Opinión de (Rosario Avilés) |
Transporte aéreo en el PND
La semana pasada se llevaron a cabo unas mesas de propuesta para conformar el Plan Nacional de Desarrollo en diversos sectores relacionados con el sector comunicaciones y transportes. La aviación tuvo cuatro de ellas y se trataron temas de Desarrollo Económico, Aeropuertos, Biocombustibles y Aviación General. En realidad fue un ejercicio acotado aunque de él saldrán las propuestas que se incluirán en el PND, cuya fecha de salida está marcada en el término de un mes más.
El Plan Nacional de Desarrollo es —debiera ser— la prefiguración de gran visión de un gobierno que quiera marcar rumbo y consolidarse en el largo plazo. Para este gobierno en particular significa un reto, puesto que, el regresar al poder, el priismo está obligado a subrayar la diferencia y a convalidar parte de su propuesta política que le permitió retomar el poder: es decir, tiene que demostrar en los hechos que sí es un partido que tiene una propuesta de Estado, de largo plazo, de vocación social y de liderazgo, al menos a nivel regional.
El Plan Nacional de Desarrollo tendría que ser, pues, su plataforma de lanzamiento desde el cual surja la política sectorial que apuntale el desarrollo económico sustentable y de alcance social. Para el sector aéreo en lo particular, tendría que ser la pista desde la cual despegue el sector que ha sido golpeado, ninguneado y disminuido por falta de visión de Estado y de sensibilidad por parte de quienes detentaron el poder durante 12 años.
Si de verdad se quiere utilizar todo el potencial que el transporte aéreo es capaz de proveer a un gobierno, lo primero que debe contener el PND es lo que el subsecretario de Transporte, Carlos Almada, dijo al iniciar los trabajos de las mesas: reconocer al transporte aéreo como estratégico y —agregaríamos— como prioritario.
Es decir, un sector que debe ser utilizado por el Estado como un ariete de su programa económico y social. La aviación, lo hemos repetido muchas veces, es una herramienta de competitividad, capaz de apuntalar sectores generadores netos de divisas, como el turismo, el comercio y los negocios; y también una herramienta de soberanía (sólo si nosotros los mexicanos decidimos quién y a dónde vuelan las aerolíneas podremos decir que somos soberanos y garantes de nuestro desarrollo) y de desarrollo regional (para incidir en el crecimiento es indispensable proveer a los destinos nacionales de conectividad).
Y todo ello tiene que sostenerse con una idea clara de qué aerolíneas deben apoyarse (sin atacar a las demás) y por qué y a cambio de qué; qué tipo de instituciones y de funcionarios queremos que gestionen al sector; qué infraestructura aeroportuaria va a darle soporte al crecimiento y quién debe invertir en ella; qué tipo de profesionales de la industria queremos y cómo vamos a remunerarlos para garantizar que se queden en el sector y en México.
Este gobierno tiene la oportunidad de cambiar la inercia con la que el sector ha venido gestionándose. La recompensa por ello puede ser muy grande, pero es indispensable que pongan en ello toda su visión y su capacidad de negociación.
Parte de la discusión para recuperar el liderazgo regional tiene que ver con qué tipo de aerolíneas queremos que nos representen en el mundo. Aeroméxico y Mexicana lo hicieron durante décadas con buenos resultados. Vale la pena respaldar a esta última para que regrese y trabajar con la primera para que se sienten las bases de viabilidad en el largo plazo de la mano con sus trabajadores.
Lo oí en 123.45: El jueves pasado se inauguró la AeroExpo en el Aeropuerto de Toluca. Ahí mismo se habló de declarar a esta infraestructura como la alternativa al AICM. Independientemente de las cuestiones técnicas que hay que discutir, lo que es un hecho es que Toluca invirtió mucho dinero para convertirse en un aeropuerto operable a nivel comercial y dio muchas ventajas a las aerolíneas que nacieron como de “bajo costo” y que luego se mudaron sin más al AICM. Es muy importante que entre las decisiones de este gobierno se retome el orden del sector y se aproveche para ello la desconcentración del Benito Juárez que ya inició. Ojalá
raviles_2@prodigy.net.mx
El Plan Nacional de Desarrollo es —debiera ser— la prefiguración de gran visión de un gobierno que quiera marcar rumbo y consolidarse en el largo plazo. Para este gobierno en particular significa un reto, puesto que, el regresar al poder, el priismo está obligado a subrayar la diferencia y a convalidar parte de su propuesta política que le permitió retomar el poder: es decir, tiene que demostrar en los hechos que sí es un partido que tiene una propuesta de Estado, de largo plazo, de vocación social y de liderazgo, al menos a nivel regional.
El Plan Nacional de Desarrollo tendría que ser, pues, su plataforma de lanzamiento desde el cual surja la política sectorial que apuntale el desarrollo económico sustentable y de alcance social. Para el sector aéreo en lo particular, tendría que ser la pista desde la cual despegue el sector que ha sido golpeado, ninguneado y disminuido por falta de visión de Estado y de sensibilidad por parte de quienes detentaron el poder durante 12 años.
Si de verdad se quiere utilizar todo el potencial que el transporte aéreo es capaz de proveer a un gobierno, lo primero que debe contener el PND es lo que el subsecretario de Transporte, Carlos Almada, dijo al iniciar los trabajos de las mesas: reconocer al transporte aéreo como estratégico y —agregaríamos— como prioritario.
Es decir, un sector que debe ser utilizado por el Estado como un ariete de su programa económico y social. La aviación, lo hemos repetido muchas veces, es una herramienta de competitividad, capaz de apuntalar sectores generadores netos de divisas, como el turismo, el comercio y los negocios; y también una herramienta de soberanía (sólo si nosotros los mexicanos decidimos quién y a dónde vuelan las aerolíneas podremos decir que somos soberanos y garantes de nuestro desarrollo) y de desarrollo regional (para incidir en el crecimiento es indispensable proveer a los destinos nacionales de conectividad).
Y todo ello tiene que sostenerse con una idea clara de qué aerolíneas deben apoyarse (sin atacar a las demás) y por qué y a cambio de qué; qué tipo de instituciones y de funcionarios queremos que gestionen al sector; qué infraestructura aeroportuaria va a darle soporte al crecimiento y quién debe invertir en ella; qué tipo de profesionales de la industria queremos y cómo vamos a remunerarlos para garantizar que se queden en el sector y en México.
Este gobierno tiene la oportunidad de cambiar la inercia con la que el sector ha venido gestionándose. La recompensa por ello puede ser muy grande, pero es indispensable que pongan en ello toda su visión y su capacidad de negociación.
Parte de la discusión para recuperar el liderazgo regional tiene que ver con qué tipo de aerolíneas queremos que nos representen en el mundo. Aeroméxico y Mexicana lo hicieron durante décadas con buenos resultados. Vale la pena respaldar a esta última para que regrese y trabajar con la primera para que se sienten las bases de viabilidad en el largo plazo de la mano con sus trabajadores.
Lo oí en 123.45: El jueves pasado se inauguró la AeroExpo en el Aeropuerto de Toluca. Ahí mismo se habló de declarar a esta infraestructura como la alternativa al AICM. Independientemente de las cuestiones técnicas que hay que discutir, lo que es un hecho es que Toluca invirtió mucho dinero para convertirse en un aeropuerto operable a nivel comercial y dio muchas ventajas a las aerolíneas que nacieron como de “bajo costo” y que luego se mudaron sin más al AICM. Es muy importante que entre las decisiones de este gobierno se retome el orden del sector y se aproveche para ello la desconcentración del Benito Juárez que ya inició. Ojalá
raviles_2@prodigy.net.mx