Rosario Avilés | Opinión
Martes 24 de Nov., 2009 | Hora de creación: 23:34| Ultima modificación: 02:50
El domingo pasado, 22 de noviembre, falleció el Cap. Homero Flores González, quien fuera secretario general de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores en dos ocasiones y presidente del Congreso del Trabajo en momentos importantes y con una propuesta fresca y diferente que dio lugar a lo que hoy es la Unión Nacional de Trabajadores.
La importancia de Homero en la vida sindical de los pilotos, de los trabajadores de la aviación y del movimiento obrero mexicano no ha sido aún calibrada en toda su valía, en parte porque la historia —como toda historia— todavía aguarda a ser escrita a la luz de sus frutos permanentes y en parte porque la vida de quienes dejan huellas duraderas requiere el reposo de los años para ponderarse con justicia.
En muchas ocasiones hemos llamado la atención sobre la sorprendente singularidad del sindicato de pilotos en la vida de México. Sindicato —porque agrupa a trabajadores— es también un gremio organizado de alta especialización, que ha sabido combinar la solidaridad laboral con la propuesta experta a sus empresas empleadoras.
En la época en la que Homero Flores dirigió ASPA, esta agrupación ya contaba con prestigio al interior del movimiento obrero gracias a las gestiones de dirigentes como don Andrés Fabre, don Paco Tarazona, Armando Victoria y Mauro Gómez Peralta. Homero no sólo heredó la tradición, sino que ejerció un liderazgo fresco, visionario y propositivo. A través de ese liderazgo, ASPA albergó en sus oficinas las semillas de lo que más tarde sería la Federación de Sindicatos de Empresas de Bienes y Servicios (FESEBS), que más tarde daría lugar a la UNT.
Eran tiempos en que el movimiento obrero democrático, dentro del cual ASPA siempre se distinguió, comenzaba a cuestionar ampliamente los usos y costumbres del sistema político mexicano. El Congreso del Trabajo era el organismo que agrupaba a sindicatos de todo tipo, en particular los oficiales, y que gestionaba la llamada “Alianza entre el sistema político y el movimiento obrero”.
Elegido presidente del Congreso del Trabajo, Homero haría famosa aquella frase de “alianza no es sumisión” con la cual inauguraría la crítica y la nueva mirada que terminaría por fracturar la dependencia sindical frente a los gobiernos en turno.
Al interior de ASPA, Homero promovió la educación de nuevos cuadros, tanto de alta especialización técnica como de corte laboral. Muchos de los mejores dirigentes recientes de ese gremio y de no pocos funcionarios de aerolíneas mexicanas, son producto de aquellos esfuerzos.
De su dirigencia fue también fruto la participación de ASPA en la creación de la nueva Aeroméxico, en el renacimiento de Mexicana después de la crisis de la Guerra del Golfo Pérsico y en la creación de la aerolínea Latur, propiedad de la Caja de Jubilaciones de los Pilotos.
En esas épocas también se impulsaron los contactos con las organizaciones de pilotos de Iberoamérica (en la Organización Iberoamericana de Pilotos que ahora sobrevive con nuevo nombre) y al interior de la Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Línea Aérea, IFALPA, que actualmente es presidida por un mexicano miembro de ASPA.
Sin duda que hubo momentos de muchas dificultades que el capitán Flores tuvo que pasar, como fue el quebranto de la Caja de Jubilaciones y Retiros, donde él no tenía cargo alguno pero que como dirigente de ASPA tuvo que enfrentar y que constituyó una de las más fuertes pruebas que la vida le deparó, junto con el fallecimiento de su único hijo varón, Homero Flores Nuño.
Una vez que alcanzó la edad de la jubilación como capitán de Mexicana de Aviación, Homero Flores volvió a trabajar en su empresa haciéndose cargo por parte de la aerolínea de los nuevos servicios de la Policía Federal Preventiva, donde también rememoraba sus dotes como ex integrante de la Fuerza Aérea Mexicana, organismo al que siempre guardó un especial cariño. El tiempo y sus compañeros de gremio harán, sin duda, justicia al legado que deja el capitán Flores. Nuestras condolencias a Lilia y a sus hijas.
Lo oí en 123.45: ¡Oh, Captain, my Captain!
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