José Yuste
Puede ponerle el calificativo que quiera: absurdo, increíble, inaudito.
Cualquiera puede encajar en el caso de Mexicana de Aviación, que tan sólo hace
cinco años se disputaba el liderazgo de la aviación. Mexicana y Aeroméxico eran
las dos grandes aerolíneas, se peleaban por ser la empresa insignia del país, y
ahora, tristemente, una de ellas lleva casi tres años en un proceso desgastante
de concurso mercantil.
El nuevo interventor
Mexicana de Aviación lleva dos años y medio de entrar en concurso mercantil,
y por fin sus acreedores pueden poner un interventor. Los acreedores
gubernamentales, como ASA (Aeropuertos y Servicios Auxiliares), AICM (Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México), y el banco de desarrollo Bancomext,
logran designar a Fernando Pérez-Correa Camarena como
interventor del concurso mercantil de Mexicana.
Suena demasiado tarde para salvar la compañía. De hecho, es imposible que
vuelva a volar con su tamaño original, pero el interventor puede apurar un
proceso que ha sido muy poco transparente y costoso.
Los tremendos jueces
Resulta que el Poder Judicial ha impedido, a través de los jueces
Felipe Consuelo y después Edith Alarcón,
avanzar en lo que se antoja lógico: la quiebra de una empresa.
Los jueces han jugado a tener supuestos inversionistas. Nombres hemos
escuchado de sobra: un inversionista rarísimo de origen libanés que fue
expulsado de Canadá, un inversionista minero que ha estado en más de dos rondas
(Iván Barona), grupos con nombres distintos: Fides, Med
Atlántica, bueno, hasta uno con nombre suizo que resultó ser una sofol y no un
banco suizo conocido.
Más de 20 interesados, ninguno con capital
Más de veinte supuestos inversionistas han sido los interesados por Mexicana.
Ninguno con dinero a la vista. Ninguno con capital en el país. Ninguno que
pusiera los recursos en un fideicomiso a favor de Mexicana. Ninguno que
estuviera dispuesto a pagar a los acreedores los más de 200 millones de dólares
que se deben. Pero, eso sí: todos interesados, sin excepción, han solicitado la
intervención del gobierno para que Mexicana sea rescatada, es decir, que el
dinero público se ponga en una empresa que privados llevaron a la quiebra.
¿Por qué los jueces Consuelo y Alarcón han
aceptado ese juego de retrasar tanto un concurso que debió concluir en un año?
No lo sabemos: ahí están las consecuencias: una aerolínea que, después de dos
años y medio, hoy en día, es imposible su regreso a los cielos.
El Ifecom, sin explicaciones
¿Por qué el Ifecom, el Instituto Federal de Concursos Mercantiles, decidió
postergar tanto un concurso mercantil que, se suponía, sólo era por un año para
dar certeza a los acreedores y deudores del plazo, y así diferenciarse de la ley
de quiebras que duraba años, como ahora, lamentablemente, lo hemos vuelto a
ver?
Griselda Nieblas, la directora del Ifecom, deberá responder
los cuestionamientos.
Lo cierto: el Ifecom, los jueces y el administrador de Mexicana, al esperar
tanto tiempo, dieron al traste con la confianza en el concurso mercantil. Hoy
dicho proceso vive una crisis: se sabe que corre el riesgo de no tener plazo,
igual que lo era la Ley de Quiebras.
El resultado es un desastre: una aerolínea en desuso, donde han aceptado ver
a más de 20 interesados y ninguno con intención sería de poner capital en la
aerolínea. ¿Tener un nuevo interventor por parte de los acreedores podrá cambiar
en algo la situación de la aerolínea?
No lo sabemos, pero, por si acaso, el Legislativo tendrá en sus manos la
reforma financiera donde, precisamente, uno de los cambios fundamentales es
tener certeza en el concurso mercantil.