29 noviembre 2020

¿Qué esperamos de una representación sindical?

 

¿Qué esperamos de una representación sindical?

Estimados lectores, la pregunta está formulada en plural, porque no se trata solamente de una pregunta personal. Quiero que ustedes también se la hagan, y sobre todo, que pensemos en respuestas. Sabemos que los orígenes de ASSA y ASPA fueron en el seno de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), pero que posteriormente se independizaron para convertirse en sindicatos “independientes”. También sabemos que para el sindicato de sobrecargos, hoy la independencia es sólo un membrete.

Vayamos a los hechos: estamos a pocos días de que se resuelvan diferentes y variados temas, pero hoy sólo hablaremos de los tripulantes al servicio de la empresa Transportes Aeromar. Es sumamente llamativo que al día de hoy estos sobrecargos sean justamente los que más desamparo sienten y no ven en la actual representación sindical la intención de defender sus conquistas laborales, logradas a lo largo de los años.



En mi más reciente columna “El cielo es nuestro”, que se publica los viernes en el portal Hans Digital me referí a la empresa Aeromar y la relación con sus trabajadores, que de unos años para acá se ha vuelto tortuosa. El contexto: tanto pilotos como sobrecargos coinciden en la sensación de que su sindicato “no los representa”, al mismo tiempo que la empresa abusa.

En un mundo ideal, los sobrecargos de Aeromar no tendrían que haber prorrogado su revisión, correspondiente al año 2018, para agosto de 2019 ya que un sindicato a favor de los trabajadores hubiera puesto todo su empeño en conseguir su revisión. Lamentablemente no fue así, y la representación sindical más preocupada en ver por ellos mismos, dejaron en total desamparo a los sobrecargos, permitiendo que prorrogasen su revisión 12 meses.

El principal argumento de la empresa fue la incertidumbre sobre su viabilidad.  Es decir, cargó sobre los hombros de sus trabajadores una responsabilidad que no les compete. Hace dos años, en ese lejano 2018, era la supuesta inversión de Grupo de Avianca en la aerolínea nacional. El manejo fatalista de la empresa llegó al absurdo de pedirles a sus pilotos que recortaran su contrato para “hacerlo más atractivo para el inversionista”.

¿Hacerlo más atractivo pauperizando las condiciones laborales de los pilotos?, No dudo que las mentes financieras de la empresa encuentren lógica la petición. Finalmente la planeación la hacen frente hojas de cálculo y solamente son números. Pero ASPA, el sindicato que conoce y sabe que sus agremiados son de carne y hueso, aceptó enarbolar dicha bandera. Y es que es una estrategia que ya se ha usado en el pasado, pero con Mexicana de Aviación y con Aeroméxico, antes de ponerlas en venta al mejor postor.



A los sobrecargos de Aeromar les comentaron que la empresa no tenía fondos para afrontar sus compromisos adquiridos, y por ello les piden prorrogar la revisión. Un año completo para llenar ese hueco; doce meses completitos para establecer estrategias que le permitieran “afrontar el compromiso adquirido” con sus empleados, uno pensaría que es un tiempo suficiente como para que con la llegada del plazo, todo estuviera planchado, pero no fue así. Llegamos a la nueva fecha en 2019, y el discurso vuelve a ser exactamente el mismo, como si no hubiera pasado el tiempo. ¿Qué hace el sindicato?, empuja a los sobrecargos a aceptar que el aumento (que les correspondía desde el año 2018) se les entregue en dos partes, una en septiembre y otra en marzo de 2020, esto es, su aumento partido en dos.

Tal vez, y solo tal vez, si arrastramos el lápiz lo suficiente podamos entender esta ficción financiera. Pero en el mundo de los hechos, solo encuentro dos formas coloquiales de llamarle a este movimiento: “tomada de pelo”, o “atole con el dedo”. Y es que con este esquema el aumento al salario que les correspondía en 2018 simple y sencillamente desapareció, pues es hasta 2019 que se acuerda el aumento, pero ASSA nunca exigió que fuera retroactivo un año atrás; y por si fuera poco, dicho aumento sería pagado en dos momentos diferentes del calendario, partiendo los porcentajes del aumento, una parte en 2019, y otra parte en 2020.

¿Quiere usted saber que pasó con el aumento al salario de los sobrecargos acordado para marzo de 2020?, pues que no hubo tal; ya saben, la empresa argumenta que la pandemia por Covid19 los ha dejado sin un clavo. Y como el tiempo no se detiene, llegamos a un nuevo emplazamiento a huelga por la revisión salarial de los sobrecargos en agosto del 2020, todo, bajo la inacción del sindicato.



Lo natural es que la representación sindical fuera firme, y con determinación exigiera a la empresa el cumplimiento de todas sus obligaciones adquiridas con su grupo de trabajadores, pero ¿qué pasó en realidad?, pues de nueva cuenta, el sindicato, demostrando una inaceptable flojera de defender a sus agremiados, los volvió a orillar para que aceptaran de una nueva “prórroga”, esta vez para el último día de noviembre.

Suena increíble el argumento que el sindicato y sus representantes dieron para no estallar la huelga y aceptar la prórroga de tres meses: “no tiene caso estallar una huelga, porque se sabe cuándo empieza, pero no cuando termina”. Pero lo hicieron, arguyendo que los sobrecargos de Aeromar deberían sentirse “privilegiados” de que su empresa “no estaba pidiendo recortes”. Poco les importó el enojo y la molestia de los sobrecargos, a quienes además les adeudan otros pagos como bonos y dotación de uniformes.

Todo tiene un límite, y aquí la gota que derrama el vaso viene con el caso de una sobrecargo, que hace unos días me hace una llamada para compartirme su rabia porque no hay papel higiénico en el baño de la sala de reservas de Aeromar, y que tuvo que salir a la plataforma para subir a un avión y “pedir un pedazo de papel higiénico”. Cualquier tripulante sabe que esto, aunque parezca un absurdo, no lo es. Los sobrecargos que están “de reserva” se encuentran perfectamente uniformados y listos para realizar cualquier vuelo que se requiera, en caso de que falte el sobrecargo asignado. No pueden separarse de esa sala durante un promedio seis horas.



Hoy ASSA de México no puede seguirles mintiendo con el falso argumento de que Aeromar no está pidiendo recortes. De los 108 sobrecargos, la empresa quiere la cabeza de 32. La pregunta es seria, ¿el pago de estas liquidaciones también se prorrogaría, como lo han hecho con sus revisiones?, si la empresa no tiene para un rollo de papel higiénico, ¿tiene para pagar las liquidaciones de 32 sobrecargos?

Todos guardan silencio. Las autoridades laborales argumentando un “respeto a la vida interna de los sindicatos”. La empresa ya comprobó que el silencio y los aplazamientos son una fórmula que funciona para no cumplir. Y en el peor de los desempeños, el Sindicato, abúlico hasta niveles insultantes, actúa con la premisa de “calladito me veo más bonito”. Yo no puedo, ni quiero quedarme callada. No puedo quedarme cruzada de brazos ante los ojos ciegos de la representación sindical, que permiten que la empresa abuse de sus trabajadores.

Justamente en la tarde de hoy, que se publica esta columna, los sobrecargos al servicio de la empresa Transportes Aeromar tendrán su asamblea. ¿El sindicato seguirá haciéndose de la vista gorda? Ya lo veremos. Mientras tanto quiero hacer público y patente mi apoyo total con los colegas sobrecargos de Aeromar, ustedes y yo no podemos darnos el lujo de quedarnos callados.

 

Ximena Garmendia

29 de noviembre 2020

 

 

22 noviembre 2020

¿Qué sigue después de las elecciones?

 

¿Qué sigue después de las elecciones?

“A los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que verdad”, dijo Voltaire, el escritor, filósofo y abogado francés. Estimados lectores, esta columna será de índole personal. Y es que la muerte, otra vez se atravesó en el camino. Cuento la historia: hace algunos años el fallecimiento de mi madre me sumió en una terrible depresión; entonces estaba volando en Mexicana en el 6x4, sistema alterno de trabajo que tuvo la desgracia o la benevolencia, de permitirme llegar de mi bloque de vuelo el día del cumpleaños de mi madre.

Ese día llegué a coordinadora, y lo primero que hice fue llamarle a mi madre por teléfono para felicitarla. Tenía fiesta, y mi hija estaba con ella departiendo con sus invitados. Así que después de las felicitaciones por su cumpleaños y hablar con mi hija, que se iba a quedar a dormir con su abuela, me fui a mi casa.



Al día siguiente, un primo me llamó por teléfono para avisarme que mi mamá estaba ya muy mal. Apenas cuatro meses antes había recibido el diagnóstico: cáncer. Su cumpleaños fue el 1º de marzo. Le avisé a mi hermano, que no se tardó nada en llegar a mi casa, y nos fuimos a ver mi mamá. Cuando llegamos, sólo alcanzamos a despedirnos de ella; mi mamá diciendo que ahí estaban sus tres hijos: mi hermano, al que llamaba “su sol” por su caballera rubia, mi hija que era para ella como su segunda hija, y yo. Murió tranquila, rodeada de sus seres queridos y en su cama, ya bajo los efectos de la morfina que paliaba su dolor.

Tras el lamentable suceso caigo en una depresión terrible. Como buena sobrecargo, seguí volando, pero mis bloques de descanso de 4 días me la pasaba durmiendo para evadirme de la realidad. Fue en Medicina de Aviación que encontré a una compañera, y en la charla la felicito por haber ganado la Secretaría de Actas sindical; jamás pensé que me iba a proponer la posibilidad de irme a trabajar con ella, como adjunta.

No lo dudé; tenía que salir del letargo en el que estaba sobreviviendo. En ese momento el sindicalismo se volvió mi tabla de salvación; ASSA se convirtió en el lugar ideal para aprender y estar cerca de la acción que nos envolvía como gremio, pude ver todos los acontecimientos en primera fila, y eso fue más que emocionante. Me hizo sentir que la sangre seguía corriendo por mis venas.

Tres años estuve como adjunta a la Secretaría de Actas. Tres años en ese puesto “honorario” y sin emolumentos, dedicándole íntegros mis días de descanso. Mi plan siempre fue que, llegado el momento (2005), me lanzaría como candidata para buscar la Secretaría de Prensa. De hecho, fue después de ese proceso electoral que abrí este espacio digital, en un ya lejano 2006. La pobre comunicación social que imperó esos tres años contrastó muchísimo con el trabajo que hizo Alejandra Barrales en su última gestión; así como soy puntual en señalar sus errores, no tengo empacho en reconocer que su trabajo en prensa, siempre destacó. Tal vez no lo recuerden, pero Lizette Clavel estuvo en la Secretaría de Prensa cuando Alejandra departía como Secretaria General.



Hace 15 años Intenté llegar a dicho cargo, y como propaganda electoral elaboré un pequeño periódico; en aquel entonces las redes sociales estaban en pañales, y MySpace y Hi5 era de lo “más nuevo” en internet. Los blogs de entonces poco tienen que ver con lo que hoy podemos encontrar en la red.

Hace tres lustros que subí a la palestra la necesidad de acercar la información al gremio de sobrecargos. En verdad era horrible estar de pernocta y destinar tu cuarto para juntar a varias tripulaciones y mediante teléfono, (en realidad radio, tipo Nextel) escuchar el audio entrecortado de una asamblea, y haciendo berrinche por no poder opinar y mucho menos votar. ¿Por indolencia o desinterés? ¡No!, por estar trabajando.

Les contaré que no quedé en la Secretaría de Prensa; de los cinco candidatos que nos lazamos, ganó la candidata del Secretario General en turno, con el 33% de la votación. Yo quedé en segundo lugar, con el 22%. El resultado me desanimó horrores; sentí que mi trabajo propagandístico, a pesar de haber sido innovador, y de la plata que implicó mandar a imprenta 5 mil ejemplares de mi periódico, había sido en vano.

Cabizbaja me dije: “pues a esperar tres años más”. Entonces la titular de la Secretaria de Actas, de la que era adjunta me preguntó: ¿y si te lanzas a Actas?. Jamás me había pasado por la cabeza, pero lo vi como una gran oportunidad para dejar de ver la acción desde la primera fila, y “entrarle al ruedo”. Contendí, y gané, gracias al voto de algunos de los que están leyendo esto.

El tiempo pasó, y así como da vueltas la vida, este año volví a intentar llegar a la Secretaría de Prensa de ASSA. Lo hice sabiendo de antemano que era sumamente difícil, pues me he granjeado, a pulso, el odio de muchos de los agremiados, ya sea por la forma que tengo de comunicarme, o por los temas que decido tocar, Pero ambos casos, están íntimamente ligados a mi forma de ser y de pensar.

Acepté la candidatura porque pienso que es increíble que a lo largo de nueve años, la cartera de “prensa” parezca náufraga; desde la llegada de Claudia Quijas, pasando por Paola Ponce y ahora Laura Tello. Las dos últimas solo famélicas entelequias, pues quien se erige como “vocera” ante los medios de comunicación es Claudia Quijas. Por alguna extraña razón, Ricardo Del Valle la ve como su brazo derecho, a pesar de que se ha empeñado en demostrar que su carisma, inteligencia, y educación no son precisamente sus mejores cartas de presentación. El mérito de Claudia es arrastrarse ante quien esté en el poder.

Yo todavía conservo las capturas de pantalla donde Claudia me alababa por mi trabajo, al igual que lo hizo con Lizette Clavel, mientras fue Secretaria General de ASSA.



Ya sabemos cuál fue el desenlace de las pasadas elecciones. En efecto, no gané y lo sabía previamente; es muy difícil luchar contra toda una maquinaria diseñada para aplastar al contrincante, por todas las vías posibles, aunque sean ilegales y anti estatutarias. Sin embargo, esto no es el fin de la historia; todo lo contrario.

Por eso pregunto, ¿qué sigue después de las elecciones?, Es falsa la idea de que todo acaba con la victoria de los candidatos del Secretario General. No es cierto que no haya nada que hacer. Sí, mis estimados lectores, esto apenas comienza.

Gracias a que hubo sobrecargos que se animaron a postularse, a realizar una campaña, y a levantar la voz, y a comunicarse por zoom y otras plataformas con los sobrecargos de pie, se abrió la gran posibilidad de generar en ellos el interés por su sindicato, por conocer su ley interna, por ver la problemática desde otros ángulos;  con ojos diferentes al discurso oficial del sindicato. Se pueden efectuar sesiones de discusión, talleres y pláticas que abran un mundo a sus pies y es momento para seguir trabajando por una verdadera democracia, donde gente con ideas diferentes puedan trabajar juntos por el bien común.

Yo estoy muy orgullosa de los valientes, que contra todo, decidieron ser una opción más en las boletas de votación; es importante que los sobrecargos tengan opciones para elegir a sus representantes, y no sólo candidatos únicos como sucedió en los años más recientes en ASSA.

Ustedes lo saben, en este proceso electoral que acaba de terminar la muerte volvió a hacer acto de presencia. Mi hermano, el mismo que hace 16 años fue a mi casa para llevarme con mi madre en sus últimos momentos, falleció la semana pasada. Hoy mi mamá y “su sol” están contemplando el mismo horizonte desde el mismo páramo al que trascendieron. Así como la muerte de mi madre marcó mi incursión en el mundo sindical, la de mi hermano se vuelve un revulsivo que me impulsa a seguir haciendo esto que tanto me gusta. No importa cuánto tiempo me quede de vida, quiero seguir informándoles de los acontecimientos de la vida sindical y aeronáutica de este país.

No me despido, aquí seguiremos un buen rato ocupando este espacio, porque es su razón de ser. Sé que soy incómoda para la actual representación sindical, pero en 14 años ya se debió de haber dado cuenta que entre más nulo y opaco sea su trabajo, entre más lagunas tenga en su administración, entre más pendientes tenga con sus agremiados, este espacio tendrá más tela de dónde cortar. Ya veremos si eso se corrige con la “nueva” (es un decir) representación sindical. Prometió mucho, espero que cumpla.

P.D. Esta columna estaba planeada para el domingo pasado. Gracias a todos por sus abrazos y palabras de aliento. Vivamos, porque no sabemos cuánto tiempo estaremos por estos lares. ¡Salud, por la vida!

Ximena Garmendia

 22 de noviembre 2020

 

20 noviembre 2020

Una disculpa

 

Mis estimados lectores:

Lamento mucho el no haberles avisado que la columna del pasado domingo no se iba a publicar, pero no tuve tiempo de escribirla siquiera, ese día por la mañana mi hermano mayor, Carlos, me llamó para avisarme del fallecimiento de mi hermano Gabriel, quien era tan sólo 9 años mayor que yo.

Justo ese día me disponía a escribir, es evidente que no pude, los de la funeraria fueron por el cuerpo y no se veló por la pandemia, además, había que esperar a que llegara mi hermana, que no vive en la ciudad, sino en provincia.

Les aviso que este domingo, sí habrá columna en este espacio, gracias por su paciencia.








08 noviembre 2020

En busca de los Estatutos perdidos

 

En busca de los Estatutos perdidos

Queridos lectores que me acompañan en esta columna, dicen que a veces la realidad supera a la ficción; me gustaría que este relato fuera solamente un tema anecdótico y que en pleno 2020 estuviera enterrado en las profundidades de las cavernas de la ignominia, pero lamentablemente no es así.

Las protagonistas de esta historia son dos jóvenes y valientes sobrecargos, dispuestas a emprender las más grandes aventuras. Ellas, impulsadas por su juventud, buscarán encontrar “Los Estatutos Perdidos”, un documento mítico y mágico, que suele regir la vida interna de los sindicatos.



Una se llama Osada y la otra Aguerrida, ambas se conocen desde hace tiempo, y ven que su mundo está siendo amenazado por un villano, cuya intención es despojarlas de todos y cada uno de sus derechos laborales, su nombre es Patlani. Pero un villano no está completo sin un patiño; qué mejor que un aliado llamado Blanco, que sirva de “intermediario” entre las jóvenes y el villano ñaca ñaca.

Esta historia comienza con la creación, hace muchos años, de un documento mítico, porque nadie lo ha visto, que estipula las funciones, derechos y obligaciones de las jóvenes de la unión, del cual es dueño Blanco. Dicen “Las Antiguas” que hace mucho, pero mucho tiempo atrás, se hicieron a solicitud del mandamás mayor.

Estos misteriosos documentos, se supone, servirían para defenderse del villano Patlani, pues contienen una fórmula mágica muy poderosa, sin embargo, Blanco es patiño de Patlani.

Osada y Aguerrida están convencidas que si obtienen esos Estatutos, lograrán parar la masacre que se avecina a los derechos labores. Así que se vistieron acorde, y se dispusieron a entrar en la jungla de asfalto, antes conocido como D.F.

─ Ay Osada ¿estas segura que este es el camino?, esto se ve muy solitario.

─ Sí Aguerrida, antes de salir lo consulté con el Oráculo y me dijo qué camino debíamos seguir para poder encontrar las sagradas escrituras estatutarias.

─ ¿De verdad crees que podamos conseguirlas?, mira que ya antes otras jóvenes lo intentaron y fallaron lamentablemente en el intento.

─ Por supuesto, llevo meses preparándome y ahora, después de que todos los astros se alinearon, es el momento exacto de llevar a cabo nuestro plan.

─ Pero Blanco no nos va a dejar, ya ves, lo estuvimos buscando y no estaba en su casa, fuimos a donde lo habían visto en últimas fechas y nadie nos pudo dar razón de él. Además, Patlani amenaza diciendo que nos queda poco tiempo. La verdad estoy muy asustada y confundida.

─ Calma, tienes que ser fuerte, como tu nombre significa. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero no podemos no intentarlo. Mira, ya se alcanza a ver algo a la lejanía, creo que ya estamos cerca.

Ambas jóvenes caminan por un largo y sinuoso sendero. El sol está en su cenit y se sienten apesadumbradas por el calor. Hacen un alto en el camino para refresacarse y poder continuar; de vez en vez voltean para ver sí la gente de Patlani las sigue.

Desde que el villano Patlani anunció que acabaría con todos los derechos laborales de las jóvenes a su servicio, un viento de buscar justicia comenzó a permear en ellas.

Después de hacer una pausa, continuaron caminando y a lejos vieron con claridad un edificio que estaba a las faldas de un cerro. Ahí, contaba la leyenda, tendrían que estar los Estatutos de Blanco. Aquel mítico documento que se decía, brindaba protección y certeza a las trabajadoras.

Llegaron hasta la puerta del lugar y la empujaron: Era tan pesada que ambas tuvieron que emplear todas sus fuerzas para poder ingresar al edificio. Una vez dentro, buscaron a quien les pudiera dar razón de los documentos buscados.

─ Buenas tardes, ¿hay alguien aquí que nos pueda atender?

Comprobaron algo que les había dicho el Oráculo: dentro del edificio el tiempo transcurre diferente, como si fuera un mundo paralelo. Pasaron algunos minutos, pero a las jóvenes exploradoras les pareció una eternidad. En lo alto de la escalera, de una manera muy pausada, bajaba una especie de “duende”, encorvado y muy mal encarado, que con una voz rencorosa e indescifrable les preguntó:

─ ¿Qué se les ofrece niñas, no ven que estamos muy ocupados?

Pasó de lado para colocarse de frente a las dos, ambas sintieron un ligero escalofrío que les recorría la espalda. Osada, que era muy valiente, fue la primera en hablar.

─ Disculpa que te quitemos un poco de tu valioso tiempo, pero estamos buscando los Estatutos Perdidos.

─ ¿Y traen un pergamino firmado por Blanco?, él se los tiene que autorizar; nosotros no podemos darles nada si no traen la venia de Blanco.

─ No, no lo traemos. Respondió Aguerrida, quien empezó a sentir cómo le hervía la sangre por dentro.

─ ¿Acaso que no saben que nada puede salir de este recinto sagrado sin la autorización de sus legítimos dueños?, Respondió el duende mal encarado.

Osada, apretando la mano de Aguerrida, le espetó al duende.

─ ¿Y no es acaso este recinto el guardián de las sagradas escrituras estatutarias? El Oráculo claramente señaló que tenemos la libertad, pero sobre todo el derecho de consultar nuestra ley interna, ¿cómo se atreven a negarnos ese derecho?

─ Niñas, niñas, -dijo de forma condescendiente el duende-, no es aquí donde deben buscar. Sin autorización previa no podemos darles nada. Pero si gustan, pueden ir con El Mago de la Transparencia, tal vez él las pueda ayudar. Ahora deben salir de aquí inmediatamente. Así lo ordena el sistema de referencia en rotación.

─ ¿Qué significa eso?

─ Que ya son las dos de la tarde, y que aquí ya no obtendrán nada.

Mientras sentenciaba las iba empujando hacía la puerta, y con la última palabra terminó cerrándoles la pesada puerta en las narices. Ambas jóvenes intercambiaron miradas, entre asustadas, nerviosas, confundidas, y finalmente el sentimiento que las embargo fue una desolación mayúscula.

Así que emprendieron sus pasos rumbo a la vivienda habitada por El Mago de la Transparencia. Debían caminar muchos kilómetros, y la tarde caería pronto; tenían que darse prisa o las agarraría la noche y ya sería imposible continuar con su búsqueda.

Cuando vieron que se aproximaban a su destino, el corazón de ambas empezó a latir con mucha fuerza; se miraron y tomadas de las manos, se dieron ánimo para continuar con su trayecto. Estaban cerca de conseguir su objetivo.

Tocaron a la puerta, que a diferencia de la anterior, era de cristal y muy ligera. Conocedora de las fórmulas necesarias de estos espacios, Osada gritó con voz firme y segura:

─ Hola, buenas tardes, en busca de información nos acercamos a ti, oh poderoso Mago de la Transparencia ¿estás aquí?, ¿nos podrías atender?

Ante tal invocación, apareció en medio de una espesa niebla con actitud amigable.

─ ¿Qué desean niñas?

─ El duende del recinto de los estatutos nos dijo que le era imposible proporcionarnos los Estatutos Perdidos de Blanco, y nos dijo que tal vez tu podrías ayudarnos.

─ ¿Estatutos perdidos? Bueno, en realidad no creo poder ayudarlas, sin embargo, tal vez les puedan servir estas “runas” antiguas; sirven para desentrañar estatutos milenarios y algunas otras cosas. Lamentablemente, están en completo desorden y sin ningún tipo de clasificación. Si de verdad quieren llegar a ellos, tendrán que ir buscando uno a uno el Estatuto Perdido de Blanco. Pero tengan cuidado, hay muchas entidades que se disgustarán cuando se enteren que han llegado hasta aquí.

─ Oh, muchas gracias Mago de la Transparencia, son muchísimas runas.

─ Será un trabajo arduo y les llevará tiempo. Tienen que descifrarlas hasta encontrar la que buscan, pero espero que les sirvan de algo.

─ Por supuesto, muchas gracias.

Ambas jóvenes salieron de la vivienda del mago. Sabían que descifrar las runas, era solamente el principio de un largo camino. La noche comenzaba a caer y tenían que apretar el paso hasta llegar a un lugar seguro. Les esperaba una larga noche sin dormir para poder llegar al conocimiento deseado.

A la mañana siguiente, después de pasar la noche en vela, ambas encontraron entre las múltiples runas un importante fragmento de los Estatutos Perdidos. No estaban completos, pero eran mejor que nada. Llenas de júbilo pusieron manos a la obra. Tenían los elementos básicos para poder luchar contra Patlani y Blanco. Sabemos que ninguno de ellos permitirá que nuestras protagonistas sigan buscando justicia y respeto a sus derechos laborales.

El Oráculo le advirtió que los villanos de esta historia tienen todavía muchos hechizos y conjuros que pueden emplear para descarrilar su misión. Entre más cerca estén de lograrlo, la batalla se irá intensificando. Osada y Aguerrida lo saben, y están dispuestas a seguir adelante.



Estimado lector, lo descrito parece una fantasía, sin embargo, fue la realidad de dos compañeras sobrecargos al servicio de Aeroméxico Connect, quienes vivieron un viacrucis similar para conseguir un ejemplar de los estatutos del STIA, el sindicato al cual están agremiadas. Es totalmente cierto que el Registro de Asociaciones se negó tajantemente a entregarles una copia, porque no tenían una hoja firmada por el Secretario General.

Es inconcebible que en pleno 2020, los derechos laborales estén siendo mancillados y no haya autoridad competente que defienda al trabajador. Es un derecho fundamental que los trabajadores conozcan el contenido de los estatutos que los rigen por estar agremiados a un sindicato. No puede permitirse que se manejen como información clasificada, o reservada a unos cuantos ungidos por el Secretario General.

Es terrible simulación por parte de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social “pararse el cuello” con la Reforma Laboral de 2019, especialmente con el apartado que versa sobre la “Democracia Sindical”, mientras en su propia dependencia les nieguen una pinchurrienta copia de sus estatutos.

¿Acaso la autoridad laboral considera “normal” que un trabajador tenga que realizar actos de nigromancia para acceder a la información básica de su gremio?, ¿De qué le sirve a la clase trabajadora que se haya reformado el artículo 365 Bis de la Ley Federal del Trabajo, para obligar al Registro Público Nacional Sindical a ser depositario de los Estatutos sindicales y a “publicitarlos”, si en los hechos no lo va a hacer?  

Más allá del tema laboral, y de la reforma incompleta, no debemos hacer menos un peligroso foco rojo relativo a la equidad de género. Los representantes del sindicato STIA son hombres, y en su mayoría forman parte de una misma familia. Quienes se supone deben velar por los derechos de un poco más de 600 mujeres, han mantenido una actitud grave y constante de mantenerlas sobajadas e ignoradas. El ejemplo aquí narrado de los Estatutos, es solo la punta de iceberg.

La Secretaría de Trabajo tiene una enorme oportunidad, Hoy en manos de una persona joven, y además mujer. Nos dicen que es emprendedora, inteligente y valiente. Escribo estas líneas con la esperanza que ella y el gobierno actual tomen cartas en el asunto; ya son muchos los casos denunciados, y espero estar entendiendo mal cuando veo que solamente han hecho oídos sordos.

 

Ximena Garmendia

 8 de noviembre 2020

01 noviembre 2020

Capítulo 11: las declaraciones y los hechos

 

Capítulo 11: las declaraciones y los hechos

En esta columna, mis estimados lectores, registraremos la cadena de intrigas y corrupción cobijadas y justificadas con un solo argumento: el famoso Capítulo 11 al que se acogió Grupo Aeroméxico el día 30 de junio del presente año, y que se tramita con el número de caso 20-11563 (SCC), en una corte de Nueva York, en los Estados Unidos de Norteamérica.

El 1° de julio de este año, Andrés Conesa, Director de Aeroméxico, declaró: “Estamos muy satisfechos de tan pronta resolución y aprobación del Tribunal a estas primeras peticiones, que ayudan a garantizar la continuidad de las operaciones durante este proceso”. Ese optimismo contrasta con lo que en los hechos está pasando entre sus trabajadores. ¿Sabían ustedes que la empresa y sus directivos están utilizando el Capítulo 11 para implementar prácticamente la esclavitud en la aviación?



Pareciera que Aeroméxico al entrar Capítulo 11, también entró a un espacio ignoto y oculto tras un velo opaco que no permite ver más allá; y es que aprovechando las circunstancias, la aerolínea del caballero Águila asume actitudes que se convierten en amenazas a sus trabajadores.

Partamos de que el proceso legal denominado “Capítulo 11” es público. Tan lo es que es posible corroborar que con el plan de reestructura que están manejando, Aeroméxico (50% propiedad de Delta Airlines) y Apollo Global Manegement, lo que buscan es acercarse al modelo laboral de las aerolíneas de bajo costo, sin embargo, en el país no existe ninguna aerolínea bajo dicho esquema. Las aerolíneas que se autodefinen como de bajo costo, son en realidad un modelo híbrido entre una aerolínea tradicional y una de bajo costo.

Tampoco es un secreto que Aeroméxico no escatima epítetos de alabanza para Andrés Conesa Labastida, y decir que gracias a su talento y visión es que el futuro de la empresa es prometedor. Sin embargo, en el caso de los sobrecargos y con base en las evidencias recopiladas, no me queda más que decir que existe una fuerte colusión entre empresa y sindicato.

Aeroméxico, dentro del Capítulo 11, declaró “pagos” a los sindicatos por variados conceptos, pero siendo realistas los únicos conceptos que existen por que la empresa entregue dinero al Sindicato de Sobrecargos es por cuotas sindicales, y por la cláusula de la ayuda para festejar el Aniversario de ASSA, y en el caso de los sobrecargos al servicio de Aerovías, también la ayuda anual por concepto de beca escolar.



Y es que según la última circular informativa de “Ingresos y Egresos” del sindicato, emitida en febrero de este año, ASSA recibió por concepto de “cuotas sindicales” $2,321,566.00 (Dos millones trescientos veintiún mil quinientos sesenta y seis pesos 00/100). Sin embargo, la empresa afirma que durante los meses de abril, mayo y junio le entregó al sindicato USD$1,308,177.00; un millón trescientos ocho mil, ciento setenta y siete dólares, repito, dólares, no pesos.



Nuestra ley interna es muy clara, el único pago que podemos recibir es bajo los conceptos arriba detalllados. Cualquier otro tipo de “compensación económica” por parte de la empresa para el sindicato, debe tomarse como lo que es: compra de voluntades y soborno, para que le rinda cuentas a la empresa y no a los agremiados.

Ahí no para el asunto, dentro del mismo concurso mercantil, la empresa documenta que entregó bajo la figura de “comodato”, una camioneta marca Ford Expedition Platinum MAX 4x4, Modelo 2020; lo más llamativo aquí es que, a pesar de estar en “comodato” para la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México, con domicilio en la calle de Patricio Sanz 751, en la colonia Del Valle, Alcaldía Benito Juárez, la camioneta de lujo fue entregada en una dirección diferente, que no corresponde ni a la sede sindical, ni a la guardería que se tiene en la colonia Peñón de los Baños. Fue entregada en la calle San Francisco 1626 despacho 101, en la misma colonia Del Valle.



Otro botón de ejemplo de cómo el Capítulo 11 se puede volver una venda para los ojos del trabajador: la empresa del caballero Águila mandó al sindicato de sobrecargos una solicitud de “recorte” a los Contratos Colectivos de Trabajo. Sin embargo, en una maniobra sucia de colusión, el documento en cuestión jamás fue mostrado por la representación sindical. En lugar de publicarlo tal y como lo envía la empresa, el sindicato elaboró una “transcripción”, supuestamente con lo pedido por la empresa. Por supuesto, la duda subyace sobre la veracidad de la petición de la empresa y sus alcances, que a decir del líder sindical, son en términos de terror.



Que los sobrecargos a estas alturas desconozcan qué es lo que la empresa les está pidiendo, suena más a una estrategia por parte del Secretario General de “inflar” la petición y hacerla lucir verdaderamente escabrosa, para que al momento de los recortes, él pueda salir y decir “defendimos los contratos lo más se que pudo y vean compañeros, hemos logrado que no nos quiten a), b), c), etc.”

No es casualidad tampoco que esto suceda días previos a las votaciones internas en ASSA, para la elección de un tercio de la representación sindical. Por un lado el sindicato dice que no es la empresa sino el “inversionista” quien pide reajustes, y pide a sus agremiados que le crean cuando dice que respondió con una negativa rotunda y recordándoles que los sobrecargos siempre han apoyado a la empresa.

A todas luces el Sindicato se enredó en su propio galimatías. Declaraciones contradictorias están sobre la mesa. Mientras la Secretaria del Tribunal de Honor y Justicia se arroga funciones de “vocera”, tal vez porque la compañera que encabeza la Secretaría de Prensa es un fantasma inexistente, contradice al Secretario General cuando dice “Es una propuesta inicial de la empresa hacia los sobrecargos. Todo esto se va a dialogar, a conceptuar con la empresa, sobre todo en beneficio de los sobrecargos de Aeroméxico”, comentó Claudia Quijas, portavoz del sindicato, según una entrevista publicada por el medio digital A21. Al mismo tiempo, el Secretario General, tanto en circulares como en su muro personal de la red social Facebook, repite con vehemencia que le había dicho “no” a la propuesta presentada por la empresa.

Por tanto, me parece deleznable que usando como pretexto al Capítulo 11, empresa y sindicato estén en franca colusión con la única finalidad de mermar las condiciones laborales de los sobrecargos. El ataque es frontal y despiadado; no repara en las condiciones mínimas de un estado de derecho. Deja en la indefensión total al trabajador, privándolo no solo de sus derechos, sino incluso de la posibilidad de defenderlos. Ninguna reestructura, ninguna inversión, ningún inversionista por más poderoso que sea, y por más dura que sea la crisis justifica que se rompa el equilibrio entre los factores de la producción. Yo, como trabajadora, no pienso quedarme callada ante esta vileza.

 

Ximena Garmendia

 1° de noviembre 2020