31 enero 2021

La anti-columna


La anti-columna

Tomaré un tema altamente comentado en los medios tradicionales y algunos alternativos, y pondré en práctica el ejercicio de hacer una “anti-columna”. Todo comienza con las palabras “Aeroméxico, libra liquidación”, que es el nombre que Marco A. Mares, pone a su columna financiera del pasado 29 de enero, en el periódico El Economista. Y es que siendo fieles a la verdad, Aeroméxico no libró liquidación alguna, es más, evidentemente jamás ha estado en peligro real de quebrar por los salarios y prestaciones de sus trabajadores.




Con una narrativa que más parece guion de película de acción, Marco A. Mares nos introduce en una escena que se antoja apoteósica; nos habla de un avión cayendo en picada y sin control, ya sin combustible y encima, pasando por en medio de un cumulus nimbus espectacular, pero que gracias al sacrificio de sangre que realizan a bordo de ese vuelo, los pilotos logran rescatar la aeronave ya declarada en emergencia con un aterrizaje exitoso.

Este columnista parte de un sofisma muy perverso: hacerle creer al lector que el tamaño de las prestaciones y salarios de los tripulantes son de tal envergadura que si no eran recortadas, la aerolínea estaría al borde de la perdición. Sin embargo, quienes pertenecemos al maravilloso mundo de la aviación, sabemos que eso es falso, que el porcentaje real del costo total de la operación, tan sólo en el rubro de tripulaciones (pilotos y sobrecargos), no pasa del 10%; por ello es una falacia hacer creer al lector que este grupo de trabajadores son unos “chupasangre” de primera clase.



Nuestro columnista estrella prosigue en su discurso mencionando que el monto total de la deuda de la empresa es de muchos miles de millones de dólares, y en esa bolsa evidentemente incluye uno de los rubros que en verdad merman las finanzas de Aeroméxico, y es la renta de las aeronaves. Y esta es la razón, dicho sea de paso, por la que la empresa del Caballero Águila ha estado trabajando con la llamada “renta líquida”, que no es otra cosa más que la renta “por hora” de los equipos.

Marco A. Mares describe a grandes rasgos los acuerdos que, a través de sus sindicatos, hicieron tanto pilotos como sobrecargos, y contabiliza el monto de ahorros en casi 350 millones de dólares; pero pasa por alto que los accionistas mexicanos de la aerolínea la dejaron a la deriva al no hacer absolutamente nada durante esta crisis; el autor de la columna también deja de lado la circunstancia de que Delta Air Lines, cuyo porcentaje de acciones es del 49%, fue muy clara al declarar que no iba a “ayudar” a la aerolínea mexicana, pues ellos estaban recibiendo ayuda del gobierno norteamericano y no podían hacer nada al respecto.



Desde todos los puntos de vista, la intención del columnista es que entre su público permée la idea de que “la única” salida para la aerolínea encabezada por Andrés Conesa era la reestructura de los contratos con sus trabajadores. Pero si somos fieles a la verdad, Apollo Global (la fiduciaria que les va a prestar el dinero) jamás hizo esa petición, solamente dijo que la reestructura tendría que hacerse bajo las leyes mexicanas. Es decir, que si al igual que en empresas aeronáuticas de otras latitudes, la reestructura partía del recorte de personal, fueran “desvinculados” conforme a la Ley Federal del Trabajo. Apollo Global nunca pidió que los recortes fueran a los derechos y condiciones laborales. No obstante, Andrés Conesa, aprovechó a su favor la traducción y dejó en el imaginario de todos que Apollo iba por los Contratos Colectivos.

Otro punto muy importante que el columnista deja fuera, es que los pilotos desde 2010, y los sobrecargos en 2014, hicieron recortes a sus respectivos Contratos Colectivos; eso sin contar los innumerables ahorros que generaron desde que comenzó la pandemia, porque siendo francos, con la con crisis sanitaria como escudo, ha abusado del trabajador, violando reiteradamente los convenios y contratos a placer e impunemente.

El perínclito columnista, ya sin vergüenza alguna, renglones abajo hace alarde de “lo positivo” de dichos acuerdos, y que esto ha llevado a que en días subsecuentes, las acciones de la empresa han elevado su costo, incluso sin apoyo gubernamental.

Con esta manera tan efectista, la pluma de Marco A. Mares da por zanjado el tema. Pero no, no podemos dar este tema por concluido, y menos cuando los trabajadores están siendo pisoteados por los empresarios de manera artera y desleal; los dueños de la empresa, quienes no pretenden gastar ni un centavo de sus voluminosas fortunas, tratan por todos los medios de que los trabajadores se coman el cuento de que gracias a su sacrificio “se ha salvado la empresa de la quiebra”.

Es perverso, pero sobre todo descarado, que los trabajadores tengan que agradecer el “tener chamba”; ¿a qué costo?, mientras en las altas esferas cenan con caviar y brindan con champaña, los de abajo, seguirán sometidos mientras no se den cuenta de lo que valen y su importancia; sin los trabajadores no hay empresa, los dueños, no pueden volar un avión.

Ximena Garmendia

31 de enero 2021