Lecciones de historia patria
Rosario Avilés | Opinión Martes 14 de Sep., 2010 | Hora de creación: 21:25| Ultima modificación: 02:33
Ya parece un lugar común decir que quien no conoce la historia está condenado a repetirla, pero más allá de eso —diría Shakespeare—, quien no conoce su propia historia está todavía en la infancia, es decir, es inmaduro y por lo tanto no puede lograr nada de forma responsable. En el Bicentenario de la Independencia, luchemos por obtener algo de ello.
Nuestros funcionarios públicos muestran en grado superlativo la deficiencia en el conocimiento de la historia patria, haciendo gala de una ignorancia que, si no fuera porque es trágica, daría risa o —tratándose de un casi abuelito que suele chambear de subsecretario— provoca casi ternura.
Don Humberto Treviño suele exhibir esta clase de ayuno de noticias. Recién esta semana descubrió, por ejemplo, que es obligación de los beneficiarios de las concesiones de aerolíneas nacionales mostrar su viabilidad financiera y que las autoridades deben supervisar dicha viabilidad y descubrió, asimismo, que aunque esta obligación está manifestada en la Ley de Aviación Civil, en el reglamento correspondiente no está descrito el procedimiento…
¡Eureka! ya sólo le falta llegar a la conclusión de que justamente de eso se trata la política de transporte aéreo que tanto se le ha demandado y que él jura y perjura que existe, aunque con todas sus declaraciones demuestra ampliamente y día con día, que no tiene ni la menor idea de qué significa.
La semana pasada, por ejemplo, en una entrevista de radio, el inefable funcionario mostró extrañeza por un desplegado que publicó el Colegio de Pilotos Aviadores de México. Dijo no entender por qué el Colegio se manifiesta en contra de que las rutas que Mexicana de Aviación tenía designadas, las cubran aerolíneas estadunidenses, debido a que la FAA ha degradado a México a la categoría dos, es decir, le ha asignado la etiqueta de país no seguro e impide que cualquier otra aerolínea mexicana no certificada pueda cubrir las mencionadas rutas.
Parece ser que nuestro amigo no sabe varias cosas, lo cual no es extraño:
Primero, que el Colegio de Pilotos Aviadores, en su calidad de Colegio Profesional, es el asesor de la autoridad aeronáutica en su materia de especialidad, es decir, entre otras cosas, los convenios bilaterales de transporte aéreo. Lo cual implica que —con todo respeto, y perdón si alguien se ofende con ello— estos profesionales saben más del tema que los funcionarios que acaban de llegar.
Segundo: el Colegio de Pilotos fue fundado por aviadores profesionales que acostumbraban conocer la Constitución, documento que resalta la obligación de que las aeronaves con matrícula y/o bandera mexicana (son cosas diferentes, ojo) sean tripuladas por pilotos mexicanos por nacimiento.
Uno de estos pilotos, Augusto Marquet (su nombre y señas particulares aparecen en la Enciclopedia de México), se hizo famoso porque logró que los preceptos constitucionales se respetaran por parte de los antepasados de estos funcionarios (se ve que casi es requisito tener la cabeza desnuda de noticias para ocupar ciertos cargos) y demostró la importancia de que existiera la aviación mexicana, es decir, de que las aerolíneas fueran de capital —financiero y humano— mexicano.
Tercero: los convenios bilaterales sobre los que está basado todo el mercado del tráfico aéreo internacional, están sustentados en la máxima de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), del cual México es signatario y fundador, para establecer convenios con “real y efectiva reciprocidad”, o sea, que la transportación aérea de pasajeros y de carga se haga de forma tal que sea conveniente para los dos países que establecen el acuerdo: reciprocidad implica que además de dar mucho, México tiene que obtener mucho y eso no es ni un pecado mortal ni un crimen, sino equidad y está bien, está consagrado en la Constitución y es obligación de los funcionarios públicos encargados de la materia velar porque se cumpla.
Una vez conocido esto…¿podrían abocarse a cosas más productivas nuestras autoridades? Por ejemplo, a que se resuelvan los problemas que provocaron tanto la crisis que vive Mexicana de Aviación como a establecer las condiciones mínimas que le devuelvan a México la calidad perdida en estos vaivenes de la política.
¡Ese sí que sería un súper regalo de cumpleaños para la patria y sus hijos! La verdad es que no hemos hecho nada para merecer tantas desgracias.
Lo oí en 123.45: Y hablando de historia, un recuerdo de Doña Esperanza Márquez Soria, Perita, fallecida recientemente, quien durante muchos años auxilió con eficiencia y abnegación la labor de los pilotos aviadores en ASPA de México.
Rosario Avilés
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión Martes 14 de Sep., 2010 | Hora de creación: 21:25| Ultima modificación: 02:33
Ya parece un lugar común decir que quien no conoce la historia está condenado a repetirla, pero más allá de eso —diría Shakespeare—, quien no conoce su propia historia está todavía en la infancia, es decir, es inmaduro y por lo tanto no puede lograr nada de forma responsable. En el Bicentenario de la Independencia, luchemos por obtener algo de ello.
Nuestros funcionarios públicos muestran en grado superlativo la deficiencia en el conocimiento de la historia patria, haciendo gala de una ignorancia que, si no fuera porque es trágica, daría risa o —tratándose de un casi abuelito que suele chambear de subsecretario— provoca casi ternura.
Don Humberto Treviño suele exhibir esta clase de ayuno de noticias. Recién esta semana descubrió, por ejemplo, que es obligación de los beneficiarios de las concesiones de aerolíneas nacionales mostrar su viabilidad financiera y que las autoridades deben supervisar dicha viabilidad y descubrió, asimismo, que aunque esta obligación está manifestada en la Ley de Aviación Civil, en el reglamento correspondiente no está descrito el procedimiento…
¡Eureka! ya sólo le falta llegar a la conclusión de que justamente de eso se trata la política de transporte aéreo que tanto se le ha demandado y que él jura y perjura que existe, aunque con todas sus declaraciones demuestra ampliamente y día con día, que no tiene ni la menor idea de qué significa.
La semana pasada, por ejemplo, en una entrevista de radio, el inefable funcionario mostró extrañeza por un desplegado que publicó el Colegio de Pilotos Aviadores de México. Dijo no entender por qué el Colegio se manifiesta en contra de que las rutas que Mexicana de Aviación tenía designadas, las cubran aerolíneas estadunidenses, debido a que la FAA ha degradado a México a la categoría dos, es decir, le ha asignado la etiqueta de país no seguro e impide que cualquier otra aerolínea mexicana no certificada pueda cubrir las mencionadas rutas.
Parece ser que nuestro amigo no sabe varias cosas, lo cual no es extraño:
Primero, que el Colegio de Pilotos Aviadores, en su calidad de Colegio Profesional, es el asesor de la autoridad aeronáutica en su materia de especialidad, es decir, entre otras cosas, los convenios bilaterales de transporte aéreo. Lo cual implica que —con todo respeto, y perdón si alguien se ofende con ello— estos profesionales saben más del tema que los funcionarios que acaban de llegar.
Segundo: el Colegio de Pilotos fue fundado por aviadores profesionales que acostumbraban conocer la Constitución, documento que resalta la obligación de que las aeronaves con matrícula y/o bandera mexicana (son cosas diferentes, ojo) sean tripuladas por pilotos mexicanos por nacimiento.
Uno de estos pilotos, Augusto Marquet (su nombre y señas particulares aparecen en la Enciclopedia de México), se hizo famoso porque logró que los preceptos constitucionales se respetaran por parte de los antepasados de estos funcionarios (se ve que casi es requisito tener la cabeza desnuda de noticias para ocupar ciertos cargos) y demostró la importancia de que existiera la aviación mexicana, es decir, de que las aerolíneas fueran de capital —financiero y humano— mexicano.
Tercero: los convenios bilaterales sobre los que está basado todo el mercado del tráfico aéreo internacional, están sustentados en la máxima de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), del cual México es signatario y fundador, para establecer convenios con “real y efectiva reciprocidad”, o sea, que la transportación aérea de pasajeros y de carga se haga de forma tal que sea conveniente para los dos países que establecen el acuerdo: reciprocidad implica que además de dar mucho, México tiene que obtener mucho y eso no es ni un pecado mortal ni un crimen, sino equidad y está bien, está consagrado en la Constitución y es obligación de los funcionarios públicos encargados de la materia velar porque se cumpla.
Una vez conocido esto…¿podrían abocarse a cosas más productivas nuestras autoridades? Por ejemplo, a que se resuelvan los problemas que provocaron tanto la crisis que vive Mexicana de Aviación como a establecer las condiciones mínimas que le devuelvan a México la calidad perdida en estos vaivenes de la política.
¡Ese sí que sería un súper regalo de cumpleaños para la patria y sus hijos! La verdad es que no hemos hecho nada para merecer tantas desgracias.
Lo oí en 123.45: Y hablando de historia, un recuerdo de Doña Esperanza Márquez Soria, Perita, fallecida recientemente, quien durante muchos años auxilió con eficiencia y abnegación la labor de los pilotos aviadores en ASPA de México.
Rosario Avilés
raviles_2@prodigy.net.mx