Opinión de ( Rosario Avilés) |
El valor de la experiencia
|
|
|
Rosario Avilés |
Opinión
|
Fecha:
2013-07-10
| Hora de creación:
21:38:50
|
Ultima modificación:
21:38:50
El accidente de Asiana Airlines ocurrido el sábado pasado en San
Francisco, donde un Boeing 777 se impactó al intentar aterrizar, nos
deja varias lecciones que es conveniente analizar.
En primer lugar, y desgraciadamente, la difusión instantánea de la noticia y la profusión de imágenes, datos, opiniones y ejemplos similares nos muestra que este tipo de hechos ya no esperan el curso de las investigaciones usuales en este tipo de siniestros para suscitar los veredictos populares. No falta quien pontifique que “fue error del piloto”, basado únicamente en el hecho de que el comandante sólo tenía 43 horas de experiencia en el equipo Boeing 777.
Al mismo tiempo, la difusión de los datos que hoy se tienen también nos muestra que el comandante iba acompañado de su asesor. Lo que no sabemos —y sólo lo sabremos una vez que la investigación arroje los datos pertinentes— es qué fue verdaderamente lo que pasó a bordo en esos últimos momentos del vuelo.
Sin embargo, la experiencia sí nos dice que todo accidente es resultado del encadenamiento de una serie de factores, y no uno solo de ellos es el que conduce al momento fatal. La investigación pondrá de manifiesto todos los hechos que llevaron a esta mala conclusión.
Habrá, pues, que esperar el reporte final y a riesgo de fallar en el análisis, sí podremos adelantar algunas cosas relevantes, aunque no sacar conclusiones de ello. La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de los Estados Unidos (NTSB), que es el organismo encargado de hacer las investigaciones en estos casos, dio a conocer algunos puntos: por ejemplo, que la velocidad que llevaba el aparato en el momento de la aproximación final era inusualmente baja (104 nudos en lugar de 137) y que a pesar de el esfuerzo por irse al aire esto no fue posible.
Sabemos también que el ILS de la pista 28 Izquierda no estaba completamente en operación (de sus dos funciones principales, el localizador del eje de pista sí funcionaba y el glideslope, para establecer la pendiente de planeo, no). Esto es un factor que se suma, pero no parece ser un elemento crucial.
Por otro lado, las condiciones meteorológicas eran muy buenas al
momento del accidente. Y aún es impropio establecer cuáles serían las
causas de que el aparato golpeara en el rompeolas, lo cual hizo que el
empenaje completo se rompiera dejando a la aeronave sin estabilizadores.
Aparentemente en este impacto perdió uno de los motores y una vez que
golpeó la pista la aeronave se deslizó a la izquierda, viró y se detuvo.
En este punto habría perdido el otro motor y enseguida se incendió.
El vuelo 214 de Asiana Airlines llevaba 291 pasajeros y 16 tripulantes.
Pese a la magnitud del impacto, sólo 2 ocupantes, dos pasajeras chinas
de unos 16 años, perdieron la vida y al parece una de ellas resultó
muerta debido a que fue atropellada por un vehículo de emergencia que
llegó a auxiliar en el desalojo.
Es muy importante el detalle de la evacuación de la aeronave en este percance. El desalojo se llevó a cabo con una rapidez digna de elogio y en ello resalta la pericia y la disciplina de los sobrecargos apoyados por el personal de rescate y extinción de incendios del aeropuerto de San Francisco.
De acuerdo con las cifras de la propia NTSB, el índice de sobrevivencia en casos de accidentes de aviación ha mejorado ostensiblemente en los últimos años. Entre 1962 y 1981, el 54 por ciento de las personas involucradas en accidentes aéreos fallecieron. De 1982 a 2009, el promedio se redujo a 39 por ciento. Y recientemente hemos visto cómo en accidentes de gran calado, la acción inmediata y certera de la tripulación ha permitido que la mayoría de los ocupantes sobreviva.
Como ejemplo tenemos el famoso 1549 de US Airways que amarizó en el río
Hudson de Nueva York y el Air France 351 en Toronto en 2005. En ambos
siniestros la tripulación logró desalojos impecables.
Por ello es que no puede tomarse a la ligera el tema del trabajo de los sobrecargos y sus percepciones salariales. Como país deberíamos tomarnos en serio este problema sin banalizar el asunto con descalificaciones que no nos ayudan a comprender la naturaleza del trabajo que realizan los tripulantes aéreos.
La discusión no debería centrarse en homologar a la baja los salarios,
sino en incidir para que las aerolíneas nacionales den salarios dignos a
todos sus trabajadores. La seguridad no tiene precio.
Esto es peor que la guerra de tarifas porque los efectos son negativos para la seguridad y para la economía de las familiasy la salud de la industria y del país. No se trata tampoco de satanizar a las empresas, pero sí de que las autoridades del trabajo y del sector intervengan para que nuestros tripulantes tengan las condiciones de vida que les permitan acumular experiencia y ser valorados por ello.
raviles_2@prodigy.net.mx
Lo oí en 123.45: Y además: se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio