20 noviembre 2012

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS


Nada personal
Rosario Avilés | Opinión
2012-11-20 | Hora de creación: 21:26:19 | Ultima modificación: 00:10:33

Al finalizar el actual sexenio tenemos cuentas muy magras por parte de quienes tuvieron en sus manos la responsabilidad de gestionar el aéreo. Quizás la gran perdedora sea la de las operaciones. Tres secretarios de Estado muertos en accidentes de aviación es un saldo que ningún país —ni bananero— aguanta. Cargar en la memoria de los tripulantes de las tres naves la responsabilidad de esas tragedias sólo muestra la mentalidad de quienes así lo consignan.

Un accidente de aviación —lo saben todos los profesionales del sector aéreo en el mundo— es un asunto sistémico. De ahí que el SMS y el SSP (sistemas ambos de vigilancia y monitoreo sistemático de de riesgos) sean dos herramientas de las que ningún país puede carecer.

Como si fuera un gran avance y una vanguardista, el titular de la SCT anunció el pasado día 11 que México los adoptará. Lo que no dijo es que nuestro país se había comprometido a tener estos sistemas operando a en una fecha muy anterior, irónicamente el 11 de noviembre de 2011, precisamente el mismo día en que se dio el accidente de Blake.

Lo que ocurre en el de la Ciudad de México no desmerece en este panorama. Sólo quien no quiere ver la realidad puede desdeñar los muchos indicios de desaseo que ahí ocurren. Entre el tráfico de estupefacientes y contrabando y las balaceras extrañas podría darse una investigación que ojalá realmente se lleve hasta sus últimas consecuencias.

Seneam y Medicina de Aviación son otros casos emblemáticos. Una vez que la dependencia del tránsito aéreo empezó a mostrar su terrible realidad a los ojos de los inspectores estadunidenses, que primero acompañaron la investigación del accidente del secretario Mouriño y luego colocaron al país en Categoría 2 (una degradación que pesará para siempre en la bitácora del sexenio calderonista), ha quedado claro que Seneam está en terapia intensiva.

Medicina de Aviación puede que esté aún peor, ya tendremos oportunidad de desentrañar el expediente de esa dependencia que el hermano de los Aguilar Zínser se encargó de desmembrar.

Los aeropuertos y su situación merecen comentarios aparte y seguiremos con ello en las siguientes entregas. Pero falta aún aquí “la joyita de la corona”.

Un muerto, solía decir el dictador José Stalin, es una tragedia. Un millón de muertos es una estadística. Y así se puede resumir el pensar (y el sentir) de quienes en un momento u otro tuvieron en sus manos el destino de Mexicana de Aviación, sobre todo en este sexenio.

Con esa frialdad, con esa indiferencia, con ese adormecimiento de conciencia, permitieron el despojo de la fuente de trabajo y de los recursos ahorrados por miles de trabajadores para sus jubilaciones (o sea, un dinero que costó horas y horas de sudor y de privación para labrarse un mejor futuro por parte de 8,640 familias).

Se dice fácil y en el balance contable del sexenio se pone en una columnita con letra minúscula (6 puntos máximo) para que no incomode a los políticos y no golpee los “oiditos” de los políticamente correctos miembros del sector. “Ni modo, ellos —de alguna forma— se lo buscaron”, se dice como resumen de la infamia.

No importa que la impunidad rampante permita que el principal responsable de este despojo se pasee aquí y allá sin ser siquiera molestado con una averiguación previa.

Mientras, los encubridores reciben premios de aquellos que se dedican a inocular la ideología que es hoy el opio de las conciencias. Lo primero que se enseña es a despersonalizar a los individuos concretos: un número, una estadística, no sufre y quien toma decisiones sobre números no es moralmente responsable.

Lo mismo pensaba Raskolnikov, el personaje de Crimen y Castigo, de Dostoievsky, quien para matar a la anciana prestamista primero se convenció a sí mismo que no era una persona, sino “un piojo”. Despersonalizar para no tener que responder ante la conciencia es un símbolo de la degradación de muchos personajes del poder y luego se preguntan por qué pierden las elecciones y qué pensará el pueblo de México de sus gestiones gubernamentales.

Y en estos análisis no hay nada personal. La furia y la frustración de las familias de Mexicana habla por sí misma. El periodista es alguien que aspira a hablar en nombre de quienes no pueden hacerlo. Lástima que del otro nadie no había nadie que escuchara.

Lo oí en 123.45: En la reunión de líderes de la Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo (ALTA) se le dio el Premio “Federico Bloch” a Andrés Conesa, director de Aeroméxico.  Felicitaciones a Andrés, quien está demostrando que se puede crecer conciliando y esperemos que el ejemplo de Federico (un innovador pero sensible e inteligente hombre de empresa) sea para las aerolíneas de la zona más que un bonito recuerdo
raviles_2@prodigy.net.mx