¿Y los responsables?
Todo apunta a que en las próximas horas Mexicana de Aviación será declarada
formalmente “en quiebra” por las autoridades mercantiles, con lo que terminará
un largo, penoso y turbio proceso por el que se intentó rescatar a la que fuera
la primera aerolínea del país sin conseguirlo. Miles de trabajadores en el
desempleo y la informalidad, un mercado aéreo desequilibrado y que puso a los
consumidores a merced de una sola aerolínea dominante, una serie de ofertas de
inversionistas no concretadas, a veces por actos que parecían de sabotaje y un
caso de corrupción empresarial y gubernamental sin investigar ni castigar , es
el saldo final de ese proceso de quiebra.
Millonarios intereses privados, complicidad del gobierno de Felipe Calderón y
desinterés de la actual administración se combinaron para que con la inminente
quiebra de Mexicana se intente cerrar un caso en el que hay culpables sin
castigo y en la total impunidad, comenzando por el empresario Gastón Azcárraga,
último propietario de la aerolínea, a quien se atribuyen prácticas empresariales
y maniobras irregulares para descapitalizar a la compañía en aras de terminar
con los privilegios del sindicato y crear nuevas aerolíneas de bajo costo y sin
compromisos sindicales.
El gobierno de Calderón se negó a tocar al empresario Azcárraga a pesar de
las evidencias de que sacó indebidamente capital de Mexicana para trasladarlo a
otras de sus empresas, con lo que aceleró la caída de la compañía aérea que,
ante el pésimo manejo de sus inversionistas privados, cayó en el proceso
mercantil en el que lleva ya casi cuatro años y que se acerca a su fin al vencer
el plazo para que fuera adquirida por nuevos inversionistas. Tampoco la actual
administración de Enrique Peña Nieto ha mostrado el menor interés en buscarle
una solución real a la aerolínea y mucho menos a investigar a los empresarios
que la llevaron al borde de la quiebra que está a punto de ser declarada.
La misma impunidad que ha protegido a los funcionarios que tuvieron
responsabilidad en haber vigilado y detectado a tiempo los malos manejos
financieros que ocurrían en Mexicana de Aviación. Nunca hubo una investigación
formal sobre por qué la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, a cargo
entonces de Juan Molinar Horcasitas, nunca dio la voz de alerta sobre el riesgo
que representaba la situación de Mexicana para el mercado de la aviación en
México, o por qué organismos como la Comisión Federal de Competencia no
detectaron las prácticas y transferencias indebidas que ocurrían en la compañía
y que eventualmente la llevaron al desastre financiero.
En medio de toda esa impunidad, quedaron atrapados ocho mil trabajadores para
los que nunca hubo un apoyo oficial, salvo el pago de pensiones e
indemnizaciones que algunos fueron cobrando, pero de sus derechos laborales, de
la indefensión en la que quedaron desde entonces pilotos, azafatas, personal de
tierra, trabajadores de talleres y demás, no hubo apoyo gubernamental y por el
contrario la Secretaría del Trabajo en el sexenio pasado, con el actual senador
Javier Lozano a la cabeza, se convirtió casi en la enemiga del movimiento del
sindicato de Mexicana por recuperar su fuente de empleo.
Así que, lo que en cualquier otro país, con un mínimo de democracia y
moralidad pública hubiera desatado toda una investigación y un proceso para
esclarecer lo ocurrido y señalar a los responsables, aquí terminará como muchos
otros asuntos, en la total opacidad e impunidad. La primera aerolínea mexicana,
la que fuera estandarte de la aviación nacional será pronto declarada en quiebra
y no hay un solo responsable bajo proceso y como siempre los afectados con toda
la suciedad empresarial y la complicidad gubernamental terminamos siendo los
consumidores, que al final, en este país, a nadie le importamos.