16 agosto 2011

DE LA COLUMNA DE ROSARIO ÁVILES

El modelo (mental) de bajo costo
Rosario Avilés |  Opinión     2011-08-16  | Hora de creación: 21:10:51| Ultima modificación: 00:34:38





 Cuando a un funcionario de este gobierno se le mete algo en la cabeza (y no es difícil que casi cualquier cosa llegue ahí), es muy difícil que entienda las consecuencias de casarse con ideas locas. En los inicios del sexenio que ya todos esperan caduque definitivamente, el entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, compró la bonita idea de tener una sola aerolínea. Luego, su sucesor, el inefable Juan Molinar, decidió que sí, que ese concepto le gustaba muuuucho pero que, además, el modelo que debería adoptar el país era el de la aviación de bajo costo.

 Pobre hombre, nunca entendió que el bajo costo era solo un modelo de negocio para ciertas aerolíneas y que para cumplirlo hacen falta muchas condiciones que no existen en nuestro país, entre otras cosas que coexista con el modelo tradicional que le ayuda a subsistir. Pero como el asunto le gustó, todos los mexicanos tuvimos que sufrir las consecuencias de esta “original” (para decirlo de una forma agradable) manera de pensar del funcionario en turno.

 Curioso es que siendo la aviación el sector más globalizado y globalizador que existe, sea tan difícil para nuestros gobernantes entender que una cosa es promover un tipo de negocio para completar la oferta que tiene un sector determinado y otra muy diferente es creer que el bajo costo como tal puede resultar un modelo a seguir. Pero, por muy extraño que parezca, así fue como este raro personaje interpretó las cosas.

 Hace unos días, en España se estaba discutiendo el asunto del bajo costo debido a varios asuntos que han golpeado a la sociedad de ese país (y que conste que en medio de la crisis económica no es fácil que se piense en estas cosas, pero en los países serios sí se toma en cuenta a los sectores productivos). El tema tiene que ver con lo caro que, a la postre, resulta para los usuarios un esquema de los llamados de bajo costo y lo que puede degradar a los destinos turísticos elegir estos modelos como oferta única, metiendo a los prestadores de servicios en una espiral que termina por condenarlos al fracaso.

 En el primer caso, cualquiera puede hacer una cuenta rápida. Lo que se supone que un turista común ahorra al comprar un boleto de bajo costo, luego lo gasta en cualquier otra cosa que requiera del servicio que no sea lo estrictamente esencial. Y no es extraño que esto suceda. ¿Por qué? Porque solo los estudiantes y los que planean sus vacaciones con demasiada antelación pueden darse el lujo de no requerir algo más de lo que estrictamente es ofrecido por la low-cost.

 Desde el derecho a abordar primero, el café o el agua (y hay quien ya quiere cobrar el derecho a entrar a los servicios sanitarios) hasta llevar una maleta grande o un kilo de más, no se diga un cambio de horario, son lujos que pueden salir más caros que el propio boleto.

 En el caso de los destinos turísticos, recientes disturbios en una localidad llamada Lloret de Mar en Girona, que causaron la muerte a un adolescente, mostraron que llenar las playas de turistas a muy bajo costo y dejar que cada bar sirva lo que quiera porque es barato y buscar a toda costa que los turistas lleguen “tráiganlos quien los traiga” (o “haiga sido como haiga sido”, para decirlo en mexicano) solo provoca que los destinos turísticos se degraden al máximo y que los únicos que ganen sean los operadores (muchas veces no nacionales), mientras las plazas así conceptuadas caen en una espiral decreciente de la que costará muchísimo salir.

 El bajo costo como modelo va creando una clientela que exige un costo cada día más bajo y la degradación es tal que la oferta termina por competir por quien da el peor servicio, algo así como lo que ocurre entre los secretarios de Estado. Es casi una feria al revés de la que, sin embargo, cuesta mucho trabajo salir y a la postre termina canibalizando el mercado.

 El modelo mental del bajo costo (que no se quita con el uso del traje Armani o con el titulo de señor subsecretario, sino que puede agudizarse y causar más daños), es un boomerang que va directo al corazón del país que cae en la tentación de entregar todo lo que tiene a cambio de la dudosa recompensa de ver su nombre bien conceptuado por una sola vez en la vida en una revista estadunidense.

 Qué poco requieren nuestros funcionarios para ser felices y creer que lo están haciendo bien. El problema es que los que pagamos y seguiremos pagando los platos rotos somos los mexicanos, mientras Gloria Guevara, Juan Molinar, Dionisio Pérez, Felipe Duarte, Héctor (los dos) y demás actores que los acompañan solo cambiaran de escenario y con sus rentas se irán a vivir a países que sí tienen aviaciones reales y servicios turísticos serios.

 Qué triste que los turisteros y hasta los impulsores del bajo costo no comprendan que  promover este modelo también irá en contra de ellos mismos. Que así no se hace país, que estamos condenando a México a ser siempre el país del subdesarrollo porque carecemos de miras de largo plazo. Ganar lo más en el menor tiempo es la consigna y de ello ya estamos viendo las consecuencias en todas partes. Ni hablar.

 raviles_2@prodigy.net.mx