Opinión de
(Rosario Avilés)
(Rosario Avilés)
Lecciones para aprender lo que no se debe hacer
Rosario Avilés | Opinión | Fecha: 12-feb-13 | Hora de creación: 00:25:21 | Ultima modificación: 00:25:22
Parece ser que esta semana sí será definitiva en el destino de Mexicana de Aviación. Se supone que en el último plazo que otorgó la juez Alarcón a los inversionistas interesados (los que quedaron después de la sucia y desigual guerra hecha desde el poder contra Mexicana) es ahora si el definitivo.
Lo cierto es que hay muchas lecciones que aprender en este caso y ojalá que quienes queden al final —y en particular los funcionarios públicos que hoy están a cargo del transporte— saquen de esta malísima experiencia las conclusiones de todo lo que no se vale hacer.
Lo peor que le pasó al planísimo en el poder —y por lo cual perdió las elecciones— fue la soberbia de pensar que quien detenta el poder siempre tiene la razón. Esto puede parecer, pero nunca es cierto. Al final, una forma u otra, la realidad se la va cobrando, y a veces no hay punto de retorno.
Entre las lecciones del caso Mexicana conviene subrayar una que viene de muy lejos. Permitir que quienes ya le han hecho daño a un sector regresen con ánimo de venganza. De algún modo misterioso el que fuera dueño de Aeroméxico y quiso serlo de Mexicana en algún momento, el ex-zar de la aviación, Gerardo de Prevoisin- se las arregló para emparentar políticamente con la familia Azcárraga y poner su experiencia al servicio de una dulce revancha en la que, sin embargo, han pagado muchos justos unos platos rotos que no eran de ellos. Lástima que un país como este pueda aguantar semejantes revanchas a costa del trabajo honrado, digno y especializado de sus hombres y mujeres.
Lección uno: Necesitamos saber quién está verdaderamente detrás de cada comprador de empresas. ¿Lo sabemos ahora? Algo muy grande que puede hacer la juez —si de verdad se asigna a algún grupo la aerolínea— es explicitar quién compra y con qué recursos compra.
Pero lo mismo aplica para todos los dueños de las aerolíneas. Y aquí no se vale decir “que se haga la voluntad en los bueyes de mi compadre”. Todas las empresas aéreas deberían transparentar sus composiciones accionarías y el origen de sus fondos.
Del análisis de los malos manejos del Grupo Posadas hay muchas más lecciones que aprender: nuestra aviación requiere vigilancia de parte de las autoridades para saber cómo se está actuando. Y requiere que las instituciones del Estado funcionen como debe ser: con probidad, con profesionalismo y con un adjetivo que parece estar en desuso: patriotismo.
Algo que tampoco parece tomarse en cuenta es el apego a la Constitución. La aviación es un servicio público y como tal, debe ser regido por la acción del Estado. Hasta que nuestra Carta Magna no se modifique así será y un instrumento del Estado es la requisa. Y nada le impide al Estado ejercerla en cualquier momento.
Y podríamos seguir mostrando lecciones de este caso, pero conviene hablar de otra lección que no tiene que ver sólo con las aerolíneas comerciales. Yo como regalito de despedida, el inefable Duarte y sus chicos dejaron una modificación a la norma que rige el estatuto de los pilotos al mando de una aeronave.
La modificación elimina el requisito de la cédula profesional a los tripulantes. Además de la evidente insensatez de dicha modificación por lo inadecuado de este marco, salta a la vista la inconsciencia de estos administradores. Si algo le ha hecho daño a la aviación en estos años es que no se comprenda la seriedad de la tarea de quienes tienen a su cargo la vida de tantas personas.
Sin comprenderlo, con este epitafio el planísimo dio una bofetada a la memoria de sus funcionarios muertos por fallas en aviones y helicópteros y mostró de qué estaba hecho en realidad.
Hoy se tiene la posibilidad de revisar tamaña torpeza. Ojalá que las nuevas autoridades lo hagan inmediatamente. Los pasajeros mexicanos nos merecemos una aviación de primera.
Y, entre paréntesis, ahí viene de nuevo el asunto de las categorías en el marco de las regulaciones de la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos. Ojalá que esta vez nuestro país logre remontar las incontables deficiencias que dejaron 12 años de negligencia en el sector
raviles_2@prodigy.net.mx
Lo cierto es que hay muchas lecciones que aprender en este caso y ojalá que quienes queden al final —y en particular los funcionarios públicos que hoy están a cargo del transporte— saquen de esta malísima experiencia las conclusiones de todo lo que no se vale hacer.
Lo peor que le pasó al planísimo en el poder —y por lo cual perdió las elecciones— fue la soberbia de pensar que quien detenta el poder siempre tiene la razón. Esto puede parecer, pero nunca es cierto. Al final, una forma u otra, la realidad se la va cobrando, y a veces no hay punto de retorno.
Entre las lecciones del caso Mexicana conviene subrayar una que viene de muy lejos. Permitir que quienes ya le han hecho daño a un sector regresen con ánimo de venganza. De algún modo misterioso el que fuera dueño de Aeroméxico y quiso serlo de Mexicana en algún momento, el ex-zar de la aviación, Gerardo de Prevoisin- se las arregló para emparentar políticamente con la familia Azcárraga y poner su experiencia al servicio de una dulce revancha en la que, sin embargo, han pagado muchos justos unos platos rotos que no eran de ellos. Lástima que un país como este pueda aguantar semejantes revanchas a costa del trabajo honrado, digno y especializado de sus hombres y mujeres.
Lección uno: Necesitamos saber quién está verdaderamente detrás de cada comprador de empresas. ¿Lo sabemos ahora? Algo muy grande que puede hacer la juez —si de verdad se asigna a algún grupo la aerolínea— es explicitar quién compra y con qué recursos compra.
Pero lo mismo aplica para todos los dueños de las aerolíneas. Y aquí no se vale decir “que se haga la voluntad en los bueyes de mi compadre”. Todas las empresas aéreas deberían transparentar sus composiciones accionarías y el origen de sus fondos.
Del análisis de los malos manejos del Grupo Posadas hay muchas más lecciones que aprender: nuestra aviación requiere vigilancia de parte de las autoridades para saber cómo se está actuando. Y requiere que las instituciones del Estado funcionen como debe ser: con probidad, con profesionalismo y con un adjetivo que parece estar en desuso: patriotismo.
Algo que tampoco parece tomarse en cuenta es el apego a la Constitución. La aviación es un servicio público y como tal, debe ser regido por la acción del Estado. Hasta que nuestra Carta Magna no se modifique así será y un instrumento del Estado es la requisa. Y nada le impide al Estado ejercerla en cualquier momento.
Y podríamos seguir mostrando lecciones de este caso, pero conviene hablar de otra lección que no tiene que ver sólo con las aerolíneas comerciales. Yo como regalito de despedida, el inefable Duarte y sus chicos dejaron una modificación a la norma que rige el estatuto de los pilotos al mando de una aeronave.
La modificación elimina el requisito de la cédula profesional a los tripulantes. Además de la evidente insensatez de dicha modificación por lo inadecuado de este marco, salta a la vista la inconsciencia de estos administradores. Si algo le ha hecho daño a la aviación en estos años es que no se comprenda la seriedad de la tarea de quienes tienen a su cargo la vida de tantas personas.
Sin comprenderlo, con este epitafio el planísimo dio una bofetada a la memoria de sus funcionarios muertos por fallas en aviones y helicópteros y mostró de qué estaba hecho en realidad.
Hoy se tiene la posibilidad de revisar tamaña torpeza. Ojalá que las nuevas autoridades lo hagan inmediatamente. Los pasajeros mexicanos nos merecemos una aviación de primera.
Y, entre paréntesis, ahí viene de nuevo el asunto de las categorías en el marco de las regulaciones de la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos. Ojalá que esta vez nuestro país logre remontar las incontables deficiencias que dejaron 12 años de negligencia en el sector
raviles_2@prodigy.net.mx