Queda corto el NAICM, alerta Arup
Alan Miranda
A año y medio de iniciar la construcción del nuevo aeropuerto, ya se amplió su capacidad original de 50 a 57 millones. Foto: Especial
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Desde su etapa de planeación, un estudio elaborado por la firma británica Arup advertía sobre el riesgo de que esta obra de infraestructura quedara rebasada antes de arrancar en caso de que la construcción tardara más de lo planeado.
Apenas ha pasado un año y medio desde que el proyecto fue anunciado oficialmente, pero los documentos oficiales ya muestran un aumento de capacidad de 14 por ciento para el 20 de octubre de 2020, cuando abra sus puertas.
El número de pasajeros anuales que podrá atender pasará de 50 millones a 57 millones.
Al hacer este señalamiento, Arup tenía de su lado la experiencia alemana, donde el Aeropuerto Internacional Berlín Brandemburgo, que lleva 8 años en construcción, ya tuvo que actualizar su capacidad antes de abrir sus puertas.
Cuando comenzó a construirse, en 2006, su capacidad planeada era de 27 millones de pasajeros y la idea es que estuviera listo en 2011.
Desde entonces, la apertura se ha retrasado en varias ocasiones y, en septiembre de 2015, las autoridades locales anunciaron medidas para ampliar la capacidad a 40 millones de pasajeros por año, 48 por ciento más de lo originalmente anunciado.
"Naturalmente, los pronósticos no pueden ser exactos para periodos de muchos años y décadas, pues en la industria aérea hay muchos factores que influyen", dijo Karsten Mühlenfeld, director general de Flughafen Berlin Brandenburg (FBB), la compañía gubernamental que coordina la construcción y operará el nuevo aeropuerto.
"El tráfico aéreo en Berlín creció más rápido durante los últimos 15 años que el tráfico aéreo promedio en toda Alemania y también más rápido de lo que habían determinado los pronósticos de mediados de los años 90", agregó.
El nuevo aeropuerto para la capital alemana es un proyecto que se gestó desde la reunificación para sustituir a los tres aeropuertos -Tempelhof, Tegel y Schönefeld- que operaban de manera independiente para atender a los sectores estadounidense, francés y soviético.
El primero ya cerró sus puertas. Sus pistas y calles de rodaje se convirtieron en un parque y el edificio terminal eventualmente se remodelará para albergar oficinas, centros de exposiciones y otras instalaciones que dejen ingresos a la ciudad, de acuerdo con Holger Lippmann, director de Tempelhof Projekt, la empresa parastatal encargada.
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