Mexicana cumple cuatro años en tierra
EL UNIVERSAL/MÉXICO. DF / Publicada el 28/08/2014Aún hay 709 jubilados que pelean por cobrar su pensión. Foto: El Universal.
Al cumplirse cuatro años del cierre de operaciones en Mexicana de Aviación, de los mil 500 sobrecargos que laboraban entonces, sólo cuatro se ubican actualmente en líneas aéreas extranjeras, en Intejet unos 130, en Volaris 50, Magnicharter cuatro y 350 en Aeromexico de unos 600 que se estiman.
La colocación para ellos ha sido difícil; otros no lo lograron por el límite de edad, y ante ese impedimento, algunos como Claudia Araceli Flores, que no halló oportunidad ni como secretaria ni en otra actividad ajena al sector aéreo, inició como microempresaria y actualmente elabora galletas para perro.
Entre amigos, vecinos y ex compañeros de Mexicana, Claudia vende su producto elaborado en casa, pero reconoce que es insuficiente el ingreso, pues requiere de un capital para desarrollar una estrategia más amplia que le dé para subsistir.
“Es un proyecto que estoy iniciando. Son galletas gourmet para perro, que planeo a largo plazo, pero no tengo recursos para constituirlo bien, pero las ganas ahí están.
“Yo las fabrico y una amiga me ayudó con el logo que pongo en las bolsas, y me dedico ahora a andar tocando puertas para venderlas. Las elaboro con productos como harina, huevo, pulpa de carne, verduras y fruta”, dice Claudia, quien laboró 12 años y medio en Mexicana de Aviación y no pierde la esperanza de regresar a volar, pero por su edad —39 años— cree que lo podría lograr en el programa que impulsa la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) con Aeromexico, en donde se han colocado 350 de sus compañeros.
Uno de ellos es Marco Antonio Escobar, quien después de probar como mecánico y en reparaciones inmobiliarias, ingresó hace tres meses como sobrecargo en Aeromexico.
Debido a que los empleos fueron temporales, Marco Antonio se quedó sin trabajo el año pasado y hace tres meses tuvo la oportunidad de ser parte del grupo de sobrecargos que ingresó a Aeromexico, luego de realizar varios exámenes.
Al principio, dijo, los señalaron como los “viejitos”, pues este grupo supera los 37 años de edad, pero se quiso aprovechar la experiencia y certificaciones con las que cuentan.
Resaltó que estos tres meses han sido muy buenos, pues trabaja en lo que le gusta y lo hace con profesionalismo. Es una oportunidad que no piensa desaprovechar por representar un ingreso fijo para subsistir, pues desde el cierre de Mexicana su situación se ha ido complicando, como a la de la mayoría de sus compañeros.
En ello coincide Cristina Occelli, quien trabajó 20 años en Mexicana hasta el cierre de operaciones hace cuatro años, lo que derivó en que, al ser madre soltera, no pudo continuar pagando la preparatoria de su hijo, quien tuvo que dejar los estudios para ingresar a trabajar y después con sus ingresos retornar a las aulas.
“Ha sido muy difícil, hemos tenido cambios muy drásticos. Mi hijo y yo vivíamos en un departamento y lo tuvimos que dejar e irnos a vivir a la casa de mis papás porque yo no encontraba trabajo y no tenía dinero”.
A esta situación se le suma, dijo, la crisis emocional por toda la situación, en la que se incluye las esperanzas que se fueron dando cuando se hablaba de que existía algún comprador de la empresa y de las altas posibilidades de que Mexicana volviera a volar. “Pero esto nunca se dio, se ha jugado con nuestros sentimientos hasta el grado de que perdimos las esperanzas. Lo veíamos como un cuento que no tenía final”.
Ahora “queda una esperanza de que nos paguen liquidaciones en los mejores términos, pero igual es jugar con nuestros sentimientos”, dijo Cristina, quien realiza actividades en la ASSA.
Ahí también labora Víctor Muñoz, quien ha logrado subsistir gracias a la labor que realiza en el sindicato. Dice que en otras aerolíneas no lo contratan porque se piensa que podría organizar a los trabajadores.
“Después del cierre de operaciones, ha sido terrible en el sentido de que impacta emocional y espiritualmente, y no se diga económica y laboralmente (...). Es difícil aceptar que, aunque no hayas hecho nada malo, te despojen y roben tu patrimonio y tu proyecto de vida cambie dramáticamente”.
Asegura que después de los 30 años es complicado que alguna empresa los contrate, “y dentro del parámetro de mil 500 sobrecargos que nos quedamos sin trabajo con el cierre de operaciones, más de 40% rebasamos los 35 años de edad”.
De acuerdo con la ASSA, paralelamente a este grupo de ex empleados de Mexicana, en agosto de 2010 se tenían registrados 600 jubilados. A la fecha son 709, que luchan porque les sean pagadas sus pensiones.
La colocación para ellos ha sido difícil; otros no lo lograron por el límite de edad, y ante ese impedimento, algunos como Claudia Araceli Flores, que no halló oportunidad ni como secretaria ni en otra actividad ajena al sector aéreo, inició como microempresaria y actualmente elabora galletas para perro.
Entre amigos, vecinos y ex compañeros de Mexicana, Claudia vende su producto elaborado en casa, pero reconoce que es insuficiente el ingreso, pues requiere de un capital para desarrollar una estrategia más amplia que le dé para subsistir.
“Es un proyecto que estoy iniciando. Son galletas gourmet para perro, que planeo a largo plazo, pero no tengo recursos para constituirlo bien, pero las ganas ahí están.
“Yo las fabrico y una amiga me ayudó con el logo que pongo en las bolsas, y me dedico ahora a andar tocando puertas para venderlas. Las elaboro con productos como harina, huevo, pulpa de carne, verduras y fruta”, dice Claudia, quien laboró 12 años y medio en Mexicana de Aviación y no pierde la esperanza de regresar a volar, pero por su edad —39 años— cree que lo podría lograr en el programa que impulsa la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) con Aeromexico, en donde se han colocado 350 de sus compañeros.
Uno de ellos es Marco Antonio Escobar, quien después de probar como mecánico y en reparaciones inmobiliarias, ingresó hace tres meses como sobrecargo en Aeromexico.
Debido a que los empleos fueron temporales, Marco Antonio se quedó sin trabajo el año pasado y hace tres meses tuvo la oportunidad de ser parte del grupo de sobrecargos que ingresó a Aeromexico, luego de realizar varios exámenes.
Al principio, dijo, los señalaron como los “viejitos”, pues este grupo supera los 37 años de edad, pero se quiso aprovechar la experiencia y certificaciones con las que cuentan.
Resaltó que estos tres meses han sido muy buenos, pues trabaja en lo que le gusta y lo hace con profesionalismo. Es una oportunidad que no piensa desaprovechar por representar un ingreso fijo para subsistir, pues desde el cierre de Mexicana su situación se ha ido complicando, como a la de la mayoría de sus compañeros.
En ello coincide Cristina Occelli, quien trabajó 20 años en Mexicana hasta el cierre de operaciones hace cuatro años, lo que derivó en que, al ser madre soltera, no pudo continuar pagando la preparatoria de su hijo, quien tuvo que dejar los estudios para ingresar a trabajar y después con sus ingresos retornar a las aulas.
“Ha sido muy difícil, hemos tenido cambios muy drásticos. Mi hijo y yo vivíamos en un departamento y lo tuvimos que dejar e irnos a vivir a la casa de mis papás porque yo no encontraba trabajo y no tenía dinero”.
A esta situación se le suma, dijo, la crisis emocional por toda la situación, en la que se incluye las esperanzas que se fueron dando cuando se hablaba de que existía algún comprador de la empresa y de las altas posibilidades de que Mexicana volviera a volar. “Pero esto nunca se dio, se ha jugado con nuestros sentimientos hasta el grado de que perdimos las esperanzas. Lo veíamos como un cuento que no tenía final”.
Ahora “queda una esperanza de que nos paguen liquidaciones en los mejores términos, pero igual es jugar con nuestros sentimientos”, dijo Cristina, quien realiza actividades en la ASSA.
Ahí también labora Víctor Muñoz, quien ha logrado subsistir gracias a la labor que realiza en el sindicato. Dice que en otras aerolíneas no lo contratan porque se piensa que podría organizar a los trabajadores.
“Después del cierre de operaciones, ha sido terrible en el sentido de que impacta emocional y espiritualmente, y no se diga económica y laboralmente (...). Es difícil aceptar que, aunque no hayas hecho nada malo, te despojen y roben tu patrimonio y tu proyecto de vida cambie dramáticamente”.
Asegura que después de los 30 años es complicado que alguna empresa los contrate, “y dentro del parámetro de mil 500 sobrecargos que nos quedamos sin trabajo con el cierre de operaciones, más de 40% rebasamos los 35 años de edad”.
De acuerdo con la ASSA, paralelamente a este grupo de ex empleados de Mexicana, en agosto de 2010 se tenían registrados 600 jubilados. A la fecha son 709, que luchan porque les sean pagadas sus pensiones.