2012-08-28 | Hora de creación: 22:37:01 |
Ultima modificación: 03:28:46
En una entrevista realizada por un colega latinoamericano, el Chef de
la Casa Rosada (la casa presidencial argentina), hace un recuento
interesante acerca del trabajo que realizan estos especialistas en
preparar delicias gastronómicas con las cuales se agasaja a los
invitados a comidas y cenas organizadas por los de esa Nación.
Casi al
de la entrevista, el reportero le pregunta al Chef si no le resulta
difícil satisfacer los gustos tan disímbolos de presidentes con credos
políticos y procedencias divergentes (desde Menem hasta los Krichner,
por ejemplo). El
de la cocina se toma unos momentos y finalmente le confiesa al
reportero. “En realidad no, porque los que vienen a comer aquí son
siempre los mismos: desde el presidente del X hasta el de la empresa Y”, no importa quién sea el presidente en turno.
Y, claro, ésta es la gran verdad que revela quien, humildemente en ese
caso, se asume como el encargado de satisfacer los gustos de los dueños
del país. Y algo similar ocurre con la tecnocracia.
Los encargados de cocinar las políticas económicas y de ejecutar los
diversos platillos y recetas que se obtienen de los organismos
financieros internacionales, podrán tener todas las habilidades que se
quieran, pero los platillos son los mismos y están dirigidos a los
mismos comensales.
Sin embargo, aunque del mismo barro, no es lo mismo tener idea de lo que es el Estado (y de paso
un poco a los clientes) que cocinar al “a’i se va”, y envenenar hasta
los de casa. Cualquier semejanza con lo que ocurre en la aviación no es
mera coincidencia.
Se puede hacer bien el trabajo y tener buenos , seguir al pie de la
el manual de procedimientos y hacer una aviación segura; lograr
crecimiento económico y beneficios para todos, y al mismo tiempo
garantizar que quienes inviertan en este sector logren sus objetivos de
negocio. Se puede garantizar seguridad de las operaciones incluso para
que no resulten dañados los secretarios de Estado y los empresarios que
vuelan en sus propios helicópteros.
Pero también se puede hacer lo contrario: es decir, ignorar que existen
formas correctas de hacer las cosas y actuar como si los ciudadanos
fuéramos un puñado de ignorantes que no nos percatamos cuando existen
impunidades, negligencias y favoritismos.
Hace 24 meses que Mexicana de Aviación dejó de operar. No sólo no se ha
logrado hacer que los encargados de ejercer la autoridad lo hagan (se
la pasan señalando al juez pero no ven sus propias fallas), sino que han
degradado y minimizado hasta sus propios cargos, las concesiones
federales y el estado de Derecho.
Y esto ocurre no sólo en la aviación, ahí está el saldo de muertos en
carreteras federales, escandaloso incluso si le compara con el de
muertos por la guerra contra el narco, cifra que es responsabilidad
directa del mismo subsecretario.
Y ahí está el asunto de la persecución contra MVS, caso donde también
se ha ejercido discrecionalmente un poder que –olvidan quienes hoy lo
ejercen- es temporal y les ha sido dado para servir a los ciudadanos,
para equilibrar intereses, para crear ambientes de competitividad. ¿Tan
pronto se les olvidaron las recetas de Fischer y Dornbusch?
El tiempo se agota. No sabemos bien a bien qué sucederá en el siguiente
sexenio (se podría suponer que no puede ser peor que éste, pero lo
mismo apostábamos hace seis años y ya se vio que nos equivocamos).
Esperemos, sin embargo, que al menos los nuevos cocineros ejecuten las
recetas correctas y cuiden el menú, a los comensales y a quienes hacen
posible todo este teatro, es decir, los ciudadanos que nos merecemos un
gobierno más eficaz, una economía que crezca, no que sólo sobreviva, y
cierta seriedad al ejercer la labor de gobierno.
Lo oí en 123.45: Hace unos días, el presidente de la República
sorprendió a los empresarios invitados a celebrar su cumpleaños, cuando
reveló que el Estado Mayor le habría advertido de un posible atentado
contra el avión presidencial, riesgo que -sin embargo- inusitadamente el
Presidente decidió tomar y los militares consentir y hasta habría
grabado un video para explicar a sus hijos sus motivos. Curioso, pero ya
se supo: la banda que planeó y ejecutó dicho atentado está formada por
cuatro lugartenientes sucesivos: el Perico Cerisolo (también apodado El
pato), el Güicho; el Juancho y el Nicho, todos ellos apoyados por sus
esbirros. Lo que no se dijo es que el atentado no se perpetró en contra
del avión presidencial específicamente, sino en contra de la aviación
mexicana y la principal víctima fue Mexicana de Aviación, quien fue
secuestrada y asesinada por un individuo conocido como el Gastón, a
quien nadie ha podido echar el guante a pesar de lo flagrante de su
acción. ¿Podrá el Presidente resolver este acertijo, con o sin video de
por medio? No se pierdan el éxito de librería: “Las razones y las
sobras” de este sexenio.