Rosario Avilés
El microcosmos aéreo
Una mirada al vuelo del futuro de la economía
Cuando era presidente de la República, Carlos Salinas de
Gortari le dio carácter de política de estado a la máxima de las
abuelitas. "los bienes, son para remediar los males".
Esto, que se supone que debería ser un recurso pasajero
para aquellos que previenen el largo plazo, se ha convertido en un
"modus vivendi" en las postrimerías del neoliberalismo económico, hijo
de la escuela de Chicago y que, de algún modo, ha ido sosteniendo la
cada día más desvencijada base de la inversión física de este país.
La aviación es una buena ventana a ese delirio que supone que esos bienes que sirven para remediar los males son eternos y que nos permitirán seguir dejando para el futuro la necesaria inversión que ya hoy es súper-urgente.
Tomemos por caso sólo unas cuantas muestras de este descuido imperdonable que se ha agudizado en los últimos doce años: el aeropuerto de la Ciudad de México, las aerolíneas nacionales y el Control del Tránsito Aéreo.
Respecto al primer punto, es casi de risa que el asunto de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México haya comenzado a discutirse desde hace más de 30 años. En este lapso, se han construido más de 100 aeropuertos en el mundo, la mitad de ellos en China, que no en balde ostenta el título de potencia emergente.
Mientras eso sucede, el gran perdedor ha sido nuestro muy lastimado AICM (Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, bautizado oficialmente por Vicente Fox como "Benito Juárez", pese a su antijuarismo declarado). Cada vez que está a punto de la saturación, lo que significa que sus operaciones superan las 300 mil y pico anuales, se replantea la construcción de una nueva opción.
Hace años que se propuso hacer uno nuevo -complementario del actual- en Zumpango, propuesta que no prosperó en su momento y que terminó sepultada entre unidades habitacionales.
Luego se inventó el "Sistema Aeroportuario Metropolitano" (esto fue en la época de Miguel de la Madrid, aunque después lo resucitó el secretario de Comunicaciones de Vicente Fox, Pedro Cerisola). Este engendro consistía en "hacer una red" de aeropuertos cercanos al DF. Lo cierto es que era más de pantalla que de hecho porque los aeropuertos en sí, existen, lo que no existe es una red que los conecte (no hay autopistas dedicadas, no hay ferrocarril, no hay ni siquiera un triste servicio de helicópteros que pueda crear algún tipo de nexo entre ellos).
Además, para ser realistas, cuantas veces le han metido dinero a esos aeropuertos, el dinero se ha perdido y ni siquiera existe el "mea culpa" que nos diga y documente lo que no se debe hacer.
El caso del AICM es patético porque al no haber una alternativa real, esta infraestructura ha ido parchándose y comiéndose presupuestos super millonarios (la última vez se invirtieron 1,200 millones de dólares para apenas aumentar un poco la capacidad en tierra). La solución de fondo no ha llegado y es difícil que se llegue a ella si se siguen las mismas políticas de ignorar la realidad.
El otro caso es el que se refiere a las aerolíneas mexicanas. Hoy en día, es un hecho que la aviación mexicana ha perdido fuerza, penetración, capacidad de gestión y hasta posibilidades de generar ganancias.
Según cifras de la armadora de aviones Airbus, hoy el 60 por ciento del tráfico doméstico en México es manejado por tres aerolíneas de bajo costo, es decir, aquellas empresas que se benefician del mercado y la infraestructura que fue generado por empresas tradicionales.
Esta es una tendencia un tanto perversa porque lo que implica en la realidad es que esos bienes (el mercado que las aerolíneas tradicionales fueron creando durante años de calentar rutas, de abrir nuevas frecuencias, de establecer convenios y, en suma, de invertirle, así como la infraestructura que se construyó en diversas terminales aéreas a base de trabajo duro) hoy está siendo usufructuado por empresas a las que no les costó nada que esa fuerza de trabajo y esa infraestructura se creara. ¡Así cualquiera se vuelve economista!
En el ámbito de los vuelos internacionales, el abandono del mercado por parte de las empresas nacionales es tal, que más del 80 por ciento del mercado ya está en manos de empresas extranjeras.
Si a esto le sumamos que muchos profesionales mexicanos del más alto nivel también han sido expatriados y están trabajando para aerolíneas de países como China, Arabia Saudita y Turquía, entre otros, sin que ello implique para el país mucho ingreso, tenemos que México ha estado trabajando para que otros países se beneficien de ello.
Estamos, pues, utilizando la riqueza que ya existía sin generar nada nuevo. Por supuesto que esas empresas que hoy mercadean lo que ya estaba construido, pueden darse el lujo de dar precios bajos (cuando lo quieren, porque en el juego de "la oferta y la demanda", bien que se mandan), y pueden darse ese lujo para ganarse a los clientes porque no tienen que invertir en algo que ya existe.
Estas son las bonitas recetas de los que dan lecciones de economía a Europa. Bien se ve que nacieron después del "desarrollo estabilizador" y que nunca se percataron de que todo lo que hay fue construido antes por los "caros y antiguos", decimonónicos estatistas, amantes del subsidio y demás lindezas, que hoy permiten tener esos bienes que sirven para remediar los males.
Finalmente, está el tema del Control del Tránsito Aéreo que pasa por una situación semejante, pero agravada por el hecho de que muchos equipos son de tecnologías distintas entre sí, lo cual impide que se "entiendan" plenamente entre sí. Pero lo peor es que el recurso humano, el talento, es el que está sufriendo más y eso no es posible inventarlo de la noche a la mañana.
Este grupo de profesionales tiene ya muchos años de estar trabajando y en los próximos años vienen las jubilaciones de varios de ellos. Debido a la astringencia presupuestal que estos dos gobierno le han impuesto a la empresa estatal Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), no existe un número suficiente de nuevos cuadros en activo o en formación para entrar al relevo. Esto representa un grave problema en potencia.
Estos tres botones de muestra deberían ser lo suficientemente alarmantes para que existiera alguna acción. Pero como el sexenio languidece y quedan escasa 6 semanas, los actuales funcionarios parecen decir: "el de atrás paga". Esto es lo verdaderamente grave.
El problema de usar los bienes para remediar los males es que se haga costumbre porque para tener bienes hay que hacerlos, hay que trabajar en ello, hay que ahorrar ganancias en el hoy para invertir y tener el fruto en el mañana. ¿Lo aprenderemos demasiado tarde?
La aviación es una buena ventana a ese delirio que supone que esos bienes que sirven para remediar los males son eternos y que nos permitirán seguir dejando para el futuro la necesaria inversión que ya hoy es súper-urgente.
Tomemos por caso sólo unas cuantas muestras de este descuido imperdonable que se ha agudizado en los últimos doce años: el aeropuerto de la Ciudad de México, las aerolíneas nacionales y el Control del Tránsito Aéreo.
Respecto al primer punto, es casi de risa que el asunto de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México haya comenzado a discutirse desde hace más de 30 años. En este lapso, se han construido más de 100 aeropuertos en el mundo, la mitad de ellos en China, que no en balde ostenta el título de potencia emergente.
Mientras eso sucede, el gran perdedor ha sido nuestro muy lastimado AICM (Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, bautizado oficialmente por Vicente Fox como "Benito Juárez", pese a su antijuarismo declarado). Cada vez que está a punto de la saturación, lo que significa que sus operaciones superan las 300 mil y pico anuales, se replantea la construcción de una nueva opción.
Hace años que se propuso hacer uno nuevo -complementario del actual- en Zumpango, propuesta que no prosperó en su momento y que terminó sepultada entre unidades habitacionales.
Luego se inventó el "Sistema Aeroportuario Metropolitano" (esto fue en la época de Miguel de la Madrid, aunque después lo resucitó el secretario de Comunicaciones de Vicente Fox, Pedro Cerisola). Este engendro consistía en "hacer una red" de aeropuertos cercanos al DF. Lo cierto es que era más de pantalla que de hecho porque los aeropuertos en sí, existen, lo que no existe es una red que los conecte (no hay autopistas dedicadas, no hay ferrocarril, no hay ni siquiera un triste servicio de helicópteros que pueda crear algún tipo de nexo entre ellos).
Además, para ser realistas, cuantas veces le han metido dinero a esos aeropuertos, el dinero se ha perdido y ni siquiera existe el "mea culpa" que nos diga y documente lo que no se debe hacer.
El caso del AICM es patético porque al no haber una alternativa real, esta infraestructura ha ido parchándose y comiéndose presupuestos super millonarios (la última vez se invirtieron 1,200 millones de dólares para apenas aumentar un poco la capacidad en tierra). La solución de fondo no ha llegado y es difícil que se llegue a ella si se siguen las mismas políticas de ignorar la realidad.
El otro caso es el que se refiere a las aerolíneas mexicanas. Hoy en día, es un hecho que la aviación mexicana ha perdido fuerza, penetración, capacidad de gestión y hasta posibilidades de generar ganancias.
Según cifras de la armadora de aviones Airbus, hoy el 60 por ciento del tráfico doméstico en México es manejado por tres aerolíneas de bajo costo, es decir, aquellas empresas que se benefician del mercado y la infraestructura que fue generado por empresas tradicionales.
Esta es una tendencia un tanto perversa porque lo que implica en la realidad es que esos bienes (el mercado que las aerolíneas tradicionales fueron creando durante años de calentar rutas, de abrir nuevas frecuencias, de establecer convenios y, en suma, de invertirle, así como la infraestructura que se construyó en diversas terminales aéreas a base de trabajo duro) hoy está siendo usufructuado por empresas a las que no les costó nada que esa fuerza de trabajo y esa infraestructura se creara. ¡Así cualquiera se vuelve economista!
En el ámbito de los vuelos internacionales, el abandono del mercado por parte de las empresas nacionales es tal, que más del 80 por ciento del mercado ya está en manos de empresas extranjeras.
Si a esto le sumamos que muchos profesionales mexicanos del más alto nivel también han sido expatriados y están trabajando para aerolíneas de países como China, Arabia Saudita y Turquía, entre otros, sin que ello implique para el país mucho ingreso, tenemos que México ha estado trabajando para que otros países se beneficien de ello.
Estamos, pues, utilizando la riqueza que ya existía sin generar nada nuevo. Por supuesto que esas empresas que hoy mercadean lo que ya estaba construido, pueden darse el lujo de dar precios bajos (cuando lo quieren, porque en el juego de "la oferta y la demanda", bien que se mandan), y pueden darse ese lujo para ganarse a los clientes porque no tienen que invertir en algo que ya existe.
Estas son las bonitas recetas de los que dan lecciones de economía a Europa. Bien se ve que nacieron después del "desarrollo estabilizador" y que nunca se percataron de que todo lo que hay fue construido antes por los "caros y antiguos", decimonónicos estatistas, amantes del subsidio y demás lindezas, que hoy permiten tener esos bienes que sirven para remediar los males.
Finalmente, está el tema del Control del Tránsito Aéreo que pasa por una situación semejante, pero agravada por el hecho de que muchos equipos son de tecnologías distintas entre sí, lo cual impide que se "entiendan" plenamente entre sí. Pero lo peor es que el recurso humano, el talento, es el que está sufriendo más y eso no es posible inventarlo de la noche a la mañana.
Este grupo de profesionales tiene ya muchos años de estar trabajando y en los próximos años vienen las jubilaciones de varios de ellos. Debido a la astringencia presupuestal que estos dos gobierno le han impuesto a la empresa estatal Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), no existe un número suficiente de nuevos cuadros en activo o en formación para entrar al relevo. Esto representa un grave problema en potencia.
Estos tres botones de muestra deberían ser lo suficientemente alarmantes para que existiera alguna acción. Pero como el sexenio languidece y quedan escasa 6 semanas, los actuales funcionarios parecen decir: "el de atrás paga". Esto es lo verdaderamente grave.
El problema de usar los bienes para remediar los males es que se haga costumbre porque para tener bienes hay que hacerlos, hay que trabajar en ello, hay que ahorrar ganancias en el hoy para invertir y tener el fruto en el mañana. ¿Lo aprenderemos demasiado tarde?
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles.
Periodista, investigadora y experta en el sector aeronáutico
Periodista, investigadora y experta en el sector aeronáutico