Voluntad política y credibilidad
Rosario Avilés | Opinión 2011-11-08 | Hora de creación: 22:24:14| Ultima modificación: 22:24:14
Para que un país camine bien (no sólo que no esté en crisis, sino que camine verdaderamente bien: crezca a tasas significativas, genere empleos y provea a sus ciudadanos de los mínimos de bienestar), se requiere conjugar varios factores. Algunos tienen que ver con la claridad de la visión o con la forma como se gestionan las cosas, pero también debe existir algo que en el argot público se conoce como “Voluntad Política”, es decir, hacer que las cosas sucedan.
Este gobierno suele expresar en muchos foros sus buenas intenciones y una lectura de la realidad que contrasta con los datos duros. A los buenos deseos de estabilidad y fortaleza económica se enfrentan las cifras reales de desempleo y de fuga de brazos y cerebros que buscan en el extranjero oportunidades que este país les niega.
Frente al rollo de que México no tiene problemas de crisis, se encuentra el hecho de que el crecimiento real de la economía ha sido en estos diez años uno de los más bajos de América Latina y nada qué ver con la zona de Asia-Pacífico.
Frente al discurso de la visión gubernamental para otorgar créditos a las empresas y las facilidades que se requieran, se muestra el patético rostro de la aviación que es hora que no puede recuperar para sus trabajadores los empleos perdidos y para los usuarios el nivel de tarifas y de opciones que teníamos hace años.
Pero tal parece que el Presidente nunca se entera de esas cosas. Sus discursos de tono triunfalista, muestran un país que los ciudadanos no vemos en los hechos. Ayer mismo, frente a los pequeños empresarios, hizo la apología de su gobierno y elogió a los empresarios porque —dijo— conocen mucho mejor la vida real que los funcionarios de gobierno. Habló de créditos, de certidumbre, de facilitación de los negocios, de la necesidad de ir a economías con recursos, a vender nuestros productos.
Nos preguntamos si él lee sus discursos, si se escucha a sí mismo decirlos y si puede compararlos con lo que en realidad sucede en este lado de la barda que rodea Los Pinos. Si alguna vez se ha asomado al plantón donde, frente a la SCT, los trabajadores de Mexicana esperan pacientemente que se les atienda; se ha preguntado alguna vez qué pasó con la aerolínea que su cercano Gastón destripó; si conoce la situación real que en estos días viven las más de 20,000 familias que desean trabajar para la aerolínea más emblemática de este país.
¿Sabe qué sus funcionarios de SCT no han movido un dedo para que Mexicana vuelva a volar y, al contrario, han hecho todo por obstaculizarlo? ¿Sabe qué la aviación de propiedad nacional sería un excelente medio para ir a los mercados externos a vender nuestros productos y para atraer turistas que generen divisas? ¿Sabe qué la generación de empleos en el sector aéreo es consistente si apoyamos a nuestras empresas nacionales y si al apoyarlas también velamos por sus condiciones laborales sean de nivel internacional?
La impresión es que este gobierno ni ve ni oye a los ciudadanos, pero por lo visto ni siquiera ve ni oye sus propios discursos.
El problema de la falta de confianza entre lo que se dice y lo que se hace, es que se genera una falta de credibilidad en las acciones de gobierno y la clara certeza de que la política es un oficio de embusteros que medran con las necesidades de los ciudadanos.
En estas horas cruciales para Mexicana, el gobierno federal y en particular los funcionarios de SCT, tienen la maravillosa oportunidad de honrar las palabras de su jefe, de mostrar que sí lo escuchan y que la brecha entre lo que se dice y lo que se hace se ha cerrado por fin.
En otras palabras: Dionisio Pérez Jácome, Felipe Duarte, Héctor Velázquez y Héctor González Weeks tienen la oportunidad de mostrar voluntad política y de rescatar la credibilidad de la que ha carecido la gestión administrativa de SCT, dependencia que no ha logrado ni concretar licitaciones, ni regular el espectro, ni tener una política de aviación consistente (a pesar de que los ciudadanos y los profesionales del ramo ya le hicieron la tarea), ni de impulsar el empleo en el sector, ni de incrementar los niveles de calidad y seguridad, ni generar inversiones importantes. ¿Qué todo eso no les dice algo de lo que en realidad está pasando?
Lo oí en 123.45: ¿Para qué queremos una agencia aeroespacial si ni siquiera tenemos una política de aviación que dé certidumbre y tienda a fortalecer al sector? A menos que vayamos a inventar la astronáutica de bajo costo…
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-11-08 | Hora de creación: 22:24:14| Ultima modificación: 22:24:14
Para que un país camine bien (no sólo que no esté en crisis, sino que camine verdaderamente bien: crezca a tasas significativas, genere empleos y provea a sus ciudadanos de los mínimos de bienestar), se requiere conjugar varios factores. Algunos tienen que ver con la claridad de la visión o con la forma como se gestionan las cosas, pero también debe existir algo que en el argot público se conoce como “Voluntad Política”, es decir, hacer que las cosas sucedan.
Este gobierno suele expresar en muchos foros sus buenas intenciones y una lectura de la realidad que contrasta con los datos duros. A los buenos deseos de estabilidad y fortaleza económica se enfrentan las cifras reales de desempleo y de fuga de brazos y cerebros que buscan en el extranjero oportunidades que este país les niega.
Frente al rollo de que México no tiene problemas de crisis, se encuentra el hecho de que el crecimiento real de la economía ha sido en estos diez años uno de los más bajos de América Latina y nada qué ver con la zona de Asia-Pacífico.
Frente al discurso de la visión gubernamental para otorgar créditos a las empresas y las facilidades que se requieran, se muestra el patético rostro de la aviación que es hora que no puede recuperar para sus trabajadores los empleos perdidos y para los usuarios el nivel de tarifas y de opciones que teníamos hace años.
Pero tal parece que el Presidente nunca se entera de esas cosas. Sus discursos de tono triunfalista, muestran un país que los ciudadanos no vemos en los hechos. Ayer mismo, frente a los pequeños empresarios, hizo la apología de su gobierno y elogió a los empresarios porque —dijo— conocen mucho mejor la vida real que los funcionarios de gobierno. Habló de créditos, de certidumbre, de facilitación de los negocios, de la necesidad de ir a economías con recursos, a vender nuestros productos.
Nos preguntamos si él lee sus discursos, si se escucha a sí mismo decirlos y si puede compararlos con lo que en realidad sucede en este lado de la barda que rodea Los Pinos. Si alguna vez se ha asomado al plantón donde, frente a la SCT, los trabajadores de Mexicana esperan pacientemente que se les atienda; se ha preguntado alguna vez qué pasó con la aerolínea que su cercano Gastón destripó; si conoce la situación real que en estos días viven las más de 20,000 familias que desean trabajar para la aerolínea más emblemática de este país.
¿Sabe qué sus funcionarios de SCT no han movido un dedo para que Mexicana vuelva a volar y, al contrario, han hecho todo por obstaculizarlo? ¿Sabe qué la aviación de propiedad nacional sería un excelente medio para ir a los mercados externos a vender nuestros productos y para atraer turistas que generen divisas? ¿Sabe qué la generación de empleos en el sector aéreo es consistente si apoyamos a nuestras empresas nacionales y si al apoyarlas también velamos por sus condiciones laborales sean de nivel internacional?
La impresión es que este gobierno ni ve ni oye a los ciudadanos, pero por lo visto ni siquiera ve ni oye sus propios discursos.
El problema de la falta de confianza entre lo que se dice y lo que se hace, es que se genera una falta de credibilidad en las acciones de gobierno y la clara certeza de que la política es un oficio de embusteros que medran con las necesidades de los ciudadanos.
En estas horas cruciales para Mexicana, el gobierno federal y en particular los funcionarios de SCT, tienen la maravillosa oportunidad de honrar las palabras de su jefe, de mostrar que sí lo escuchan y que la brecha entre lo que se dice y lo que se hace se ha cerrado por fin.
En otras palabras: Dionisio Pérez Jácome, Felipe Duarte, Héctor Velázquez y Héctor González Weeks tienen la oportunidad de mostrar voluntad política y de rescatar la credibilidad de la que ha carecido la gestión administrativa de SCT, dependencia que no ha logrado ni concretar licitaciones, ni regular el espectro, ni tener una política de aviación consistente (a pesar de que los ciudadanos y los profesionales del ramo ya le hicieron la tarea), ni de impulsar el empleo en el sector, ni de incrementar los niveles de calidad y seguridad, ni generar inversiones importantes. ¿Qué todo eso no les dice algo de lo que en realidad está pasando?
Lo oí en 123.45: ¿Para qué queremos una agencia aeroespacial si ni siquiera tenemos una política de aviación que dé certidumbre y tienda a fortalecer al sector? A menos que vayamos a inventar la astronáutica de bajo costo…
raviles_2@prodigy.net.mx