¿Qué
ha pasado en este año?
Con
esta pregunta comienza mi última columna del año en Sobrecargo Informa. El 2020
ha sido un año caótico, por decir lo menos, sin embargo, las grandes crisis nos
brindan una gran oportunidad de renovarnos.
Y
es que este año le ha dado “con tubo” a la aviación, nacional e internacional; estamos
ciertos que no teníamos contemplado en nuestro panorama todo lo que ha pasado
en la aviación. Sin embargo, no nos centraremos en la aviación mundial sino en
la nacional. Me imagino a los directivos de las aerolíneas mexicanas en pleno
brindis de año nuevo, y jamás se imaginaron la tormenta que estaba por llegar.
El
2020 pintaba bien; un año para seguir en franco crecimiento. Aeroméxico
continuaba con sus planes de acabar con sus competidores mediante la guerra
sucia y competencia desleal; hoy sabemos que su estrategia e vino a explotar en
las manos. Tan confiado y seguro estaba el caballero Águila, que jamás se
percató del caos que estaba generando en su propia empresa, pagando el costo de
estar dentro del Capítulo 11, en los Estados Unidos de Norteamérica.
Seré
muy clara en este punto, porque varios trabajadores se han acercado a mí para
hacerme la siguiente pregunta: ¿qué hizo Aeroméxico en los 10 años que no tuvo
la competencia de Mexicana de Aviación?; se quedó con el 50% de varias de las
empresas de la compañía más antigua de México y la cuarta del mundo, ¿por qué
motivo no aguantó el embate de la pandemia, si es la aerolínea más grande del
país?, ¿por qué, si volaba en tres continentes, y era prácticamente un
monopolio?
No
se requiere mucha ciencia para explicar el caso de la aerolínea del caballero
Águila; se reduce a mala (léase “pésima”) administración, en manos de Andrés
Conesa, quien prefiere “darse bonos millonarios” a costa de sacrificar fuentes
de empleo, contratos colectivos y terminar por pauperizar a los empleados de la
industria aeronáutica. Lo digo sin eufemismos porque creo que la función del
Director de Aeroméxico era tener una empresa boyante; pero si el objetivo,
desde el principio, era “quebrar” a la empresa, entonces habrá que aplaudirle
de pie, pues está a punto de conseguirlo.
Y
es que yo no puedo olvidar que en marzo de este año, cuando apenas empezaba la
pandemia en el país, el tono de Andrés Conesa Labastida rayaba en lo optimista,
asumiendo que la misma sería tan corta que para el mes de julio, las aguas estarían
volviendo a su cauce.
¿Qué
ha pasado con los trabajadores de esta aerolínea? Bajo la perversa figura de
“renuncia voluntaria”, la empresa no ha corrido a sus trabajadores, solamente
les ha invitado a “desvincularse” de manera voluntaria, bajo la promesa de una
futura recontratación, con lo cual mata dos pájaros de un tiro, simula seguir
las recomendaciones del Gobierno Federal de no correr trabajadores, y estos aceptan
esperanzados. Con este sagaz movimiento, se evitan todas demandas por despidos
y recortes.
A
todo hay que sumarle el pésimo ambiente laboral de la aerolínea: trabajadores
sobreexplotados y con sueldos recortados; y a los que no lograron quitarles un
porcentaje de su salario sólo trabajan 15 días, para no pagarles el mes
completo; trabajadores que forzosamente
están con permiso sin goce de sueldo por un año; trabajadores que no saben si mantendrán sus
conquistas laborales ganadas a pulso a lo largo de los años, ante el amago de
la empresa (a veces velado, a veces cínico) por modificarlos por “órdenes” del
fondeador y del Capítulo 11; pilotos a los que se les adeuda el aumento
correspondiente a 2019, y un largo, penoso, incluso doloroso etcétera.
Si
volteamos la mirada encontraremos a la empresa Transportes Aeromar, cuyos
dueños y administradores llevan años con el mismo cuento: “la empresa está en
crisis”, y por lo mismo, esta pandemia les vino “como anillo al dedo”, pues
alegando falta de estabilidad económica, han dejado de cumplir con las
múltiples obligaciones que tienen para con sus empleados: aumentos al salario
desde 2018, bonos, pagos de tiempo extra, uniformes y la lista se incrementó
durante 2019, y lo que llevamos de 2020. Pilotos y sobrecargos se sienten
abandonados por sus respectivos sindicatos, que han permitido llegar a estos
niveles insultantes de incumplimiento por parte de la empresa.
Interjet,
comenzó el año con una fuerte crisis, derivada en parte por la guerra sucia de
Aeroméxico, y también por malos manejos y desafortunadas decisiones de sus
directivos y administradores. Están a borde del colapso, del que nadie quiere
hacerse cargo, ni la propia empresa, ni el sindicato, ni el gobierno en turno.
El último trimestre del año hemos sido testigos de la espiral en descenso de la
aerolínea que alguna vez ocupó el segundo lugar en la preferencia de los
viajeros, tanto nacionales como extranjeros.
Solo
dos empresas, Volaris y VivaAerobus, de forma hábil y con gracia han podido
sortear la pandemia por Covid19. En el caso de Volaris, su modelo importado de
LATAM rinde frutos al configurar sus equipos para transportar más pasajeros
ahorrándose en equipos, tripulantes, combustible, y demás trabajadores que se
requieren para la operación de vuelo.
Por
su parte VivaAerobus se ha visto favorecida por la creatividad de su CEO, Juan
Carlos Zuazua, un magnífico mago y hechicero de altos vuelos, que ha hecho crecer
a la empresa contra todo pronóstico; como un buen jugador de ajedrez, ha tenido
el tiempo suficiente para ver el tablero y observar los movimientos de los
demás jugadores, dónde colocan sus piezas y cuáles han sido sus estrategias de juego
realizadas. Excelente observador supo ver la oportunidad que se le presentaba; al
ser una aerolínea mayoritariamente de vuelos nacionales, podemos decir que el
cierre de algunas fronteras no le hizo gran mella. Apoyado en el mercado
doméstico, aprovechó los huecos de las otras aerolíneas y como “el que no
arriesga no gana”, se atrevió a abrir rutas que ninguna otra línea aérea
hubiera sopesado. Estaremos atentos a su juego, en el futuro, para la era
Post-Covid.
Pero
la aviación no se reduce a las líneas aéreas; debo hacer mención del sisma en
la otrora DGAC (ahora AFAC). Recordemos que se inhabilitó a los terceros
autorizados, responsables de los exámenes médicos de los trabajadores
aeronáuticos, como las tripulaciones, mecánicos, etc. A raíz de volver a centralizar
el procedimiento para los exámenes médicos, y con la pandemia encima, el
servicio se saturó, obligando a autorizar una prórroga para una fecha que, posteriormente
volvieron a mover. Finalmente, y ante una realidad inocultable, tuvieron que “darle
pa’ tras” y decir que siempre no. Cuando las cosas funcionan, lo digo;
desafortunadamente tengo que decir que hoy es un calvario sacar cita para el
examen médico, y más el tema de la vigencia de licencias.
Por
si esto fuera poco, la AFAC tuvo una auditoria que terminó el último día de
octubre, pero de la cual aún no tenemos los resultados. Lo único que sabemos es
que el 26 de noviembre Rodrigo Vázquez Colmenares anunció su renuncia como
titular de la AFAC, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
La agencia sigue sin cabeza al frente, al momento de escribir estas líneas.
La
pregunta obligada es ¿qué pasará para el 2021? Esa, señores, será tema de una columna,
pero del año que viene.
Quiero
cerrar este año agradeciendo a todos mis lectores. Es para ustedes que escribo,
con la finalidad de informales los acontecimientos en el interior de las
aerolíneas, siempre desde la perspectiva del trabajador. Deseo que pasen
felices fiestas, aunque sé que en estos tiempos puede ser complicado… pero
siendo honestos ¿qué sobrecargo ha pasado estas fechas sin complicaciones? Es
parte de nuestra naturaleza, y así como somos capaces de dar el 100% en el
aire, también podemos tener los pies en la tierra, y reconocer que somos
afortunados y que estamos vivos.
De
corazón, para todos los que están leyendo esto: Feliz navidad, feliz año nuevo.
Nos
vemos en enero.
Ximena
Garmendia
13 de diciembre
2020