Capítulo
11: las declaraciones y los hechos
En
esta columna, mis estimados lectores, registraremos la cadena de intrigas y
corrupción cobijadas y justificadas con un solo argumento: el famoso Capítulo
11 al que se acogió Grupo Aeroméxico el día 30 de junio del presente año, y que
se tramita con el número de caso 20-11563 (SCC), en una corte de Nueva York, en
los Estados Unidos de Norteamérica.
El 1°
de julio de este año, Andrés Conesa, Director de Aeroméxico, declaró: “Estamos
muy satisfechos de tan pronta resolución y aprobación del Tribunal a estas
primeras peticiones, que ayudan a garantizar la continuidad de las operaciones
durante este proceso”. Ese optimismo contrasta con lo que en los hechos
está pasando entre sus trabajadores. ¿Sabían ustedes que la empresa y sus
directivos están utilizando el Capítulo 11 para implementar prácticamente la
esclavitud en la aviación?
Pareciera
que Aeroméxico al entrar Capítulo 11, también entró a un espacio ignoto y
oculto tras un velo opaco que no permite ver más allá; y es que aprovechando
las circunstancias, la aerolínea del caballero Águila asume actitudes que se
convierten en amenazas a sus trabajadores.
Partamos
de que el proceso legal denominado “Capítulo 11” es público. Tan lo es que es
posible corroborar que con el plan de reestructura que están manejando, Aeroméxico
(50% propiedad de Delta Airlines) y Apollo Global Manegement, lo que buscan es acercarse
al modelo laboral de las aerolíneas de bajo costo, sin embargo, en el país no
existe ninguna aerolínea bajo dicho esquema. Las aerolíneas que se autodefinen
como de bajo costo, son en realidad un modelo híbrido entre una aerolínea
tradicional y una de bajo costo.
Tampoco
es un secreto que Aeroméxico no escatima epítetos de alabanza para Andrés
Conesa Labastida, y decir que gracias a su talento y visión es que el futuro de
la empresa es prometedor. Sin embargo, en el caso de los sobrecargos y con base
en las evidencias recopiladas, no me queda más que decir que existe una fuerte
colusión entre empresa y sindicato.
Aeroméxico,
dentro del Capítulo 11, declaró “pagos” a los sindicatos por variados
conceptos, pero siendo realistas los únicos conceptos que existen por que la
empresa entregue dinero al Sindicato de Sobrecargos es por cuotas sindicales, y
por la cláusula de la ayuda para festejar el Aniversario de ASSA, y en el caso de
los sobrecargos al servicio de Aerovías, también la ayuda anual por concepto de
beca escolar.
Y es
que según la última circular informativa de “Ingresos y Egresos” del sindicato,
emitida en febrero de este año, ASSA recibió por concepto de “cuotas
sindicales” $2,321,566.00 (Dos millones trescientos veintiún mil quinientos
sesenta y seis pesos 00/100). Sin embargo, la empresa afirma que durante los
meses de abril, mayo y junio le entregó al sindicato USD$1,308,177.00; un
millón trescientos ocho mil, ciento setenta y siete dólares, repito, dólares,
no pesos.
Nuestra
ley interna es muy clara, el único pago que podemos recibir es bajo los conceptos
arriba detalllados. Cualquier otro tipo de “compensación económica” por parte
de la empresa para el sindicato, debe tomarse como lo que es: compra de
voluntades y soborno, para que le rinda cuentas a la empresa y no a los
agremiados.
Ahí no
para el asunto, dentro del mismo concurso mercantil, la empresa documenta que entregó
bajo la figura de “comodato”, una camioneta marca Ford Expedition Platinum MAX
4x4, Modelo 2020; lo más llamativo aquí es que, a pesar de estar en “comodato”
para la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México, con domicilio
en la calle de Patricio Sanz 751, en la colonia Del Valle, Alcaldía Benito
Juárez, la camioneta de lujo fue entregada en una dirección diferente, que no
corresponde ni a la sede sindical, ni a la guardería que se tiene en la colonia
Peñón de los Baños. Fue entregada en la calle San Francisco 1626 despacho 101,
en la misma colonia Del Valle.
Otro
botón de ejemplo de cómo el Capítulo 11 se puede volver una venda para los ojos
del trabajador: la empresa del caballero Águila mandó al sindicato de
sobrecargos una solicitud de “recorte” a los Contratos Colectivos de Trabajo.
Sin embargo, en una maniobra sucia de colusión, el documento en cuestión jamás
fue mostrado por la representación sindical. En lugar de publicarlo tal y como
lo envía la empresa, el sindicato elaboró una “transcripción”, supuestamente
con lo pedido por la empresa. Por supuesto, la duda subyace sobre la veracidad
de la petición de la empresa y sus alcances, que a decir del líder sindical,
son en términos de terror.
Que los
sobrecargos a estas alturas desconozcan qué es lo que la empresa les está
pidiendo, suena más a una estrategia por parte del Secretario General de
“inflar” la petición y hacerla lucir verdaderamente escabrosa, para que al
momento de los recortes, él pueda salir y decir “defendimos los contratos lo
más se que pudo y vean compañeros, hemos logrado que no nos quiten a), b), c),
etc.”
No es
casualidad tampoco que esto suceda días previos a las votaciones internas en
ASSA, para la elección de un tercio de la representación sindical. Por un lado
el sindicato dice que no es la empresa sino el “inversionista” quien pide
reajustes, y pide a sus agremiados que le crean cuando dice que respondió con
una negativa rotunda y recordándoles que los sobrecargos siempre han apoyado a
la empresa.
A
todas luces el Sindicato se enredó en su propio galimatías. Declaraciones
contradictorias están sobre la mesa. Mientras la Secretaria del Tribunal de
Honor y Justicia se arroga funciones de “vocera”, tal vez porque la compañera
que encabeza la Secretaría de Prensa es un fantasma inexistente, contradice al
Secretario General cuando dice “Es una propuesta inicial de la empresa hacia
los sobrecargos. Todo esto se va a dialogar, a conceptuar con la empresa, sobre
todo en beneficio de los sobrecargos de Aeroméxico”, comentó Claudia
Quijas, portavoz del sindicato, según una entrevista publicada por el medio
digital A21. Al mismo tiempo, el Secretario General, tanto en circulares como
en su muro personal de la red social Facebook, repite con vehemencia que le
había dicho “no” a la propuesta presentada por la empresa.
Por
tanto, me parece deleznable que usando como pretexto al Capítulo 11, empresa y
sindicato estén en franca colusión con la única finalidad de mermar las
condiciones laborales de los sobrecargos. El ataque es frontal y despiadado; no
repara en las condiciones mínimas de un estado de derecho. Deja en la
indefensión total al trabajador, privándolo no solo de sus derechos, sino
incluso de la posibilidad de defenderlos. Ninguna reestructura, ninguna
inversión, ningún inversionista por más poderoso que sea, y por más dura que
sea la crisis justifica que se rompa el equilibrio entre los factores de la
producción. Yo, como trabajadora, no pienso quedarme callada ante esta vileza.
Ximena Garmendia
1° de noviembre 2020