Opinión de (Rosario Avilés) |
Jugando al turista por el mundo
Nadie niega hoy la importancia de la industria turística a nivel mundial. De hecho, se ha convertido en uno de los sectores que países como el nuestro ambicionan para generar divisas, crear empleos y desarrollar infraestructura como sector punta de la economía. Lo que está a discusión es cómo hacerle para que ese deseo sea una realidad y rinda los frutos esperados.
México posee muchas de las características que podrían hacer que el turismo se convirtiera en ese sector punta destinado a generar divisas y a crear empleos. El asunto es que el reto parece tan grande que todos quieren comerse el pastel antes de cocinarlo.
En ese ideal de crear la industria punta, se tienen algunas herramientas básicas, desde los lugares atractivos (de los cuales hay cientos en el territorio nacional variados e interesantes) hasta la mano de obra y las posibilidades de conexión, donde desde luego que la aviación se convierte en el principal pivote.
El problema aquí es que muchos han confundido la gimnasia con la magnesia porque desconocen las particularidades de la industria de transporte aéreo y sobre todo las enormes posibilidades que tendría si se manejara correctamente, con lo cual se corre el riesgo de malbaratar todo lo que tenemos por el afán de traer aviones de donde sea sin negociar adecuadamente nuestros derechos de tráfico. O dicho de otra forma: podríamos vender nuestra primogenitura por un plato de lentejas.
La idea de otorgar quintas libertades como si fueran caramelos en aquellos aeropuertos donde no hay mucho tráfico (léase Toluca), podría —en principio— sonar atractivo. ¿Qué hacer con un aeropuerto que cíclicamente se queda sin tráfico porque quienes vuelan ahí prefieren cambiarse de aeropuerto en cuanto tienen la oportunidad, debido a sus problemas intrínsecos?
Lo más fácil pareciera ser rematar al mejor postor los derechos de operación, pero ¡cuidado! ésta es un arma de dos filos porque Toluca no es Toluca, es el área metropolitana de la Ciudad de México y en cuanto exista espacio en el AICM (éste, uno que lo sustituya, una ampliación o un complemento) los operadores tendrán derecho a pedir reubicación.
Pero el riesgo va más allá de esto: en principio parece bueno que las aerolíneas de donde sea pasen por aquí y aterricen, dejen pasajeros, recojan pasajeros y se vayan. Lo malo es que con eso estarán causando la ruina de las aerolíneas locales (las que quedan y merezcan tal nombre) porque nuestras empresas ni pueden hacer lo mismo en otros países, ni es rentable que lo hagan ni tienen el dinero para crear una gran red de conexiones por el mundo.
Pareciera obvio, pero no lo es: la posición geográfica de México y su vasto territorio que colinda con Estados Unidos (hoy por hoy el lugar donde se genera casi el 30 por ciento de los vuelos en el mundo), más la cercanía con Sudamérica, la casi equidistancia con Europa y Asia-Pacífico, todo ello es una riqueza que no puede ser dilapidada sin más.
Esta posición puede usarse para crecer, para aprovecharla, para que México sea el gestor de esa riqueza o puede malgastarse regalando el paso por aquí. Como en el juego del turista: hay países donde se pueden establecer hoteles y restaurantes y zonas donde se compran líneas aéreas. Todos los jugadores pasan por la casilla que dice México, pero ahí nadie invierte: todos cobran y nada dejan. ¿Es eso lo que queremos?
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx
México posee muchas de las características que podrían hacer que el turismo se convirtiera en ese sector punta destinado a generar divisas y a crear empleos. El asunto es que el reto parece tan grande que todos quieren comerse el pastel antes de cocinarlo.
En ese ideal de crear la industria punta, se tienen algunas herramientas básicas, desde los lugares atractivos (de los cuales hay cientos en el territorio nacional variados e interesantes) hasta la mano de obra y las posibilidades de conexión, donde desde luego que la aviación se convierte en el principal pivote.
El problema aquí es que muchos han confundido la gimnasia con la magnesia porque desconocen las particularidades de la industria de transporte aéreo y sobre todo las enormes posibilidades que tendría si se manejara correctamente, con lo cual se corre el riesgo de malbaratar todo lo que tenemos por el afán de traer aviones de donde sea sin negociar adecuadamente nuestros derechos de tráfico. O dicho de otra forma: podríamos vender nuestra primogenitura por un plato de lentejas.
La idea de otorgar quintas libertades como si fueran caramelos en aquellos aeropuertos donde no hay mucho tráfico (léase Toluca), podría —en principio— sonar atractivo. ¿Qué hacer con un aeropuerto que cíclicamente se queda sin tráfico porque quienes vuelan ahí prefieren cambiarse de aeropuerto en cuanto tienen la oportunidad, debido a sus problemas intrínsecos?
Lo más fácil pareciera ser rematar al mejor postor los derechos de operación, pero ¡cuidado! ésta es un arma de dos filos porque Toluca no es Toluca, es el área metropolitana de la Ciudad de México y en cuanto exista espacio en el AICM (éste, uno que lo sustituya, una ampliación o un complemento) los operadores tendrán derecho a pedir reubicación.
Pero el riesgo va más allá de esto: en principio parece bueno que las aerolíneas de donde sea pasen por aquí y aterricen, dejen pasajeros, recojan pasajeros y se vayan. Lo malo es que con eso estarán causando la ruina de las aerolíneas locales (las que quedan y merezcan tal nombre) porque nuestras empresas ni pueden hacer lo mismo en otros países, ni es rentable que lo hagan ni tienen el dinero para crear una gran red de conexiones por el mundo.
Pareciera obvio, pero no lo es: la posición geográfica de México y su vasto territorio que colinda con Estados Unidos (hoy por hoy el lugar donde se genera casi el 30 por ciento de los vuelos en el mundo), más la cercanía con Sudamérica, la casi equidistancia con Europa y Asia-Pacífico, todo ello es una riqueza que no puede ser dilapidada sin más.
Esta posición puede usarse para crecer, para aprovecharla, para que México sea el gestor de esa riqueza o puede malgastarse regalando el paso por aquí. Como en el juego del turista: hay países donde se pueden establecer hoteles y restaurantes y zonas donde se compran líneas aéreas. Todos los jugadores pasan por la casilla que dice México, pero ahí nadie invierte: todos cobran y nada dejan. ¿Es eso lo que queremos?
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx