Opinión de ( René Avilés Fabila) |
¿Y los trabajadores, quién piensa en ellos?
Si la clase obrera, en la que tantas esperanzas pusieron los marxistas, en México vive eternamente doblegada por sindicatos charros, de izquierda y priistas, supuestamente independientes, en términos más amplios (finalmente todos venden su fuerza de trabajo) los que se emplean con grandes empresas que no son siempre fábricas, están al garete, desamparados y muy lejos de la justicia que el Estado podría brindarles. Dos ejemplos: uno que comienza a envejecer ante la incomprensión y la incapacidad del aparato gubernamental, los trabajadores de Mexicana de Aviación y los que acaban de iniciar su penoso vía crucis: los de Oceanografía. El Estado mexicano los ha olvidado, al sistema político no le importa un ápice su trágica situación. Es posible que sepan que son víctimas de la corrupción que impera en el país y que es realmente escandalosa, pero hasta allí.
En el aeropuerto puede distinguirse el amplio espacio que antes ocupó una empresa que fue próspera y emblemática en la aviación comercial nacional, Mexicana de Aviación, a hombres y mujeres sosteniendo una lucha para recibir justicia. A nadie le importan. Los dueños están a salvo: amparados, prófugos o escondidos tras abogados pillos. Ya ni los medios de comunicación se ocupan de los trabajadores que tenazmente esperan un arreglo y de nuevo volver a trabajar. La corrupción y las injusticias han podido más que la verdad.
El otro caso es Oceanografía, una empresa próspera, de apariencia decente, que ahora sabemos que estaba formada por empresarios audaces y ladrones, entre ellos los hijos de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox, ambos vinculados a escándalos y ya dueños de una aceptable fortuna. Oceanografía tiene sobre sí una larga serie de acusaciones: fraude a bancos, tráfico de influencias, lavado de dinero y más trapacerías. Los dueños han desaparecido. En los miles de trabajadores que desde hace meses no cobran, hay preocupación, ¿quién va a pagarles su trabajo, con qué recursos, si la empresa está quebrada a causa de los turbios manejos? Hace unos días, en Ciudad del Carmen, más de 600 trabajadores bloquearon las instalaciones en demanda de justicia. Los ejecutivos de Oceanografía, cuya lista y propiedades están en manos de las autoridades, no aparecen por ningún lado. El buque de mayor calado, el Osa Goliath, se ha perdido en aguas internacionales para ponerse a salvo de la posible persecución de la lamentable justicia mexicana. El comunicado de la PGR, una patética institución por completo desprestigiada, dice que ya es buscado por sus fuerzas. ¿Cómo es la persecución? ¿En trajineras de Xochimilco, en helicópteros prestados por algún rico en busca de mayor notoriedad?
Aunque la empresa es anterior a las administraciones panistas, es con los “decentes” conservadores que aumentaron los niveles de corrupción, a grado tal que también defraudaron al IMSS y al Infonavit. Lo asombroso es que los panistas siempre hablaron y hablaron de lucha contra la corrupción y ahora vemos que en doce años docenas de ellos se aprovecharon para hacer negocios al amparo de Fox y de Calderón. A pesar de ello, la panista Cecilia Romero, presidente de su partido, declaró que “se debe ir tras los responsables, sin importar quiénes sean”. Una más de las frases hechas por los políticos mexicanos.
Ya hemos visto ese filme, si antes el gobierno compraba las empresas saqueadas, defraudadas, y no castigaba a nadie, para luego venderlas a sus amigos, ahora la situación ha sufrido una grave modificación: dejan la empresa, la pisotean, humillan a los trabajadores, como lo hemos visto en Mexicana y el asunto se queda atorado entre batallas legaloides, mientras que los trabajadores ven qué hacen para subsistir. Muy pronto, los desfalcadores de Oceanografía seguirán sus negocios exitosos, en libertad y los miles de trabajadores, comprarán tiendas de campaña y se instalarán en espera de que la justicia mexicana, tan desprestigiada, dicho sea de paso, actúe, desde luego, en su contra. Y peor aún, si Peña Nieto necesita a los panistas para que avalen las leyes secundarias, ya se fregaron los trabajadores y Banamex, porque seguro habrá arreglo político.
Estos gravísimos hechos nos impiden creer que hay un gobierno que desee el bien de México y de la población en general. He visto huelgas de un solo hombre sostenerse por años sin que la justicia haga algo o el propio gobierno.
Finalmente, está claro que el gobierno mexicano sólo escucha a los poderosos. El fraude fue descubierto porque Banamex sospechó y estableció una denuncia. De lo contrario, los trabajadores que llevaban varios meses sin cobrar no habrían sido descubiertos. ¿Éste es el país equilibrado, justo y honesto que desea Peña Nieto y su gobierno? Me parece que sí y para no olvidarlos, cada que voy al aeropuerto paso frente a los pilotos, las aeromozas y el personal de tierra, que parecen, ya son, indigentes, en espera de un acto de caridad de parte de la justicia mexicana que no llegará.
Pero ya este tipo de robos de millonarios que desean ser más ricos, a nadie sorprende. El caso de los templarios que transportan de Michoacán minerales hasta China y para ello pasaban aduanas, firmaban papeles oficiales, se embarcaban y llegaban a su destino, involucra a miles de personas y a docenas de instituciones de apariencia honorable. Pues no. Estamos en manos de ladrones. No somos un país, sino una fábrica de deshonestidad y pillerías exitosas, donde los partidos olvidaron todo, incluso a quienes les piden el voto, a los trabajadores.
www.reneavilesfabila.com.mx
www.recordanzas.blogspot.com
En el aeropuerto puede distinguirse el amplio espacio que antes ocupó una empresa que fue próspera y emblemática en la aviación comercial nacional, Mexicana de Aviación, a hombres y mujeres sosteniendo una lucha para recibir justicia. A nadie le importan. Los dueños están a salvo: amparados, prófugos o escondidos tras abogados pillos. Ya ni los medios de comunicación se ocupan de los trabajadores que tenazmente esperan un arreglo y de nuevo volver a trabajar. La corrupción y las injusticias han podido más que la verdad.
El otro caso es Oceanografía, una empresa próspera, de apariencia decente, que ahora sabemos que estaba formada por empresarios audaces y ladrones, entre ellos los hijos de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox, ambos vinculados a escándalos y ya dueños de una aceptable fortuna. Oceanografía tiene sobre sí una larga serie de acusaciones: fraude a bancos, tráfico de influencias, lavado de dinero y más trapacerías. Los dueños han desaparecido. En los miles de trabajadores que desde hace meses no cobran, hay preocupación, ¿quién va a pagarles su trabajo, con qué recursos, si la empresa está quebrada a causa de los turbios manejos? Hace unos días, en Ciudad del Carmen, más de 600 trabajadores bloquearon las instalaciones en demanda de justicia. Los ejecutivos de Oceanografía, cuya lista y propiedades están en manos de las autoridades, no aparecen por ningún lado. El buque de mayor calado, el Osa Goliath, se ha perdido en aguas internacionales para ponerse a salvo de la posible persecución de la lamentable justicia mexicana. El comunicado de la PGR, una patética institución por completo desprestigiada, dice que ya es buscado por sus fuerzas. ¿Cómo es la persecución? ¿En trajineras de Xochimilco, en helicópteros prestados por algún rico en busca de mayor notoriedad?
Aunque la empresa es anterior a las administraciones panistas, es con los “decentes” conservadores que aumentaron los niveles de corrupción, a grado tal que también defraudaron al IMSS y al Infonavit. Lo asombroso es que los panistas siempre hablaron y hablaron de lucha contra la corrupción y ahora vemos que en doce años docenas de ellos se aprovecharon para hacer negocios al amparo de Fox y de Calderón. A pesar de ello, la panista Cecilia Romero, presidente de su partido, declaró que “se debe ir tras los responsables, sin importar quiénes sean”. Una más de las frases hechas por los políticos mexicanos.
Ya hemos visto ese filme, si antes el gobierno compraba las empresas saqueadas, defraudadas, y no castigaba a nadie, para luego venderlas a sus amigos, ahora la situación ha sufrido una grave modificación: dejan la empresa, la pisotean, humillan a los trabajadores, como lo hemos visto en Mexicana y el asunto se queda atorado entre batallas legaloides, mientras que los trabajadores ven qué hacen para subsistir. Muy pronto, los desfalcadores de Oceanografía seguirán sus negocios exitosos, en libertad y los miles de trabajadores, comprarán tiendas de campaña y se instalarán en espera de que la justicia mexicana, tan desprestigiada, dicho sea de paso, actúe, desde luego, en su contra. Y peor aún, si Peña Nieto necesita a los panistas para que avalen las leyes secundarias, ya se fregaron los trabajadores y Banamex, porque seguro habrá arreglo político.
Estos gravísimos hechos nos impiden creer que hay un gobierno que desee el bien de México y de la población en general. He visto huelgas de un solo hombre sostenerse por años sin que la justicia haga algo o el propio gobierno.
Finalmente, está claro que el gobierno mexicano sólo escucha a los poderosos. El fraude fue descubierto porque Banamex sospechó y estableció una denuncia. De lo contrario, los trabajadores que llevaban varios meses sin cobrar no habrían sido descubiertos. ¿Éste es el país equilibrado, justo y honesto que desea Peña Nieto y su gobierno? Me parece que sí y para no olvidarlos, cada que voy al aeropuerto paso frente a los pilotos, las aeromozas y el personal de tierra, que parecen, ya son, indigentes, en espera de un acto de caridad de parte de la justicia mexicana que no llegará.
Pero ya este tipo de robos de millonarios que desean ser más ricos, a nadie sorprende. El caso de los templarios que transportan de Michoacán minerales hasta China y para ello pasaban aduanas, firmaban papeles oficiales, se embarcaban y llegaban a su destino, involucra a miles de personas y a docenas de instituciones de apariencia honorable. Pues no. Estamos en manos de ladrones. No somos un país, sino una fábrica de deshonestidad y pillerías exitosas, donde los partidos olvidaron todo, incluso a quienes les piden el voto, a los trabajadores.
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