¿Se
puede lactar y volar?
La
primera semana del mes de agosto del presente año, es la semana mundial de la
lactancia materna. Cuyo lema este año fue “Apoyar la lactancia materna
para un planeta más saludable”. Esto viene a colación porque el sindicato
de pilotos aviadores, mejor conocido como ASPA, puso en sus redes sociales una
imagen acompañada del siguiente texto: “La lactancia materna debe ser parte
integral de las políticas de bienestar, equidad y salud en el lugar de trabajo.
Gracias por respaldar los temas de género…”
Me
resulta sumamente llamativo que un sindicato, cuyos agremiados son
mayoritariamente hombres, a través de su Comisión de Equidad e Igualdad de
Género, se sume a la semana mundial de la lactancia materna. Incluso dentro de
su sala de reservas cuentan con un lactario y desde el 2017 firmó un “Convenio
de lactancia” con las aerolíneas donde trabajan sus agremiados.
Otra
historia muy diferente es la de mi sindicato. Casi el 80% de los agremiados a
la ASSA de México son mujeres, y muchas de ellas, en edad reproductiva, sin
embargo, a diferencia de ASPA, las sobrecargos no tienen un lactario, ni el
sindicato se ha manifestado en el tema. Eso sí, tiene un edificio que iba a ser
guardería, pero terminó siendo un elefante blanco erigido durante la gestión de
Alejandra Barrales como Secretaria General (1995 al 2001), y nunca se ha usado;
y ahí seguirá, abandonado y cayéndose a pedazos.
Pero
retomemos el tema de lactancia. Las cifras son realmente de escándalo: en
México tan sólo amamanta de manera exclusiva (sin fórmulas lácteas o
sucedáneos, durante los primeros seis meses de vida) el 29 por ciento de madres
según datos de la UNICEF, esto es 7 de cada 10 recién nacidos no son
amamantados. No somos el país con el porcentaje más bajo (ese lugar lo tiene
República Dominicana), pero estamos muy lejos del 50% guatemalteco, o del 90%
que alcanzan países como Chile y Perú, reportados por la UNICEF.
Es por
eso, que año con año la Organización Panamericana de la Salud en conjunto con
la Organización Mundial de la Salud, llevan a cabo una semana mundial en apoyo
a la lactancia materna.
Abramos
un paréntesis y déjenme contarles mi propia experiencia. Me tocó ser Secretaria
de Actas en mi sindicato de 2007 al 2011; en 2008 quedé embarazada de mi
segunda hija, y a diferencia de mis compañeras sobrecargos, no pude “bajarme de
vuelo” a la sexta semana de gestación; como ya contaba con un permiso sindical,
sólo pude ausentarme de mi responsabilidad 40 días antes del alumbramiento, y los
40 días posteriores. Yo sé que esta es la realidad de la gran mayoría de las
mujeres trabajadoras del país, pero irónicamente, al ser un gremio
mayoritariamente femenino, uno daría por sentado que la empatía y la sororidad
por parte de mis compañeras sería total y completa. Nada más falso; fui
duramente criticada por amamantar a mi hija en asambleas, juntas de comité,
juntas particulares y demás menesteres propios de mi investidura como
Secretaria de Actas, amén de tenerla en mi oficina hasta que cumplió un año un
mes.
Recuerdo
como si fuera ayer, los reclamos de muchas sobrecargos, sobre todo de
Aeroméxico, que se quejaban diciendo que “había convertido el sindicato en una
guardería”, y que no debía tener a mi hija ahí. Conocedora de todos los
beneficios de la lactancia efectiva, así como de los derechos humanos y
laborales que tengo como ciudadana mexicana, y como agremiada, hice caso omiso
de las críticas mordaces de mis compañeras sobrecargos, y amamanté un año y un
mes a mi cría.
Para
mi era y sigue siendo inaudito que muchas compañeras vieran con malos ojos que
“amamantase” y que tuviera a mi hija conmigo; censuraron que no la hubiera
llevado a una guardería, pero ¿ya les conté que la guardería del sindicato
nunca funcionó? ¿ya les dije que sólo es un cascarón en ruinas que sigue
generando gastos a la ASSA? Seamos honestos, ninguna guardería o estancia
infantil podría cubrir los horarios en los que un sobrecargo labora, muchos
menos los de las jornadas que demandaba la representación sindical en esos años,
que eran de doce o horas continuas, y a veces más.
Pero regresemos
al presente; mientras ASPA lanza una campaña en conjunto con la OPS y la OMS
para incentivar entre su personal la práctica de la lactancia materna, ASSA de
México ha hecho mutis, y eso que se cuenta con un Centro de Igualdad y Género,
a cargo de Farah Ramírez, sobrecargo de Aeroméxico. Ah, cierto, no están
trabajando por la pandemia de COVID… por eso no están cobrando sus emolumentos
como representación sindical, ¿verdad? Uy, ¿lo escribí o solamente lo pensé?
El
asunto es serio. La lactancia materna es un derecho que las mujeres
trabajadoras tenemos; ASPA incluso instaló un lactario dentro de su sala de
reservas, pero la pregunta es ¿las mujeres pilotos hacen uso del mismo? Es una
pregunta real, y ojalá alguno de los que están leyendo esto me ayude a
resolverla. Y es que no me extrañaría
que una mamá piloto piense dos veces antes de usarlo, sobre todo por esos
estigmas sociales a los que me referí líneas arriba. Es obvio, el tema de la
lactancia no sólo es un tema laboral, es solo una pequeña parte de un gran
todo. La sociedad debe apoyar a las mujeres a lactar y no señalarlas con el
dedo. Los patrones, los sindicatos, todos debemos de involucrarnos y de verdad,
las cifras son escalofriantes.
Cito
textual de la página de la OMS “Invertir en la lactancia materna puede salvar
vidas infantiles y mejorar la salud, el desarrollo social y económico de
individuos y naciones”. Tenemos que ver la pandemia del Covid19 como un
parteaguas en la reorganización, por lo menos en la industria aeronáutica.
Tenemos la oportunidad histórica de revertir la abulia en la que se encuentran
e impulsar campañas y políticas que ayuden a incrementar los números en la
lactancia materna y sobre todo, contribuir a un mejor país.
Se
requiere de un esfuerzo y trabajo conjunto y coordinado. La Secretaría del
Trabajo y Previsión Social debe poner todo su empeño en lograr un permiso de
maternidad más largo que facilite una lactancia exclusiva durante los primeros
meses de vida. El sector privado debe estar abierto a estas medidas y dejar de
ver como “pérdidas” ésta etapa tan importante de la vida de la mujer. Las y los
compañeros de trabajo debemos ser empáticos con las mujeres lactantes. El
sector salud público y privado también puede coadyuvar en llevar a cabo una
lactancia materna exitosa, al no indicar fórmulas lácteas como primera opción.
Es un trabajo de todos. Podemos y debemos hacerlo.
Ximena Garmendia
9 de agosto 2020