Mexicana de Aviación, cumplimos 99 años ¿No qué no?
¡El día de hoy cumplimos 99 años! Y como
rezaba uno de los aviones de Mexicana de Aviación, hoy pregunto “¿No qué no?”.
A pesar de que han intentado borrarnos del imaginario colectivo, esto no ha
sido posible. Ustedes recordarán, de manera anecdótica, que cuando llegó el
primer vuelo de Aeroméxico con insumos provenientes de China para enfrentar el
COVID19, el reportero Carlos Guerrero emocionado dijo al aire en Foro TV “Muchísimas
gracias, muy buenas noches, pues será en unos minutos más que aterrice este
avión, el operado por Mexicana de Aviación…” santo gazapo, el avión era
evidentemente de Aeroméxico, pero de eso no se percató el reportero.
El 12 de julio de 1921,
Compañía Mexicana de Transportación Aéreo, comienza actividades con 4 aviones
Lincoln Estándar de cabina abierta, siendo la primera ruta,
México-Tuxpan-Tampico. Con la grandiosa capacidad de transportar un pasajero,
más 50 kilos de carga.
Mexicana pasó por todo, al
grado que en los años 70 fue considerada la “aerolínea milagro”, gracias a dos
personajes fundamentales: el Ing. Crescencio Ballesteros Ibarra y Don Manuel
Sosa de la Vega.
Es la cuarta aerolínea más
antigua del mundo; primero fueron KLM, Avianca, Qantas y después Mexicana de
Aviación.
No importa que el 4 abril de
2014 declararon la quiebra de la empresa, pues es una resolución que sigue sin
causar estado, por lo tanto, los trabajadores nos encontramos en un limbo
jurídico, más que complejo.
Lo que quiero resaltar, es la
forma como la empresa nos inculcó el amor por ella, porque siempre nos dijo que
éramos (somos) la “gran familia Mexicana”; era curioso pero al planear, en mi
caso, tripulaciones integradas, desde que salíamos a nuestro vuelo, teníamos la
certeza que íbamos a terminar los mismos, por lo cual se generaban lazos entre
los tripulantes, generalmente muy solidarios entre nosotros.
Y es que la visión de la
empresa, graneada por Don Manuel Sosa de la Vega y el Ing. Crescencio
Ballesteros Ibarra, era que no se nos tratara como simples empleados, sino como
una gran familia que ama la aviación. El resultado es que todavía la gente que
le tocó vivir esa época, cuenta sus anécdotas, entrañables y muy enriquecedoras.
Puedo decir, que a pesar de no
haber vivido los años dorados de Mexicana de Aviación, sostengo altiva mi
cabeza muy orgullosa al decir “soy sobrecargo de Mexicana de Aviación”, porque
lo sigo siendo, hasta que no me liquide la empresa.
Y sí, seguimos vivos mientras
las rutas y los slots propiedad de Mexicana sigan surcando los aires. Evidentemente
son otras aerolíneas las que realizan esos vuelos, pero gracias a ellas,
nosotros, seguimos vivos, en un limbo legaloide, pero vivos.
Llegamos ya a 99 años, un
número que tiene mucha historia en su haber. Podría decirse que somos casi casi
patrimonio de la humanidad, y que ninguno de los gobiernos de nuestro país, sin
importar el partido político del que hayan emanado, nos han dado la importancia
que tenemos. Ni como la aerolínea bandera que fuimos, ni como instrumento de
conectividad del pueblo mexicano dentro del país y allende las fronteras, mucho
menos como fuerza laboral que lleva diez años exigiendo justicia y la
salvaguarda de los derechos adquiridos.
Tan sólo decirles que mucha de
la infraestructura aeroportuaria, ahora propiedad primordialmente de españoles,
fue construida por Mexicana de Aviación. Lugar al que llegaba la empresa, lugar
en el que construía un aeropuerto.
Nunca olvidaré que comencé a
volar en 1998, en abril para ser exactos, y uno de mis primeros vuelos fue a
San José, California. Éramos la única aerolínea internacional que llegaba a
dicha ciudad de Estados Unidos; cuando llegamos, no había posición de contacto,
así que llegó la escalera mecánica y a bajar con las maletas, para subirnos a
un camión que nos llevaba a una casita; sí, casita de madera como de esas que
los niños usan con piezas ensambladas. Ahí era migración y aduana.
Hoy busquen una imagen del aeropuerto
de San José California, y nada que ver con lo que nos tocó vivir. Gracias a los
paisanos y a Mexicana de Aviación, se volvió un señor aeropuerto. Por cierto,
ya arriban más aerolíneas internacionales a dicho lugar. La anterior es solo una
pequeñísima muestra de la importancia que tuvo en el pasado Mexicana de
Aviación y que podría seguir presente en el futuro.
Cuando entré a volar, cada uno
de los aviones tenían un nombre, generalmente el de un estado de la república.
Para nadie será extraño y seguramente recordarán que nuestra competencia (Aeroméxico)
pregonaba a los 4 vientos que jamás tendríamos aviones Boeing 757. Cuando llegaron
los primeros tres a nuestra empresa lo nombraron “No que no”, “Sí que sí” y mi
consentido “Vamos por más” y parafraseando el nombre, yo creo que, en este
caso, mi empresa va por más, porque la primera, siempre será la primera.
¡Felices 99, Mexicana de Aviación!
Ximena Garmendia
12 de julio 2020