11 octubre 2020

Un poco de historia

 

Un poco de historia

¿Qué es el tiempo? ¿acaso es el mero paso de las horas?, ¿es lo que marca nuestro transitar por esta vida? Se conoce como tiempo a la duración de las cosas sujetas al cambio que determinan las épocas, períodos, horas, días, semanas, siglos, etcétera. La palabra procede del latín “tempus”, y es un convencionalismo social que su unidad de medida es el segundo.

Yo, como amante de la historia, me intereso en hablar de eventos pasados, pero sobre todo registrar los acontecimientos que se suscitan día a día, para no caer en las garras del olvido colectivo. “Flaca es la memoria” es una frase que me gusta decirles a mis allegados cuando dejamos que el paso del tiempo borre nuestra propia historia.

Y al parecer eso sucede con la historia ligada a la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México, mejor conocida simplemente como ASSA. Hoy hablaré de ese mítico lugar, el único autorizado para dar el visto bueno antes de poder firmar nuestra planta con la aerolínea a la que habíamos aplicado.



Nuestro sindicato vio la luz en 1960, y a pesar de ser un gremio mayoritariamente femenino, en toda su historia sólo ha tenido tres mujeres como Secretarias Generales. Tengan cuidado si buscan información directamente en la página web de ASSA. Diré que es una vergüenza que ni siquiera el nombre de una de ellas puedan escribir de manera correcta.

Para los “recién” agremiados al sindicato, o quienes tengan menos de 9 años de serlo, el único Secretario General que conocen es Ricardo Del Valle Solares. Es un hecho irrebatible que no tienen referentes históricos que les permitan realizar una comparación y comprobar si el actual, ha sido el mejor representante sindical que ha tenido ASSA. Por ello hoy los conmino a que me acompañen en esta rápida mención de algunos de los Secretarios Generales que ha tenido la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México. Lamentablemente no puedo mencionar a todos porque no existe un acervo histórico y documental dentro del sindicato que nos ayude a recordarlos. Hablaré pues, básicamente de las gestiones que me ha tocado ver durante los 22 años que tengo de ser agremiada.

Con algunos de los nombrados no me tocó interactuar en tiempo y espacio, pero puedo afirmar que fueron Secretarios Generales que pasaron por ASSA de México: Jorge Díaz, Carlos Larios, Alejandro Díaz, Eduardo Eguiza, Jorge Correa, Patricia Esnarriaga, Alejandra Barrales, Arturo Aragón, Francisco Villarreal, Lizette Clavel y finalmente, Ricardo Del Valle.

Patricia Esnarriaga Hermosillo

Antes de entrar de lleno al desglose de los puntos positivos y negativos de sus gestiones, vuelvo al punto nada menor y que ustedes mismos pueden comprobar, de la poca presencia del género femenino en la Secretaría General, a pesar de que el gremio siempre ha estado integrado por una planta mayoritariamente de mujeres. No creo que sea casualidad. Pensemos que corre el año de 1988. En julio de ese  año a la Secretaría de Gobernación (responsable de las elecciones presidenciales) “se le cayó el sistema” y no hubo manera de saber si era la primera vez que el Partido Revolucionario Institucional perdía una elección.

Unos meses después quebraría “Aeronaves de México”, nombre original de Aeroméxico, y en 1989 se daría “la Perestroika” de Mexicana de Aviación, como se le llamó al reajuste de personal basado en expedientes. En ese momento las dos aerolíneas más grandes del país eran parte del Estado. De manera concomitante, en medio de este río revuelto, llega por primera vez una mujer al cargo de Secretaria General de la ASSA, Patricia Esnarriaga, que después se vio envuelta en una acusación de fraude supuestamente cometido durante su gestión. Los testimonios son variados y divergentes, algunos dicen que fue una trampa para sacarla de un “juego de hombres”, y otros opinan totalmente lo contrario. 

María Alejandra Barrales Magdaleno

Poco tiempo después, se empezó a gestar dentro de la planta de sobrecargos un movimiento de renovación sindical, llamado “MURS” (Movimiento Unido de Renovación Sindical), pues a la representación sindical la integraba una mayoría de sobrecargos antiguos de Mexicana de Aviación, y los sobrecargos jóvenes no se sentían representados por estos compañeros. Estos tuvieron un acercamiento con Hernández Juárez, líder de los telefonistas, quien terminó apadrinando de manera política a la que dentro de algunos años sería la segunda mujer en ocupar la Secretaría General.


No hay plazos que no se cumplan, así es que los sobrecargos esperaron pacientemente organizados. Su movimiento aprovechó el “olvido” del entonces Secretario General Eduardo Eguiza, quien no ratificó el emplazamiento a huelga de los sobrecargos de Mexicana. Ese error acarreó su destitución, dando paso franco a la llegada de Alejandra Barrales, quien para ese entonces ya había ocupado un cargo dentro del Comité Ejecutivo, como Secretaria de Prensa, lo que aprovechó para sentar las bases para una buena relación con los medios de comunicación.



Hábil oradora, sabía manejar a la asamblea y podemos decir que su primera gestión fue bastante exitosa. Lo malo viene cuando el poder engolosina y la ambición de continuar al frente del sindicato se hace más grande. Alejandra Barrales consiguió la reforma del estatuto para poder permanecer “un periodo más”, esto es, un total  de seis años de gestión en el mismo cargo. Así llegó al final de la segunda gestión, ya no tan exitosa como la primera, y parecía no estar satisfecha. Empezó a buscar entonces la reforma estatutaria para poder lanzarse como candidata una tercera ocasión, pero no puso todos los huevos en una sola canasta. De manera paralela, y animada por su padrino Hernández Juárez, exploró la posibilidad de “brincar” a la política.



En este nuevo periplo, “La Negra”, como la llaman sus más cercanos, tocó a las puertas de Rosario Robles, entonces Jefa de Gobierno del D.F., una vez que Cuauhtémoc Cárdenas se había ido a buscar la presidencia de la República, abanderado por el Partido de la Revolución Democrática. Rosario Robles, que no olvidaba el origen de su carrera política en las huestes del Sindicato de la UNAM, le aconsejó a Barrales que para poder aspirar a una diputación federal necesitaba llevar a cabo alguna obra social. Una Guardería de Sobrecargos sería una excelente idea. Hemos de recordar dos eventos claves: Uno, la guardería que se materializó con dinero de los sobrecargos agremiados, nunca funcionó, pues incluso antes de su construcción, ya había una negativa expresa por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social para operar; y dos, el fraude en el Seguro de Vida de los sobrecargos, en el que no solo se intentó ocultar los dividendos de la póliza. Aunque la responsabilidad recayó totalmente en el agente de seguros (Broker) de Inbursa, nunca se investigó que dicho personaje había abierto cuentas bancarias en Bancomer con documentación y firmas que solamente podían salir del sindicato.

Las piezas y los tiempos sindicales no se estaban dando para los fines de Barrales. Aunque buscó la reforma estatuaria para lanzarse por tercera vez como candidata, nunca consiguió los votos necesarios. Al ver truncados sus sueños de continuar al frente de la asociación sindical, acomodó piezas clave, en puntos estratégicos dentro del sindicato, para que le cubrieran las espaldas. La candidata a la Secretaría General, por ejemplo, fue su amiga Leticia Varela, personaje involucrado en las irregularidades antes mencionadas

Sin embargo, una planta de sobrecargos crítica, activa y participativa, votó por el candidato de la oposición, y Arturo Aragón Sosa arrasó en las elecciones sindicales. Este personaje, sobrecargo de Mexicana de Aviación, es de los pocos representantes sindicales que no quiso usar al sindicato como trampolín político;  compañero afable, tranquilo, y muy zen; tan zen que me desesperaba, pues todo lo tomaba con calma chicha. Su gestión fue muy tranquila, sin sobresaltos, con ganancias en los contratos colectivos que no eran nada del otro mundo. No obstante la gente de Alejandra Barrales que quedaba en la representación sindical, le hizo la vida de cuadritos. Arturo concluyó su vida laboral, se jubiló bajo el esquema de pago único y hoy, puedo afirmarlo, es un hombre muy feliz.

Arturo Aragón Sosa


Después de Aragón, vino Francisco Villarreal, a quien yo designé como “mi némesis” y lo apodé “tío Villis”. Durante la segunda y última gestión de Alejandra Barrales estuvo a cargo del Centro de Estudios; compitió para ser Secretario de Trabajo, pero perdió ante Sergio Loza, uno de los fundadores del MURS, que por diferencias políticas con Alejandra, tomó su propio camino.

Francisco Javier Villarreal Peláez
 

No hay duda, en ese momento el sindicato estaba dividido en dos corrientes: los “barralistas”, que respaldaban a Francisco y los “lozistas”. Alejandra movía hilos para en algún momento recuperar el poder, pero en primera instancia para impedir el avance de las investigaciones efectuadas bajo la gestión de Arturo Aragón, donde se destapó el fraude de la guardería y los Seguros de Vida. La batalla legal había alcanzado tales dimensiones que Alejandra demandó penalmente a Arturo. El horno no estaba para bollos, así que Barrales requería una mano amiga que apagara los fuegos al interior del sindicato.



Esa era la función del nuevo Secretario General Francisco Villarreal, mejor conocido en la planta de Mexicana como el Príncipe Machabelli. Su estatura física era tan alta como su inteligencia, y la mejor de sus armas, la oratoria. Se había aprendido de memoria el estatuto y podía citar los artículos y su contenido como si fuera esgrima intelectual. Disfruté todos los debates entablados con este ilustre personaje. Con él trabajé directamente como Secretaria de Actas del Sindicato, a diferencia de Arturo Aragón, con quien solo estuve como adjunta en su último año de gestión.

Yo había llegado al Sindicato gracias a los votos de gente contraria a Villarreal. En aquel momento pensé que como Secretario General no iba a pedir mi bajada de vuelo, y que mi gestión sindical me la pasaría volando, pero no fue así. Este hombre inteligente y maquiavélico sabía cuándo aflojar la cuerda para no tensarla demasiado. Pragmático, antes que sectario, en alguna ocasión me pidió apoyo para que difundiera en mi blog una circular del sindicato. El objetivo era informar a los sobrecargos, y en ese momento el blog era lo más parecido a las redes sociales.



La de Villarreal fue una gestión que le exigió temple y carácter. Le toca estar al frente de la ASSA cuando Mexicana de Aviación es desincorporada de Cintra, y es vendida a Grupo Posadas. Misma época en que Leticia Varela queda como Secretaria Tesorera. Él recibe la demanda por Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica de AMX contra sus sobrecargos. Él estuvo a la altura de la investidura de ser el líder de ASSA, y brindó sin chistar el apoyo necesario a “la contra” de ese entonces para salir en unidad con un amparo colectivo, después de que la de la voz y un grupo de sobrecargos nos amparamos de forma individual de dicha demanda.

La terminar su gestión, Villarreal regresó a volar, y buscó retirarse cuando consiguió trabajo como asesor en Aeroméxico. Lo recuerdo bien, era el 9 de agosto de 2010 cuando la Secretaría General recibió su solicitud de retiro. Solo 19 días más tarde nos bajarían de vuelo, para no regresar a volar hasta el día de hoy, y contando.



Villarreal, al igual que Arturo Aragón, hizo oídos sordos a los cantos de reelección que emitían las sirenas. Ambos prefirieron regresar a la línea a volar. Así llegamos al caso de la tercera mujer en ASSA como Secretaria General. No es cosa menor que ese Comité Ejecutivo, por primera vez en el sindicato, estuvo integrado mayoritariamente por mujeres. Lizette Clavel a la cabeza como Secretaria General, Pilar Manrique como Secretaria del Trabajo, Margarita Doshner como Secretaria de Conflictos, María del Ca como Secretaria de Previsión Social, Alejandra Lara como Secretaria de Relaciones, Ximena Garmendia, o sea yo, como Secretaria de Actas y Wendy Perea como Secretaria Tesorera. Solo los cargos de Secretario del Interior,  Secretario de Cultura y Deportes y Secretario de Prensa, estaban ocupadas por hombres.

Lizette Clavel Sánchez

Sí, trabajar ahí era la locura, pero al mismo tiempo, era un ejercicio de democracia en todo su esplendor; en las discusiones de las juntas de comité cada quien planteaba su postura, tejía alianzas y al final, con todo y nuestras diferencias podíamos salir en unidad en pro de los trabajadores. Pero hay que decirlo, nos tocó la peor época, Lizette recibió la Secretaría General con una espada de Damocles sobre nuestras cabezas llamada demanda por Conflicto Colectivo de Naturaleza Económica, por parte de Mexicana de Aviación; por si fuera poco, estaba el fantasma amenzante de otra demanda del mismo tipo, pero ahora por parte de Aeroméxico; sumen la pandemia por AH1N1, y la división interna del sindicato derivada de una pésima destitución que nos llevó a quedarnos sin Toma de Nota a una tercera parte de los representantes sindicales.

Estuvimos con una parálisis económica al interior del sindicato por espacio de 6 meses, o un poco más, y es que para sacar dinero de las cuentas de la asociación, se requieren las firmas mancomunadas del Secretario General y del Secretario Tesorero. Ideológicamente divididos en dos bandos, todo era complicado; Wendy no quería firmar si firmaba Clavel, porque esta última estaba “destituida”, pero para el banco ella seguía siendo la titular junto con la tesorera, así que estábamos enredamos en estos menesteres, y todos los mencionados antes, cuando en Mexicana llegó la “amenaza” de Gastón Azcárraga de quebrarla si no aceptábamos sus nuevas condiciones; nos agarró a toda la representación sindical, con los dedos en la puerta.



Estábamos sin Toma de Nota, colapsados económicamente y en cuanto bajaron de vuelo a Mexicana, creímos que era el fin del sindicato, pues se dejaron de percibir la mitad de los ingresos. Era la hora de serias decisiones: ¿nos pagamos los emolumentos o les pagamos a los trabajadores del sindicato?, siempre tratamos de que los trabajadores al servicio del sindicato no salieran perjudicados. Nadie me lo cuenta, yo estuve ahí.

En medio del caos, tuvimos que salir a una desgastante Reforma Estatutaria, que nos costó casi dos meses. Yo me enfermé de AH1N1 y me sacaron enferma de mi casa para poder “abrir” la asamblea de votación. Se trataba de una reforma que nos permitiría salir a elecciones para renovar no uno, sino dos tercios del sindicato. Sí, en esas elecciones, por un margen de 68 votos de diferencia, Ricardo Del Valle ganó como Secretario General.



Del Valle Solares no ha dudado en culpar a “pasadas administraciones”, en especial la encabezada por Lizette Clavel, de ser más mala que la carne de puerco en cuaresma, y que todo lo negativo es obra de ella. Cuando Ricardo utiliza esta frase de “las pasadas administraciones” yo me pregunto ¿acaso olvida que las tres pasadas administraciones son las él? ¿o es que considera que del 2011 a la fecha se cuenta como “una sola” administración? Por si ya se le olvidó contar, le recuerdo: esta es su cuarta gestión.

No olvidemos la historia, porque quien la olvida está condenado a repetirla; hace mucho ASSA era un gran sindicato democrático y ejemplo a seguir. Me queda claro que a pesar de ser un gremio mayoritariamente femenino, las compañeras prefieren impulsar hombres en cargos claves. Me queda claro que jamás se percataron que a pesar de todos los inconvenientes y presiones externas, bajo la última gestión democrática los sobrecargos eran libres de expresarse sin recibir represalia alguna, nunca hubo amenazas ni chantajes. En ningún momento se les pidió actuar en contra de su libre albedrío.

Dicen que para conocer “a los mejores”, también hay que conocer “a los peores”. No tienen que buscar ejemplos en otros sindicatos. ASSA tiene mucha historia de la que se puede echar mano. Yo solamente les dejé algunos de los ejemplos más recientes.

Invito a los actuales agremiados a que no tengan miedo, y que con imparcialidad y libertad evalúen a su actual representación. Ellos no deben enojarse si lo hacen, es una parte fundamental de todo gremio democrático. Si no soportan que su planta observe y critique su diario actuar, entonces seguramente no son las personas indicadas para estar en el frente de batalla.

 

Ximena Garmendia

11 de octubre 2020