Autotransportistas privados arrancan promesa a Economía sobre Pesos y Dimensiones
En la reunión se acordó que el gobierno no hará nunca nada que afecte la competitividad del sector empresarial del transporte.
Darío Celis
Enseñan el cobre
Ayer las secretarías de Comunicaciones y Transportes y del Trabajo no se quedaron cruzadas de brazos y tímidamente empezaron a develar las intenciones que horas antes no pudieron externar abiertamente en una reunión a los tres líderes sindicales de Mexicana y al conciliador y administrador de la empresa. Desde muy temprano el gobierno se dedicó a golpear mediáticamente a Iván Barona, quien en la víspera se quedó sin fondeador. “Se los dije”, repetía Gerardo Sánchez Henkel, cual torero reivindicado, se lamentaba de que no lo hubieran dejado hacer protestar bajo de decir verdad días atrás, cuando el minero daba por hecho que ya tenía en la bolsa los 400 millones para reflotar a Mexicana. Después de la zarandeada a Barona, Dionisio Pérez-Jácome y Javier Lozano se alistaban para informar a Fernando Perfecto, del sindicato de pilotos, Miguel Ángel Yúdico por los trabajadores de tierra y Ricardo del Valle de los sobrecargos, que el siguiente paso era la quiebra. Los colaboradores de Felipe Calderón partían de dos hechos que a su juicio son irrefutables: no hay inversionistas serios (ya no están dispuestos a que les siguieran tomando el pelo falsos salvadores) y que Mexicana ya no tenía activos. Sin embargo, los funcionarios no contaban con que a los líderes ya les habían pasado el pitazo de lo que les dirían. Por eso Perfecto, Yúdico y Del Valle invitaron a esa reunión al diputado del PT, Mario di Costanzo. ¿Por qué llevarlo? La jugada de los sindicatos era a todas luces defensiva. Si lo que les iban a informar era la decisión de adelantar la quiebra, lo que se quiere hacer mediante el envío de una solicitud documentada jurídicamente al juez Felipe Consuelo Soto de tal forma que no pueda negarse, pues los líderes querían que un diputado federal estuviera presente para constatar las intenciones del gobierno. Qué mejor que Di Costanzo, que interesadamente desde el inicio ha abanderado a buena parte de los ocho mil 500 trabajadores. Pero Lozano se opuso férreamente. Ni siquiera Pérez-Jácome, que quiso intermediar sin éxito la situación. Más de una hora discutieron la conveniencia o no de que estuviera presente el diputado petista. Al final se impuso el “Capitán voy a Todas”, que logró reventar el encuentro. Ya por la tarde los secretarios salieron a dar su conferencia de prensa, en la que dejaron entrever que solicitarán al juez adelantar la quiebra, que ya no creen en ningún inversionista y que mientras más tiempo pase los trabajadores recuperarán menos en un escenario de liquidación de la compañía.
2011-11-24 00:00:00
En la reunión se acordó que el gobierno no hará nunca nada que afecte la competitividad del sector empresarial del transporte.
Darío Celis
Enseñan el cobre
Ayer las secretarías de Comunicaciones y Transportes y del Trabajo no se quedaron cruzadas de brazos y tímidamente empezaron a develar las intenciones que horas antes no pudieron externar abiertamente en una reunión a los tres líderes sindicales de Mexicana y al conciliador y administrador de la empresa. Desde muy temprano el gobierno se dedicó a golpear mediáticamente a Iván Barona, quien en la víspera se quedó sin fondeador. “Se los dije”, repetía Gerardo Sánchez Henkel, cual torero reivindicado, se lamentaba de que no lo hubieran dejado hacer protestar bajo de decir verdad días atrás, cuando el minero daba por hecho que ya tenía en la bolsa los 400 millones para reflotar a Mexicana. Después de la zarandeada a Barona, Dionisio Pérez-Jácome y Javier Lozano se alistaban para informar a Fernando Perfecto, del sindicato de pilotos, Miguel Ángel Yúdico por los trabajadores de tierra y Ricardo del Valle de los sobrecargos, que el siguiente paso era la quiebra. Los colaboradores de Felipe Calderón partían de dos hechos que a su juicio son irrefutables: no hay inversionistas serios (ya no están dispuestos a que les siguieran tomando el pelo falsos salvadores) y que Mexicana ya no tenía activos. Sin embargo, los funcionarios no contaban con que a los líderes ya les habían pasado el pitazo de lo que les dirían. Por eso Perfecto, Yúdico y Del Valle invitaron a esa reunión al diputado del PT, Mario di Costanzo. ¿Por qué llevarlo? La jugada de los sindicatos era a todas luces defensiva. Si lo que les iban a informar era la decisión de adelantar la quiebra, lo que se quiere hacer mediante el envío de una solicitud documentada jurídicamente al juez Felipe Consuelo Soto de tal forma que no pueda negarse, pues los líderes querían que un diputado federal estuviera presente para constatar las intenciones del gobierno. Qué mejor que Di Costanzo, que interesadamente desde el inicio ha abanderado a buena parte de los ocho mil 500 trabajadores. Pero Lozano se opuso férreamente. Ni siquiera Pérez-Jácome, que quiso intermediar sin éxito la situación. Más de una hora discutieron la conveniencia o no de que estuviera presente el diputado petista. Al final se impuso el “Capitán voy a Todas”, que logró reventar el encuentro. Ya por la tarde los secretarios salieron a dar su conferencia de prensa, en la que dejaron entrever que solicitarán al juez adelantar la quiebra, que ya no creen en ningún inversionista y que mientras más tiempo pase los trabajadores recuperarán menos en un escenario de liquidación de la compañía.
2011-11-24 00:00:00