La
anti-columna
Tomaré
un tema altamente comentado en los medios tradicionales y algunos alternativos,
y pondré en práctica el ejercicio de hacer una “anti-columna”. Todo comienza
con las palabras “Aeroméxico, libra liquidación”, que es el nombre que Marco A.
Mares, pone a su columna financiera del pasado 29 de enero, en el periódico El
Economista. Y es que siendo fieles a la verdad, Aeroméxico no libró liquidación
alguna, es más, evidentemente jamás ha estado en peligro real de quebrar por
los salarios y prestaciones de sus trabajadores.
Con
una narrativa que más parece guion de película de acción, Marco A. Mares nos
introduce en una escena que se antoja apoteósica; nos habla de un avión cayendo
en picada y sin control, ya sin combustible y encima, pasando por en medio de
un cumulus nimbus espectacular, pero que gracias al sacrificio de sangre que
realizan a bordo de ese vuelo, los pilotos logran rescatar la aeronave ya
declarada en emergencia con un aterrizaje exitoso.
Este
columnista parte de un sofisma muy perverso: hacerle creer al lector que el
tamaño de las prestaciones y salarios de los tripulantes son de tal envergadura
que si no eran recortadas, la aerolínea estaría al borde de la perdición. Sin
embargo, quienes pertenecemos al maravilloso mundo de la aviación, sabemos que
eso es falso, que el porcentaje real del costo total de la operación, tan sólo
en el rubro de tripulaciones (pilotos y sobrecargos), no pasa del 10%; por ello
es una falacia hacer creer al lector que este grupo de trabajadores son unos “chupasangre”
de primera clase.
Nuestro
columnista estrella prosigue en su discurso mencionando que el monto total de
la deuda de la empresa es de muchos miles de millones de dólares, y en esa
bolsa evidentemente incluye uno de los rubros que en verdad merman las finanzas
de Aeroméxico, y es la renta de las aeronaves. Y esta es la razón, dicho sea de
paso, por la que la empresa del Caballero Águila ha estado trabajando con la
llamada “renta líquida”, que no es otra cosa más que la renta “por hora” de los
equipos.
Marco
A. Mares describe a grandes rasgos los acuerdos que, a través de sus
sindicatos, hicieron tanto pilotos como sobrecargos, y contabiliza el monto de
ahorros en casi 350 millones de dólares; pero pasa por alto que los accionistas
mexicanos de la aerolínea la dejaron a la deriva al no hacer absolutamente nada
durante esta crisis; el autor de la columna también deja de lado la circunstancia
de que Delta Air Lines, cuyo porcentaje de acciones es del 49%, fue muy clara
al declarar que no iba a “ayudar” a la aerolínea mexicana, pues ellos estaban
recibiendo ayuda del gobierno norteamericano y no podían hacer nada al
respecto.
Desde
todos los puntos de vista, la intención del columnista es que entre su público
permée la idea de que “la única” salida para la aerolínea encabezada por Andrés
Conesa era la reestructura de los contratos con sus trabajadores. Pero si somos
fieles a la verdad, Apollo Global (la fiduciaria que les va a prestar el
dinero) jamás hizo esa petición, solamente dijo que la reestructura tendría que
hacerse bajo las leyes mexicanas. Es decir, que si al igual que en empresas
aeronáuticas de otras latitudes, la reestructura partía del recorte de
personal, fueran “desvinculados” conforme a la Ley Federal del Trabajo. Apollo
Global nunca pidió que los recortes fueran a los derechos y condiciones
laborales. No obstante, Andrés Conesa, aprovechó a su favor la traducción y
dejó en el imaginario de todos que Apollo iba por los Contratos Colectivos.
Otro
punto muy importante que el columnista deja fuera, es que los pilotos desde
2010, y los sobrecargos en 2014, hicieron recortes a sus respectivos Contratos
Colectivos; eso sin contar los innumerables ahorros que generaron desde que
comenzó la pandemia, porque siendo francos, con la con crisis sanitaria como
escudo, ha abusado del trabajador, violando reiteradamente los convenios y
contratos a placer e impunemente.
El
perínclito columnista, ya sin vergüenza alguna, renglones abajo hace alarde de
“lo positivo” de dichos acuerdos, y que esto ha llevado a que en días subsecuentes,
las acciones de la empresa han elevado su costo, incluso sin apoyo
gubernamental.
Con
esta manera tan efectista, la pluma de Marco A. Mares da por zanjado el tema. Pero
no, no podemos dar este tema por concluido, y menos cuando los trabajadores
están siendo pisoteados por los empresarios de manera artera y desleal; los
dueños de la empresa, quienes no pretenden gastar ni un centavo de sus
voluminosas fortunas, tratan por todos los medios de que los trabajadores se
coman el cuento de que gracias a su sacrificio “se ha salvado la empresa de la
quiebra”.
Es
perverso, pero sobre todo descarado, que los trabajadores tengan que agradecer
el “tener chamba”; ¿a qué costo?, mientras en las altas esferas cenan con
caviar y brindan con champaña, los de abajo, seguirán sometidos mientras no se
den cuenta de lo que valen y su importancia; sin los trabajadores no hay
empresa, los dueños, no pueden volar un avión.
Ximena
Garmendia
31 de enero
2021