Por Rosario Avilés
raviles_2@prodigy.net.mx
@charoaviles
Las castañas del fuego (amigo)
Hace un par de meses, los pilotos mexicanos se llevaron un inmenso susto
(uno más). Como se sabe, muchos de ellos tuvieron que buscar trabajo en
aerolíneas de bajo costo o en aerolíneas del extranjero debido a la
situación por la que atraviesa la empresa Mexicana de Aviación.
Muchos tripulantes encontraron empleo en las empresas llamadas de bajo costo (aunque no de bajo precio) con salarios muy por debajo de su calificación. Y muchos más se dirigieron al extranjero para buscar colocarse en aquellas empresas que sí están dispuestas a pagarles lo que realmente vale su trabajo.
Y es que un comandante con 15 mil, 17 mil o 20 mil horas de vuelo en aviones de línea y con altas calificaciones, no es fácil de encontrar. Y muchas empresas aéreas, en plena expansión, como las chinas, las árabes y de otras latitudes semejantes, saben que este tipo de profesional es altamente valioso.
Entre las razones que lo hacen tan atractivo, se encuentra el hecho de que su adiestramiento en aeronaves de última generación no es un activo fácil de lograr. Como se sabe, cada adiestramiento de este tipo es una fuerte inversión, además de que acumular horas de vuelo representa experiencia y en este tipo de actividad la experiencia significa seguridad.
Un ejemplo de ello es el incidente que sufrió el avión USAirways que cubría el vuelo 1549. Al despegar de Nueva York, la aeronave Airbus A-320 fue golpeada por dos aves que sobrevolaban la zona en sendos motores, de forma tal que el Capitán, Chesley Sullesberger, tuvo que tomar una grave decisión y ejecutar una peligrosa maniobra para que el aparato se posara en las aguas del Río Hudson sin que ello representara pérdidas humanas.
El piloto lo logró, entre otras cosas, por su amplia experiencia y por su alto sentido de responsabilidad, lo cual muestra que estos dos atributos sí tienen un valor que –a la hora de calcular le precio de su salario- sobresalen ampliamente. Al fin y al cabo, cualquier pasajero de aeronave está dispuesto a pagar un alto precio por su seguridad y precisamente el transporte aéreo se ha preocupado porque este precio tenga sentido.
Aunque en nuestro país hemos perdido en gran parte la noción de lo que implica este importante activo en las aerolíneas, que es la experiencia de las tripulaciones, lo cierto es que en las empresas aéreas de otros países se sigue considerando no sólo importante y valioso, sino que hay programas ambiciosos para que las normas de homologación en todo el mundo se respeten y se vayan perfeccionando con fechas establecidas, estándares bien estudiados y adiestramientos y certificaciones de muy alta calidad.
La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) ha trabajado intensamente en ello, lo mismo que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), y en este programa participa un profesional de altísima calidad de nacionalidad mexicana, el Capitán Carlos Arroyo, al tiempo que el apoyo de OACI ha sido muy decisivo también por la voluntad de su presidente, el mexicano Roberto Kohbe.
Por eso fue tan sorpresivo y alarmante lo que ocurrió hace un par de meses, cuando los brokers de contratación de pilotos que trabajan reclutando tripulantes para las aerolíneas chinas le anunciaron a varios de ellos que estaban en vías de ser calificados, que por el momento se estaba suspendiendo su evaluación y su posible contratación, ya que México no había demostrado tener los controles mínimos establecidos por OACI en sus auditorías y esto los inhabilitaba para ser contratados por empresas que siguen los estándares internacionales.
Los correos electrónicos donde los encargados del reclutamiento avisaban a los prospectos mexicanos que su posible contratación quedaba suspendida indefinidamente, manifestaban verdadero pesar por esta decisión, pues no es fácil conseguir pilotos con este tipo de calificaciones.
La incertidumbre duró un par de meses, lo suficiente para que nuestros profesionales la pasaran muy mal y comprobaran, una vez más, que en materia técnica aeronáutica nuestras autoridades no tienen la menor idea de las repercusiones de omitir procedimientos y cumplir requisitos mínimos.
Como hemos mencionado en otros artículos, existen 8 elementos críticos que la OACI considera esenciales para que un Estado establezca y mantenga en orden un sistema efectivo de vigilancia de la seguridad, que van desde la legislación primaria, el entrenamiento de especialistas, procedimientos e información y funciones de vigilancia, hasta la certificación de licencias, las visitas de inspección y las resoluciones de quejas y alertas de seguridad.
Desde 2007 OACI realizó una auditoría en la que nuestro país tiene varios puntos de mejora urgente que, al menos hasta hoy, no se han subsanado (en los reportes oficiales de OACI sigue teniendo varios puntos pendientes, algunos con áreas de oportunidad considerables).
Esta habría sido la razón de este "veto" que los chinos recogieron y que impidió seguir con los trámites de reclutamiento de varios tripulantes. Lo cierto también es que, después del accidente en el que falleció Juan Camilo Mouriño, en noviembre del 2007, la OACI misma refrendó la necesidad de hacer varias mejoras por parte de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y otras dependencias públicas mexicanas.
Sabemos que muchos de los puntos pendientes no han recibido la atención debida, especialmente todo lo que se refiere a mejora en las condiciones laborales, horas extras del personal técnico, calificaciones y calidad de la supervisión y vigilancia, entre otros.
Sin embargo, y tal vez movido por la enorme injusticia que representa para los tripulantes mexicanos le hecho de que los funcionarios gubernamentales no hagan lo que deben hacer, perjudicando a los profesionales de la aviación, la OACI habría intercedido por ellos en este punto (específicamente Roberto Kohbe, quien sabe perfectamente que la calidad de los tripulantes mexicanos no está a discusión a pesar de las prácticas degradadas de las dependencias públicas).
La buena noticia es, pues, que se ha levantado finalmente el veto y ahora los tripulantes mexicanos pueden seguir son sus trámites, lo cual permite que aerolíneas de otros países sí les brinden el reconocimiento profesional y económico que aquí les es escamoteado por muchos.
Parte de la reforma laboral que se pretende hacer debería contemplar estas cuestiones con seriedad. La idea de muchos tecnócratas de lo que debe ser reforma laboral se remite a bajos salarios. No entienden, por lo visto, que un profesional de alta calidad debe ser recompensado por estas cualidades y que los bajos salarios y los organismos sindicales que utilizan contratos de protección para los tripulantes sólo degradan a la aviación mexicana.
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles
Muchos tripulantes encontraron empleo en las empresas llamadas de bajo costo (aunque no de bajo precio) con salarios muy por debajo de su calificación. Y muchos más se dirigieron al extranjero para buscar colocarse en aquellas empresas que sí están dispuestas a pagarles lo que realmente vale su trabajo.
Y es que un comandante con 15 mil, 17 mil o 20 mil horas de vuelo en aviones de línea y con altas calificaciones, no es fácil de encontrar. Y muchas empresas aéreas, en plena expansión, como las chinas, las árabes y de otras latitudes semejantes, saben que este tipo de profesional es altamente valioso.
Entre las razones que lo hacen tan atractivo, se encuentra el hecho de que su adiestramiento en aeronaves de última generación no es un activo fácil de lograr. Como se sabe, cada adiestramiento de este tipo es una fuerte inversión, además de que acumular horas de vuelo representa experiencia y en este tipo de actividad la experiencia significa seguridad.
Un ejemplo de ello es el incidente que sufrió el avión USAirways que cubría el vuelo 1549. Al despegar de Nueva York, la aeronave Airbus A-320 fue golpeada por dos aves que sobrevolaban la zona en sendos motores, de forma tal que el Capitán, Chesley Sullesberger, tuvo que tomar una grave decisión y ejecutar una peligrosa maniobra para que el aparato se posara en las aguas del Río Hudson sin que ello representara pérdidas humanas.
El piloto lo logró, entre otras cosas, por su amplia experiencia y por su alto sentido de responsabilidad, lo cual muestra que estos dos atributos sí tienen un valor que –a la hora de calcular le precio de su salario- sobresalen ampliamente. Al fin y al cabo, cualquier pasajero de aeronave está dispuesto a pagar un alto precio por su seguridad y precisamente el transporte aéreo se ha preocupado porque este precio tenga sentido.
Aunque en nuestro país hemos perdido en gran parte la noción de lo que implica este importante activo en las aerolíneas, que es la experiencia de las tripulaciones, lo cierto es que en las empresas aéreas de otros países se sigue considerando no sólo importante y valioso, sino que hay programas ambiciosos para que las normas de homologación en todo el mundo se respeten y se vayan perfeccionando con fechas establecidas, estándares bien estudiados y adiestramientos y certificaciones de muy alta calidad.
La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) ha trabajado intensamente en ello, lo mismo que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), y en este programa participa un profesional de altísima calidad de nacionalidad mexicana, el Capitán Carlos Arroyo, al tiempo que el apoyo de OACI ha sido muy decisivo también por la voluntad de su presidente, el mexicano Roberto Kohbe.
Por eso fue tan sorpresivo y alarmante lo que ocurrió hace un par de meses, cuando los brokers de contratación de pilotos que trabajan reclutando tripulantes para las aerolíneas chinas le anunciaron a varios de ellos que estaban en vías de ser calificados, que por el momento se estaba suspendiendo su evaluación y su posible contratación, ya que México no había demostrado tener los controles mínimos establecidos por OACI en sus auditorías y esto los inhabilitaba para ser contratados por empresas que siguen los estándares internacionales.
Los correos electrónicos donde los encargados del reclutamiento avisaban a los prospectos mexicanos que su posible contratación quedaba suspendida indefinidamente, manifestaban verdadero pesar por esta decisión, pues no es fácil conseguir pilotos con este tipo de calificaciones.
La incertidumbre duró un par de meses, lo suficiente para que nuestros profesionales la pasaran muy mal y comprobaran, una vez más, que en materia técnica aeronáutica nuestras autoridades no tienen la menor idea de las repercusiones de omitir procedimientos y cumplir requisitos mínimos.
Como hemos mencionado en otros artículos, existen 8 elementos críticos que la OACI considera esenciales para que un Estado establezca y mantenga en orden un sistema efectivo de vigilancia de la seguridad, que van desde la legislación primaria, el entrenamiento de especialistas, procedimientos e información y funciones de vigilancia, hasta la certificación de licencias, las visitas de inspección y las resoluciones de quejas y alertas de seguridad.
Desde 2007 OACI realizó una auditoría en la que nuestro país tiene varios puntos de mejora urgente que, al menos hasta hoy, no se han subsanado (en los reportes oficiales de OACI sigue teniendo varios puntos pendientes, algunos con áreas de oportunidad considerables).
Esta habría sido la razón de este "veto" que los chinos recogieron y que impidió seguir con los trámites de reclutamiento de varios tripulantes. Lo cierto también es que, después del accidente en el que falleció Juan Camilo Mouriño, en noviembre del 2007, la OACI misma refrendó la necesidad de hacer varias mejoras por parte de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y otras dependencias públicas mexicanas.
Sabemos que muchos de los puntos pendientes no han recibido la atención debida, especialmente todo lo que se refiere a mejora en las condiciones laborales, horas extras del personal técnico, calificaciones y calidad de la supervisión y vigilancia, entre otros.
Sin embargo, y tal vez movido por la enorme injusticia que representa para los tripulantes mexicanos le hecho de que los funcionarios gubernamentales no hagan lo que deben hacer, perjudicando a los profesionales de la aviación, la OACI habría intercedido por ellos en este punto (específicamente Roberto Kohbe, quien sabe perfectamente que la calidad de los tripulantes mexicanos no está a discusión a pesar de las prácticas degradadas de las dependencias públicas).
La buena noticia es, pues, que se ha levantado finalmente el veto y ahora los tripulantes mexicanos pueden seguir son sus trámites, lo cual permite que aerolíneas de otros países sí les brinden el reconocimiento profesional y económico que aquí les es escamoteado por muchos.
Parte de la reforma laboral que se pretende hacer debería contemplar estas cuestiones con seriedad. La idea de muchos tecnócratas de lo que debe ser reforma laboral se remite a bajos salarios. No entienden, por lo visto, que un profesional de alta calidad debe ser recompensado por estas cualidades y que los bajos salarios y los organismos sindicales que utilizan contratos de protección para los tripulantes sólo degradan a la aviación mexicana.
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles