Replantear la aviación
El Jue, 02 de Octubre de 2014, 00:53 am, por David Páramo
Evidentemente la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México no sólo será la más grande obra de infraestructura durante la administración de Enrique Peña Nieto y el principio, sólo el principio, de la solución a un problema muchísimo más grande.
Hasta el momento, las iniciativas para aumentar el turismo a México por parte de la Secretaría de Turismo, encabezada por Claudia Ruiz Massieu, no han aportado nada novedoso y, dicho sea de paso, no han cambiado la realidad como se debería cuando el Presidente de la República lo convirtió en una prioridad de su administración.
El mismo esquema de siempre. Gastar grandes cantidades de recursos en campañas de promoción por todo el mundo para mostrar las bellezas del país y jurar que los problemas de seguridad se dan en lugares específicos.
Estas campañas se estrellan en contra de la realidad. Usemos de ejemplo al puerto de Acapulco. Podrá decir la Sectur que son lugares aislados. El asesinato del secretario general del Partido Acción Nacional se dio en la Quebrada. ¿Hay otro lugar más representativo de Acapulco que ese? Es como si se cometiera un asesinato en la Torre Eiffel o a la mitad del Golden Gate.
Independientemente del poco impacto y mucho gasto de estas campañas publicitarias, hay problemas sustancialmente más graves. Siguiendo con el ejemplo. ¿Alguna vez ha tenido la desgracia de usar la terminal aérea de Acapulco? Evidentemente está en las antípodas de lo que, se supone, es uno de los lugares más atractivos del mundo para el turismo.
El problema de las terminales aéreas es prácticamente generalizado. Quizá la única excepción es el aeropuerto de Cancún. Piense en las terminales de Huatulco, Puerto Vallarta y una lista prácticamente infinita.
Es cierto que el gobierno sólo puede tomar decisiones directas sobre el AICM, puesto que los demás han sido entregados a grupos privados para que los operen de una manera que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes debería revisar.
Otra vez, salvo Cancún, los grados de inversión en el mejoramiento de las terminales aéreas es verdaderamente lamentable. Los grupos aeroportuarios, que tienen muy elevadas utilidades, invierten muy poco en mejorar las condiciones para los pasajeros, lo que se convierte en una barrera de entrada para el turismo.
Bien dijo el Presidente de la República que un aeropuerto es la primera impresión que tiene un turista sobre un país. ¿Cuántas terminales del país son una buena experiencia para los viajeros?
Competencia
Hay un segundo problema para el turismo, la poca competencia que se da en el sector de la aviación en detrimento de los usuarios y de quienes no encuentran condiciones para tener acceso a este medio de transporte.
Aeroméxico, encabezado por Eduardo Tricio, no logra obtener las ventajas de una posición dominante en el mercado, pues transfiere a los usuarios sus elevados costos de operación.
La incapacidad de la administración de esta línea aérea para llegar a acuerdos con sus sindicatos a favor de la disminución de costos es pagada por los usuarios. No importa que utilicen una gran maquinaria de relaciones públicas para hacer creer que su derrota con la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación fue una decisión correcta y que disminuye los costos. Basta comparar lo que pretendían ahorrar con el contrato B y lo que realmente pueden hacer.
El resto de las líneas aéreas (Volaris, Interjet y VivaAerobus) ciertamente han ganado participación de mercado. Quizá una señal es que el AICM está saturado en gran medida porque la terminal 1 está operando ya desde hace algún tiempo al máximo de su capacidad. Aquí el tema no es la insuficiencia de pistas sino el hecho que simple y sencillamente ya se ocuparon todos los slots y espacios comerciales.
La dependencia que encabeza Gerardo Ruiz Esparza debería estar analizando la situación de una manera global. La construcción de la nueva terminal aérea es, sin duda, una gran noticia, pero no alcanza.
En el tiempo de la construcción, por lo menos, se tiene que reactivar terminales como Toluca o Querétaro, que han sido abandonadas a pesar de las excelentes condiciones que presentan, particularmente la de la capital del Estado de México.
En segundo término, obligar a los concesionarios de las terminales aéreas que inviertan mucho más en aeropuertos que, desgraciadamente, en algunos casos son poco más que palapas con pista de aterrizaje.
Apertura
Y la gran decisión que debe tomar la SCT es la apertura de cielos. Es claro que permitir operaciones de cabotaje de las líneas aéreas extranjeras, como lo ha pedido incluso la Sectur y una buena parte de los gobernadores de entidades con vocación turística, terminaría con las líneas aéreas nacionales y en particular con Aeroméxico que tiene muy graves problemas de costos.
Hay quienes señalan que se debe proteger a esta industria argumentando que generaría la pérdida de fuentes de trabajo; sin embargo, esta posición choca con la tendencia que se ha seguido por esta administración puesto que ha puesto por encima a los consumidores sobre el interés particular de una empresa por más preponderancia que pueda tener en determinado sector.
En la apertura de cielos se debe considerar, de una manera muy importante, que se requiere más conectividad y a un menor precio. Quizá ha llegado el momento de que la dependencia encabezada por Ruiz Esparza dé señales claras sobre la apertura de cielos, puesto que no sólo tiene un importante impacto en la conectividad del país sino del turismo.
También ha llegado el momento de que la dependencia encabezada por Ruiz Massieu deje de celebrar supuestos éxitos que se dan de manera coyuntural y no como resultado de una política del Estado. El propio jefe del Ejecutivo ha dicho una y otra vez en sus discursos que seguir haciendo lo mismo y esperar respuestas diferentes es un error. En Sectur siguen haciendo lo mismo que, quizá, los últimos tres o cuatro titulares de esa dependencia.
Es fácil y atractivo hacer campañas de publicidad o eventos internacionales, pero eso es total y absolutamente insuficiente. Es momento que la Sectur tome decisiones mucho más ambiciosas.