29 noviembre 2020

¿Qué esperamos de una representación sindical?

 

¿Qué esperamos de una representación sindical?

Estimados lectores, la pregunta está formulada en plural, porque no se trata solamente de una pregunta personal. Quiero que ustedes también se la hagan, y sobre todo, que pensemos en respuestas. Sabemos que los orígenes de ASSA y ASPA fueron en el seno de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), pero que posteriormente se independizaron para convertirse en sindicatos “independientes”. También sabemos que para el sindicato de sobrecargos, hoy la independencia es sólo un membrete.

Vayamos a los hechos: estamos a pocos días de que se resuelvan diferentes y variados temas, pero hoy sólo hablaremos de los tripulantes al servicio de la empresa Transportes Aeromar. Es sumamente llamativo que al día de hoy estos sobrecargos sean justamente los que más desamparo sienten y no ven en la actual representación sindical la intención de defender sus conquistas laborales, logradas a lo largo de los años.



En mi más reciente columna “El cielo es nuestro”, que se publica los viernes en el portal Hans Digital me referí a la empresa Aeromar y la relación con sus trabajadores, que de unos años para acá se ha vuelto tortuosa. El contexto: tanto pilotos como sobrecargos coinciden en la sensación de que su sindicato “no los representa”, al mismo tiempo que la empresa abusa.

En un mundo ideal, los sobrecargos de Aeromar no tendrían que haber prorrogado su revisión, correspondiente al año 2018, para agosto de 2019 ya que un sindicato a favor de los trabajadores hubiera puesto todo su empeño en conseguir su revisión. Lamentablemente no fue así, y la representación sindical más preocupada en ver por ellos mismos, dejaron en total desamparo a los sobrecargos, permitiendo que prorrogasen su revisión 12 meses.

El principal argumento de la empresa fue la incertidumbre sobre su viabilidad.  Es decir, cargó sobre los hombros de sus trabajadores una responsabilidad que no les compete. Hace dos años, en ese lejano 2018, era la supuesta inversión de Grupo de Avianca en la aerolínea nacional. El manejo fatalista de la empresa llegó al absurdo de pedirles a sus pilotos que recortaran su contrato para “hacerlo más atractivo para el inversionista”.

¿Hacerlo más atractivo pauperizando las condiciones laborales de los pilotos?, No dudo que las mentes financieras de la empresa encuentren lógica la petición. Finalmente la planeación la hacen frente hojas de cálculo y solamente son números. Pero ASPA, el sindicato que conoce y sabe que sus agremiados son de carne y hueso, aceptó enarbolar dicha bandera. Y es que es una estrategia que ya se ha usado en el pasado, pero con Mexicana de Aviación y con Aeroméxico, antes de ponerlas en venta al mejor postor.



A los sobrecargos de Aeromar les comentaron que la empresa no tenía fondos para afrontar sus compromisos adquiridos, y por ello les piden prorrogar la revisión. Un año completo para llenar ese hueco; doce meses completitos para establecer estrategias que le permitieran “afrontar el compromiso adquirido” con sus empleados, uno pensaría que es un tiempo suficiente como para que con la llegada del plazo, todo estuviera planchado, pero no fue así. Llegamos a la nueva fecha en 2019, y el discurso vuelve a ser exactamente el mismo, como si no hubiera pasado el tiempo. ¿Qué hace el sindicato?, empuja a los sobrecargos a aceptar que el aumento (que les correspondía desde el año 2018) se les entregue en dos partes, una en septiembre y otra en marzo de 2020, esto es, su aumento partido en dos.

Tal vez, y solo tal vez, si arrastramos el lápiz lo suficiente podamos entender esta ficción financiera. Pero en el mundo de los hechos, solo encuentro dos formas coloquiales de llamarle a este movimiento: “tomada de pelo”, o “atole con el dedo”. Y es que con este esquema el aumento al salario que les correspondía en 2018 simple y sencillamente desapareció, pues es hasta 2019 que se acuerda el aumento, pero ASSA nunca exigió que fuera retroactivo un año atrás; y por si fuera poco, dicho aumento sería pagado en dos momentos diferentes del calendario, partiendo los porcentajes del aumento, una parte en 2019, y otra parte en 2020.

¿Quiere usted saber que pasó con el aumento al salario de los sobrecargos acordado para marzo de 2020?, pues que no hubo tal; ya saben, la empresa argumenta que la pandemia por Covid19 los ha dejado sin un clavo. Y como el tiempo no se detiene, llegamos a un nuevo emplazamiento a huelga por la revisión salarial de los sobrecargos en agosto del 2020, todo, bajo la inacción del sindicato.



Lo natural es que la representación sindical fuera firme, y con determinación exigiera a la empresa el cumplimiento de todas sus obligaciones adquiridas con su grupo de trabajadores, pero ¿qué pasó en realidad?, pues de nueva cuenta, el sindicato, demostrando una inaceptable flojera de defender a sus agremiados, los volvió a orillar para que aceptaran de una nueva “prórroga”, esta vez para el último día de noviembre.

Suena increíble el argumento que el sindicato y sus representantes dieron para no estallar la huelga y aceptar la prórroga de tres meses: “no tiene caso estallar una huelga, porque se sabe cuándo empieza, pero no cuando termina”. Pero lo hicieron, arguyendo que los sobrecargos de Aeromar deberían sentirse “privilegiados” de que su empresa “no estaba pidiendo recortes”. Poco les importó el enojo y la molestia de los sobrecargos, a quienes además les adeudan otros pagos como bonos y dotación de uniformes.

Todo tiene un límite, y aquí la gota que derrama el vaso viene con el caso de una sobrecargo, que hace unos días me hace una llamada para compartirme su rabia porque no hay papel higiénico en el baño de la sala de reservas de Aeromar, y que tuvo que salir a la plataforma para subir a un avión y “pedir un pedazo de papel higiénico”. Cualquier tripulante sabe que esto, aunque parezca un absurdo, no lo es. Los sobrecargos que están “de reserva” se encuentran perfectamente uniformados y listos para realizar cualquier vuelo que se requiera, en caso de que falte el sobrecargo asignado. No pueden separarse de esa sala durante un promedio seis horas.



Hoy ASSA de México no puede seguirles mintiendo con el falso argumento de que Aeromar no está pidiendo recortes. De los 108 sobrecargos, la empresa quiere la cabeza de 32. La pregunta es seria, ¿el pago de estas liquidaciones también se prorrogaría, como lo han hecho con sus revisiones?, si la empresa no tiene para un rollo de papel higiénico, ¿tiene para pagar las liquidaciones de 32 sobrecargos?

Todos guardan silencio. Las autoridades laborales argumentando un “respeto a la vida interna de los sindicatos”. La empresa ya comprobó que el silencio y los aplazamientos son una fórmula que funciona para no cumplir. Y en el peor de los desempeños, el Sindicato, abúlico hasta niveles insultantes, actúa con la premisa de “calladito me veo más bonito”. Yo no puedo, ni quiero quedarme callada. No puedo quedarme cruzada de brazos ante los ojos ciegos de la representación sindical, que permiten que la empresa abuse de sus trabajadores.

Justamente en la tarde de hoy, que se publica esta columna, los sobrecargos al servicio de la empresa Transportes Aeromar tendrán su asamblea. ¿El sindicato seguirá haciéndose de la vista gorda? Ya lo veremos. Mientras tanto quiero hacer público y patente mi apoyo total con los colegas sobrecargos de Aeromar, ustedes y yo no podemos darnos el lujo de quedarnos callados.

 

Ximena Garmendia

29 de noviembre 2020