, así como a los
compañeros de la prensa que subieron al equipo. No podemos olvidar que además
de las fallas, el avión fue comprado con sobreprecio.
Con
esto quedan retratados a la perfección dos administraciones a las que lo que
menos les importa son las vidas humanas. O acaso Usted, estimado lector, ¿compraría
un carro que fue utilizado como prototipo, y además presentó fallas?, ¿lo
usaría para sacar a pasear a su familia?, ¿para ir a trabajar?, ¿Y además
carísimo? Dudo que sus respuestas sean afirmativas.
Una
vez que la actual administración entró en funciones, Rodrigo Soto Morales,
experto en seguridad y aeronáutica, de la Universidad Panamericana declaró en
una entrevista a la revista Forbes:
Si no
se usó más tiempo fue porque el presidente entrante, Andrés Manuel
López Obrador, desde su campaña electoral, anunció que uno de sus compromisos
era venderlo, argumentando una necesaria austeridad y señalando que el
precio que se pagó por el mismo había sido estratosférico. Tras
calificarla de “mala compra” el entrevistado agregó: “Lo que se hizo fue una
compra excesiva, desproporcionada; pensada, en su momento, para transportar,
más que nada, al Estado Mayor Presidencial, que se encargaba de la logística de
los viajes del mandatario. Claramente, pudieron elegir mejores opciones en el
mercado”.
Además
de “indecente e insultante”, más allá de ser un derroche y un gasto
estratosférico, no voy a quitar el dedo del renglón: los compradores del avión
se pasaron por el arco del triunfo todas y cada una de las fallas de la
aeronave, desdeñaron la seguridad de los futuros ocupantes, y transitaron de lo
irresponsable hasta lo maquiavélico al permitirlo, pero viniendo de Felipe Calderón,
todo se puede esperar.
Entre
particulares, al celebrar la compraventa de un vehículo se firma una carta
responsiva con la finalidad de dejar en claro las responsabilidades que contrae
y de las que se exoneran cada una de las partes. Andrés Manuel López Obrador no
ha cejado en su intención de trasladar el dominio de ese avión, pero es
importantísimo que se pondere la seguridad. No se trata de “venderlo a como dé
lugar”. Es un monumento, nadie lo duda, a la corrupción y a las prácticas que
tanto daño le han hecho al país, pero no se debe continuar con la cadena de
irresponsabilidades que ya son un lastre para el Boeing 787 Dreamliner, que al
ser una pieza de prueba, es única y los modelos comerciales actuales no tienen
nada que ver con el avión presidencial.
Para
todos aquellos que tengan interés en conocer más a detalle sobre este modelo de
pruebas de la empresa Boeing, les dejo este enlace a la nota que la BBC hizo: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-51483341