EL UNIVERSAL
290810
Mateo Lejarza Leo
¿El cierre de Mexicana es culpa de los trabajadores?
El caso Mexicana de Aviación ha hecho estallar al sector de la aviación civil y con ello queda evidenciada la incapacidad administrativa del gobierno federal y la poca honestidad de algunos de los inversionistas del Nuevo Grupo Aeronáutico. La mezcla de las ambiciones privadas y la ineficiencia pública están provocando un desastre que ya hizo estragos en el sector.
Es inexplicable que el gobierno abandone su papel de garante del servicio y siendo acreedor, regulador y autoridad afirma, sin dar sus razones, que no habrá rescate ni requisa y con un doble discurso de un lado critica a los nuevos inversionistas por hacer propuestas que afectan los derechos de los trabajadores pero por otro el Presidente de la República afirma que la carga laboral “es la que bajó del aire” a Mexicana de Aviación. Se olvidan de que la concesión fue entregada a un grupo de capitalistas que se hicieron responsables y no a los trabajadores que colaboraron reduciendo sus ingresos, prestaciones y mejorando su productividad.
Resulta por ello injusto, pero sobre todo incongruente, que se haya convencido al Presidente de afirmar eso cuando en Aeroméxico hay el mismo costo laboral y se tiene conocimiento de que ese pasivo fue descontado al momento de la venta. Más aún al revelarse todas las tropelías cometidas por el señor Azcárraga parece poco inteligente insistir en defender su argumento.
Los costos laborales están fuera de mercado porque se comparan con contratos y sindicatos de protección que fueron otorgados por la autoridad laboral a las empresas de bajo costo junto con concesiones secretas.
Lo cierto es que la actitud del gobierno ha permitido que los nuevos accionistas tomen sin compromisos el control de la empresa y con ello les dio la prerrogativa de poner contra la pared a los trabajadores haciéndolos responsables del salvamento de Mexicana de Aviación con el fin de arrebatarles sus contratos.
No invierten, ni presentan plan de negocios pero sí presionan y entrampan al gobierno para ganar tiempo y llevar a la quiebra a Mexicana; éste quedó atrapado en el juego que ideó para eludir su responsabilidad y va a terminar cumpliendo con los deseos del señor Azcárraga.
El gobierno no quiere rescatar, pero le falta memoria, pues en la venta por separado de Mexicana y Aeroméxico disminuyó en no menos de mil millones de dólares los ingresos al erario y las arrojó a la competencia depredadora sin posibilidades de consolidación. El gobierno recibió poco, las ofreció a precio de ganga y se olvidó del problema, las dejó a su suerte y en manos de accionistas sin experiencia y, como se ha visto, poco honestos.
Los nuevos dueños no se destacaron por su conocimiento de la industria, pero sí por su antisindicalismo que lo practican sin obstáculos. Se dedicaron desde su llegada a golpear con intromisiones de todo tipo y alentando los conflictos internos, en ASPA se llegó a la destitución de su dirigente y en el caso de sobrecargos lo intentaron sin éxito y ahora vuelven a la carga contra su líder porque no la pueden asustar, controlar ni comprar.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social no solamente no tuvo objeción en que el señor Azcárraga le arrebatara a los sobrecargos la mitad de sus prestaciones mediante un conflicto de carácter económico —deficiencia legal que por fortuna la Suprema Corte de Justicia de la Nación está por corregir—, sino que puso atención a las molestias que le provocaron los sindicatos de pilotos y de sobrecargos, por lo cual incluyó en su reforma la desaparición de sindicatos gremiales.
El presidente Felipe Calderón está en tiempo de restablecer el papel y la responsabilidad del gobierno y evitar el desastre. Tiene en sus manos el decretar la toma de la administración, la que está plenamente justificada porque se salvan cerca de 2 mil millones de pesos del erario, 8 mil empleos, una empresa emblemática nacional y se saca al sector de una aguda crisis que sólo va a ser aprovechada por las aerolíneas extranjeras.
mlejarzae@prodigy.net.mx
Miembro del Comexi
290810
Mateo Lejarza Leo
¿El cierre de Mexicana es culpa de los trabajadores?
El caso Mexicana de Aviación ha hecho estallar al sector de la aviación civil y con ello queda evidenciada la incapacidad administrativa del gobierno federal y la poca honestidad de algunos de los inversionistas del Nuevo Grupo Aeronáutico. La mezcla de las ambiciones privadas y la ineficiencia pública están provocando un desastre que ya hizo estragos en el sector.
Es inexplicable que el gobierno abandone su papel de garante del servicio y siendo acreedor, regulador y autoridad afirma, sin dar sus razones, que no habrá rescate ni requisa y con un doble discurso de un lado critica a los nuevos inversionistas por hacer propuestas que afectan los derechos de los trabajadores pero por otro el Presidente de la República afirma que la carga laboral “es la que bajó del aire” a Mexicana de Aviación. Se olvidan de que la concesión fue entregada a un grupo de capitalistas que se hicieron responsables y no a los trabajadores que colaboraron reduciendo sus ingresos, prestaciones y mejorando su productividad.
Resulta por ello injusto, pero sobre todo incongruente, que se haya convencido al Presidente de afirmar eso cuando en Aeroméxico hay el mismo costo laboral y se tiene conocimiento de que ese pasivo fue descontado al momento de la venta. Más aún al revelarse todas las tropelías cometidas por el señor Azcárraga parece poco inteligente insistir en defender su argumento.
Los costos laborales están fuera de mercado porque se comparan con contratos y sindicatos de protección que fueron otorgados por la autoridad laboral a las empresas de bajo costo junto con concesiones secretas.
Lo cierto es que la actitud del gobierno ha permitido que los nuevos accionistas tomen sin compromisos el control de la empresa y con ello les dio la prerrogativa de poner contra la pared a los trabajadores haciéndolos responsables del salvamento de Mexicana de Aviación con el fin de arrebatarles sus contratos.
No invierten, ni presentan plan de negocios pero sí presionan y entrampan al gobierno para ganar tiempo y llevar a la quiebra a Mexicana; éste quedó atrapado en el juego que ideó para eludir su responsabilidad y va a terminar cumpliendo con los deseos del señor Azcárraga.
El gobierno no quiere rescatar, pero le falta memoria, pues en la venta por separado de Mexicana y Aeroméxico disminuyó en no menos de mil millones de dólares los ingresos al erario y las arrojó a la competencia depredadora sin posibilidades de consolidación. El gobierno recibió poco, las ofreció a precio de ganga y se olvidó del problema, las dejó a su suerte y en manos de accionistas sin experiencia y, como se ha visto, poco honestos.
Los nuevos dueños no se destacaron por su conocimiento de la industria, pero sí por su antisindicalismo que lo practican sin obstáculos. Se dedicaron desde su llegada a golpear con intromisiones de todo tipo y alentando los conflictos internos, en ASPA se llegó a la destitución de su dirigente y en el caso de sobrecargos lo intentaron sin éxito y ahora vuelven a la carga contra su líder porque no la pueden asustar, controlar ni comprar.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social no solamente no tuvo objeción en que el señor Azcárraga le arrebatara a los sobrecargos la mitad de sus prestaciones mediante un conflicto de carácter económico —deficiencia legal que por fortuna la Suprema Corte de Justicia de la Nación está por corregir—, sino que puso atención a las molestias que le provocaron los sindicatos de pilotos y de sobrecargos, por lo cual incluyó en su reforma la desaparición de sindicatos gremiales.
El presidente Felipe Calderón está en tiempo de restablecer el papel y la responsabilidad del gobierno y evitar el desastre. Tiene en sus manos el decretar la toma de la administración, la que está plenamente justificada porque se salvan cerca de 2 mil millones de pesos del erario, 8 mil empleos, una empresa emblemática nacional y se saca al sector de una aguda crisis que sólo va a ser aprovechada por las aerolíneas extranjeras.
mlejarzae@prodigy.net.mx
Miembro del Comexi