26 abril 2020

Delta, una empresa que sacará la casta por Aeroméxico… ¿o no?


Delta, una empresa que sacará la casta por Aeroméxico… ¿o no?

En la columna pasada escudriñamos si la empresa del Caballero Águila está pensando en quebrar, como lo ha hecho en el pasado. Pero nos falta mencionar una parte muy importante de esta historia, más específicamente un protagonista de esta telaraña de enredos donde los trabajadores suelen ser las presas de los que las tejen, como ya hemos documentado.


Pregunta clave: ¿quién es Delta? Sabemos, porque Aeroméxico la ha mencionado muchas veces como la pieza más importante y representativa de su solidez empresarial; la empresa bandera de México no ha escatimado menciones a Delta para pregonar que es una asociación clave y estratégica que evitará turbulencias para la aerolínea. En este orden de ideas, hablemos rápidamente de este socio tan importante.

Delta es una aerolínea que nace en los Estados Unidos de Norteamérica seis años después de concluida la Primera Guerra Mundial, en el año 1924. Lo hizo originalmente fumigando campos y llevando correo aéreo. Al año siguiente ya poseían 18 equipos y sus operaciones abarcaban desde el sur de la Florida hasta el norte de Arkansas, así como del oeste de California hasta México. A tres años de haber sido fundada, extendieron sus servicios de fumigación hasta Perú y en 1928 voló a lo largo de la costa oeste de Sudamérica.

Su trepidante crecimiento no paró, pues en 1929 Delta empieza a operar como aerolínea comercial, con aviones Travel Air S 6000 B que podían transportar 5 pasajeros y 1 piloto. Ya en 1935 ofreció su primer vuelo nocturno operado por 2 pilotos. Para 1940 introdujo equipos Douglas DC-2 y DC-3 y ese mismo año sumaron a su tripulación a los sobrecargos. Al año siguiente se mudaron a Monroe,  Atlanta, y durante la segunda guerra mundial modificaron más de mil aviones de la fuerza aérea norteamericana para el combate.

Casi al término de la guerra, creó su división de carga, y ya entrado 1945 fue la primera aerolínea en transportar “vegetales vivos” (160,000 plantas de tomate). Un año más tarde inició el servicio de carga con horarios regulares, y tiene el orgullo de ser la primera en volar sin escalas de Chicago a Miami.

Ya como una empresa consolidada y casi con 20 años en el mercado, en 1953 Delta se fusiona con Southern Airlines, con lo que consigue la oportunidad de volar sus primeras rutas internacionales: al Caribe y a Caracas, Venezuela. Tecnológicamente hablando, Delta entra a la era del jet en los años sesentas con el equipo Jet Convair 880, y logrando otras proezas como los primeros vuelos sin escalas de Atlanta a los Ángeles, en menos de tres horas, con el DC-8.

Como podemos ver, Delta no ha tenido empacho con las “reinvenciones”. En1966, pierde a su fundador C.E. Woolman, y ese mismo año cierran de manera definitiva las operaciones de fumigación, pero adquieren un equipo Lockheed-L 100 Hércules para su servicio de carga. Ya en la década de los setenta tiene una flota bastante importante, incorporando a ella los Boeing 747, mejor conocidos como Jumbo. En 1972, toma una decisión clave y se fusiona de nueva cuenta, pero ahora con Northeast, convirtiéndose en un importante transportista en Nueva York y Boston, con vuelos directos a Florida. Ese mismo año introducen los equipos Boeing 727 y para un año más tarde realizan su primer vuelo trasatlántico a Londres. Unos meses después llegarán a Frankfurt, Alemania.

En la década de los ochentas, Delta implementa su programa de “Viajero Frecuente”, y hace menos inmenso el Oceáno Pacífico llegando en 1984 al paradisiaco Hawaii. En 1987 concreta una tercera fusión: Western Airlines, con lo que consigue empezar a volar al continente asiático en 1988.

Ya en la nueva década de los 90´s, Delta fue una de las primeras en volar un MD-11, el más versátil y poderoso de la época, y en el año 1991 adquiere prácticamente todas las rutas trasatlánticas de Pan Am, convirtiéndose en una aerolínea global. En 1995 es nombrada la aerolínea oficial de los Juegos Olímpicos del Centenario y tres años más tarde Delta y Swiss Cargo forjan la primera alianza de carga internacional. En el mismo 1998 procedieron a instalar los primeros desfibriladores automáticos a bordo de sus aeronaves para primeros auxilios. Realizó innovaciones en el servicio, como que en sus vuelos internacionales la primera clase y la business class se convirtieran en secciones con asientos de lujo llamados “Business Elite”.

A la entrada del nuevo milenio, lanzó el programa “Sky Team” junto con otras líneas del orbe: Aeroméxico, Air France y Korean Air. Acorde a las leyes de un mercado globalizado, fue patrocinador de los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City en 2002 y casi al mismo tiempo anunció con bombo y platillo (2003) la creación de su línea de bajo costo de nombre Song.

Es natural pensar que en una empresa con ese ritmo de inversión, movimiento y toma de riesgos no todo sea miel sobre hojuelas. Menos en una industria tan complicada como la aeronáutica. En 2005 Delta entró en un proceso de quiebra, del que salió airoso en tan solo 19 meses, tras recortar su capacidad de gasto operativo, así como sus costos laborales. Sí, la bajocostera Song fue sacrificada. El 30 de octubre de 2008, Northwest se fusiona con Delta, y es el momento en que se convierte en la aerolínea más grande del mundo, desplazando de ese puesto a American Airlines.

Para Delta, su crecimiento siempre ha estado asociado con la búsqueda de oportunidades. Y hay que decir que tampoco le tiembla la mano para levantarse de las mesas de negociación y rechazar propuestas si considera que sus intereses se trastocan, como lo hizo en 2012 con U.S. Airways. Sin embargo, en 2016 comenzó a buscar una nueva fusión y mostró el plan para realizar una nueva fusión con la aerolínea mexicana Aeroméxico, la cual fue aprobada ese mismo año. Su colaboración, reportó la revista Expansión en mayo de 2017, se valuó en 1,500 millones de dólares, garantizando con ello la meta de alcanzar hasta 100 vuelos diarios entre Estados Unidos y México. Con este movimiento Delta ostentó el 39.8% de las acciones de la empresa mexicana.

Así llegamos a las fechas actuales. Estamos ya en posibilidades de revisar en dónde se encuentra parada la empresa Delta. Ante la pandemia del Covid 19, la empresa norteamericana, como las de todo el mundo, no ha quedado exenta de las turbulencias, y por ello en los últimos días ha registrado pérdidas netas que son más que alarmantes. Sólo en el primer trimestre de este año, pérdidas por 543 millones de dólares, que contrastan con el mismo periodo el año pasado, en que reportaron una ganancia por 730 millones de billetes verdes. En el informe de Ed Bastian, CEO de Delta, agradeció al presidente de los Estados Unidos y a los miembros del Congreso norteamericano su apoyo para lograr el “Programa de apoyo a la nómina”, bajo la ley CARES, que incluye un paquete de 25,000 millones de dólares, a distribuirse entre todas las aerolíneas de nuestro vecino del norte. Una cifra enorme, pero que se tiene que repartir.

Justo en este punto Aeroméxico vuelve a aparecer en escena. Y es que de acuerdo a algunos portales de noticias, Delta posee ya un 49% de las acciones de Aeroméxico, sin embargo, la ayuda/rescate de Trump a Delta, no puede llegar a la aerolínea mexicana, por las propias restricciones legales. Suena lógico, no debe sorprendernos que nuestros vecinos del norte sigan pensando que “América, es para los americanos”.

¿Entonces qué está pensando Aeroméxico? Según declaraciones a medios de comunicación por parte de su Director Andrés Conesa Labastida, del encargado de las finanzas Ricardo Sánchez Baker, y de su Vicepresidente Comercial, Nicolás Ferri, será suficiente implementar medidas como la reducción de más del 50% de sus gastos fijos, que sumados a los 563 millones de dólares que tienen en caja y 400 millones de dólares en activo les permitirá sacar buenas notas para las calificadoras de riego y de valores internaciones, y así tengan acceso a financiamientos adicionales con instituciones crediticias de otras partes del mundo. Igualmente han declarado que están a la espera de la compensación por parte de la armadora Boeing para el próximo mes de septiembre. ¡Santas expectativas, Batman!

Pero las esperanzas no son tan frágiles como el manejo del lenguaje. Aeroméxico insiste en que no busca un “rescate”, pero reconoce que busca un apoyo económico para enfrentar la crisis por el Covid-19, y así tener “garantías para liquidez”. Mensaje que se contradice con su proclama de tener una “sólida caja”. Por otro lado, el Director General de la Canaero Luis Osorio (Cámara Nacional de Aerotransportes), afirmó que sí habrá apoyo por parte del Gobierno Federal por la pandemia, y que están en espera de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a más tardar esta semana de luz verde. Para mayor convicción asegura que cuentan con el respaldo del titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú y que desde su tribuna gremial han solicitado prórrogas fiscales. Hasta el momento en que escribo esta columna, no ha habido ninguna declaración gubernamental en este sentido.

Resumiendo, tenemos en el aire una moneda. De un lado esta Delta, empresa norteamericana cuya historia demuestra que nunca llega antes de tiempo, y nunca se va demasiado tarde. Una empresa que no nació ayer, y de la que tampoco podemos decir que siempre ha descansado en verdes pastos. Una empresa que conoce bien su mercado y que tiene un olfato tan fino, como retorcidos sus colmillos. En el otro lado de la moneda esta Aeroméxico, aerolínea que no pide rescate, sino algo parecido. Que dice que no puede hacer frente a la pandemia por Covid 19,pero que tiene una caja fuerte y jugosos “activos”. Que a sus empleados les dice que son “una familia”, pero a las calificadoras les dice que tiene muy claro que el gasto fijo se reduce a la mitad.

Nunca he jugado “volados” con un merenguero, pero en este caso creo que el resultado es muy obvio: Delta no va a rescatar a Aeroméxico, y menos con las estimaciones que la Asociación de Transporte Aereo (IATA) ha hecho para el mercado aéreo de nuestro país: disminución de 5,300 millones de dólares, y pérdida de 97,000 empleos directos. De los indirectos ya ni hablo, son cifras que hacen palidecer.

Con esto reafirmo lo que expresé la semana pasada. Aeroméxico tiene “amarrada” la estrategia, si algo sale mal ya tiene a quien culpar: “al gobierno por no actuar en consecuencia, y a los trabajadores “chupanóminas” que desfalcan la caja de la empresa. Reitero, ojalá me equivoque, pero los tambores de quiebra, resuenan cada vez más fuerte.

Ximena Garmendia
 26 de abril 2020

P.D. Hoy es mi cumpleaños