(Rosario Avilés)
Canaero: ¿A quién beneficia un rompimiento?
En los últimos días hemos visto en los diarios declaraciones encontradas por parte de diversos sectores de la industria respecto a la apertura de cielos. El asunto ha llegado al punto del rompimiento. Incluso, Miguel Alemán Magnani, de Interjet, ha puesto en entredicho la seriedad y pertinencia de la Cámara Nacional de la Industria del Aerotransporte, Canaero, presidida por Fernando Flores.
Es evidente que hay en el ambiente de la industria una disonancia respecto a los objetivos de la aviación nacional. Nunca antes como ahora se habían planteado las cosas con tanta rispidez a pesar de que nunca como ahora ha sido tan importante tener una postura de unidad frente a lo que parece avecinarse con la revisión de la relación bilateral con Estados Unidos.
De un lado están las empresas “emergentes” (las que en principio eran de bajo costo y ahora ha elegido caminos diversos: Interjet tomando el lugar de Mexicana;Volaris en rutas no tradicionales y Viva Aerobus de bajo costo frontal).
Por el otro, está Aeroméxico con su filial Connect y Aeromar, aerolínea de nicho. Un tercer sector lo constituye la aviación extranjera que prefiere no terciar en un tema tan sensible.
Por desgracia, los actores se hallan enfrascados en una discusión poco propositiva. Y es que un primer reto es la política aérea no explícita y lo segundo son los términos del convenio bilateral con Estados Unidos. Se dice que se ha negociado una cosa y después circulan documentos que muestran que en realidad se negocia otra.
Es esta disparidad el origen de tanto enfrentamiento y la pregunta es: ¿a quién le conviene que nuestra industria aérea esté dividida justo en el momento en que la Dirección de Aeronáutica (DGAC) pretendería una apertura total a quienes hoy ya mantiene el 75 por ciento de tráfico México-EU?
Nadie puede poner en duda la seriedad y profesionalismo de Fernando Flores Pérez, hoy director de Aeromar y presidente de Canaero, cuya experiencia es más que digna de tomarse en cuenta para un momento de cambio como éste.
También es innegable que Aeromexico y su filial Connect son piezas modales en el desarrollo de la industria en México y que las intenciones de Andrés Conesa sí son de proteger a su empresa, pero sobre todo a una industria que necesita certidumbre y salvaguardas para seguir existiendo.
Tampoco puede negarse la buena intención que tiene Alemán de poner sobre la mesa el tema y dar una opinión que él considera como la postura correcta: la apertura viene y su empresa no quiere verse disminuida.
Los trabajadores organizados y las asociaciones gremiales, por su parte, lo que más desean es preservar el empleo para los mexicanos y garantizar la viabilidad de sus empresas.
Sin embargo, pareciera que no hay vías de confluencia, cuando es hoy precisamente cuando debieran existir. Las asociaciones empresariales de excelencia, las que se perfilan en el largo plazo, tienen la virtud de encontrar puntos de coincidencia entre sus agremiados y aprovechar este espacio para buscar el bien de su sector peleando en conjunto sus batallas. Hay, desde luego, otro espacio, tan amplio como sea necesario, para competir por la preferencia del público. Pero sin sector, no hay mercado y no hay público.
Ojalá que se busquen —y se encuentren— estas vías. Si algún favor podría hacerle a la aviación el próximamente ex director de Aeronáutica es no dejar este tiradero y hacer un esfuerzo último por defender una industria que le ha dado todo.
Lo oí en 123.45:Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio
Es evidente que hay en el ambiente de la industria una disonancia respecto a los objetivos de la aviación nacional. Nunca antes como ahora se habían planteado las cosas con tanta rispidez a pesar de que nunca como ahora ha sido tan importante tener una postura de unidad frente a lo que parece avecinarse con la revisión de la relación bilateral con Estados Unidos.
De un lado están las empresas “emergentes” (las que en principio eran de bajo costo y ahora ha elegido caminos diversos: Interjet tomando el lugar de Mexicana;Volaris en rutas no tradicionales y Viva Aerobus de bajo costo frontal).
Por el otro, está Aeroméxico con su filial Connect y Aeromar, aerolínea de nicho. Un tercer sector lo constituye la aviación extranjera que prefiere no terciar en un tema tan sensible.
Por desgracia, los actores se hallan enfrascados en una discusión poco propositiva. Y es que un primer reto es la política aérea no explícita y lo segundo son los términos del convenio bilateral con Estados Unidos. Se dice que se ha negociado una cosa y después circulan documentos que muestran que en realidad se negocia otra.
Es esta disparidad el origen de tanto enfrentamiento y la pregunta es: ¿a quién le conviene que nuestra industria aérea esté dividida justo en el momento en que la Dirección de Aeronáutica (DGAC) pretendería una apertura total a quienes hoy ya mantiene el 75 por ciento de tráfico México-EU?
Nadie puede poner en duda la seriedad y profesionalismo de Fernando Flores Pérez, hoy director de Aeromar y presidente de Canaero, cuya experiencia es más que digna de tomarse en cuenta para un momento de cambio como éste.
También es innegable que Aeromexico y su filial Connect son piezas modales en el desarrollo de la industria en México y que las intenciones de Andrés Conesa sí son de proteger a su empresa, pero sobre todo a una industria que necesita certidumbre y salvaguardas para seguir existiendo.
Tampoco puede negarse la buena intención que tiene Alemán de poner sobre la mesa el tema y dar una opinión que él considera como la postura correcta: la apertura viene y su empresa no quiere verse disminuida.
Los trabajadores organizados y las asociaciones gremiales, por su parte, lo que más desean es preservar el empleo para los mexicanos y garantizar la viabilidad de sus empresas.
Sin embargo, pareciera que no hay vías de confluencia, cuando es hoy precisamente cuando debieran existir. Las asociaciones empresariales de excelencia, las que se perfilan en el largo plazo, tienen la virtud de encontrar puntos de coincidencia entre sus agremiados y aprovechar este espacio para buscar el bien de su sector peleando en conjunto sus batallas. Hay, desde luego, otro espacio, tan amplio como sea necesario, para competir por la preferencia del público. Pero sin sector, no hay mercado y no hay público.
Ojalá que se busquen —y se encuentren— estas vías. Si algún favor podría hacerle a la aviación el próximamente ex director de Aeronáutica es no dejar este tiradero y hacer un esfuerzo último por defender una industria que le ha dado todo.
Lo oí en 123.45:Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio
raviles_2@prodigy.net.mx
twitter: @charoaviles
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