Rosario Avilés
Acoso laboral: mal ambiente empresarial
Hace unas tres semanas nos enteramos del despido de 15 aviadores en la aerolínea Volaris. ¿Su pecado? Haber pedido cambios en la forma de administrar las operaciones, en particular la acumulación de fatiga de vuelo que, es bien sabido a nivel internacional, es uno de los factores contribuyentes y/o críticos para desatar accidentes.
Los tripulantes de esta empresa de bajo costo pidieron a la empresa que atendiera sus demandas de la manera más comedida posible: redactaron una carta dirigida al jefe de pilotos y a los jefes de cada base, donde exponían las demandas; excesivos cambios de rol (a última hora y sin fijarse en la acumulación de fatiga); jornadas nocturnas y mixtas, falta de pago de horas extra, etc.
Además de las cartas hubo reuniones, se hizo un chat con todos los pilotos registrados con su nombre y apellido, más foto y demás para que no se prestara a comentarios anónimos. En este chat llegaron a participar más de 300 pilotos, más de la mitad de la planta.
Se acercaron a su sindicato (el STIAS, creado por Ramón Gámez en esa zona semioscura del sindicalismo blanco). El STIAS negoció como siempre sin involucrar a la base y sin atender los problemas señalados.
A pesar de las promesas en contario, un buen día los pilotos más comprometidos con estas peticiones fueron obligados a renunciar y dentro de la empresa, el clima de intimidación y represalias ya ha hecho sus estragos. Ya van 15 despedidos y se esperan más.
No es un secreto lo que ocurre en Volaris. Lo curioso es que hace unos 10 años ellos solicitaron financiamiento a la Corporación Financiera Internacional (CFI), organismo del Banco Mundial para darle impulso a su proyecto. El apoyo les fue otorgado, pero para ello firmaron cláusulas para atenerse a las mejores prácticas, entre ellas las laborales. Es evidente que ya salieron de ese compromiso y que si alguna vez se vieron obligados a firmar esas cláusulas, ahora están gritando a los cuatro vientos que sólo se apegaron a ellas porque necesitaban el dinero.
Sería interesante saber qué puede ocurrir con quienes compraron sus certificados en el NYCE, donde la aerolínea ya ha tenido problemas por otras razones, si se difunden las violaciones a la normativa de los acuerdos paralelos al TLCAN en materia laboral. ¿O será que ya no podemos llamar con toda propiedad a esta empresa una aerolínea mexicana?
Dentro de un par de meses se llevará a cabo en nuestro país el Primer Congreso para evitar el Acoso Laboral (Mobbing, como se le conoce regularmente). A la par, los impulsores de este encuentro en el que participan diversas empresas, instituciones y universidades llevarán al Congreso de la Unión una iniciativa para legislar sobre esta práctica que daña profundamente no sólo a la productividad, a los derechos humanos y a las buenas prácticas empresariales, sino que se aúna al clima de violencia general que lastima a nuestro país en todos los órdenes.
Este flagelo incluye terrorismo laboral, prácticas intimidatorias en todos los órdenes a quienes se atreven a protestar por las malas condiciones en el interior de las empresas; descrédito y daño moral; despido injustificado y muchas otras prácticas que por desgracia no han sido superadas en nuestra cultura organizacional. Qué pena que así ocurra porque los principales afectados son las mismas empresas, sus directivos que así demeritan el buen nombre de sus empresas y a la postre los consumidores y la sociedad entera.
Lo oí en 123.45:Muchas felicidades a nuestros amigos de Transporte Siglo XXI, que están cumpliendo 15 años de publicar su portal en internet y hacen una magnífica labor en el sector de infraestructura. Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirles a los trabajadores su patrimonio.
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