28 junio 2012

DEL CORREO DEL BLOG

Itinerario Político | Ricardo Alemán
Balacera y engaño


Nació en la ciudad de México en 1955 e inició en 1980 su carrera profesional como reportero del diario "A.M." de León Guanajuato. Ha trabaj ...
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Jueves 28 de junio de 2012


 Seguramente el titular de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, supone que los ciudadanos son idiotas, que los especialistas en operativos policiacos tienen serios problemas mentales o, de plano, debemos suponer que el jefe policiaco no entiende que los montajes —como el de la señora Florence Cassez— no son buen negocio para nadie.

 Y es que hasta los bisoños en operativos policiacos saben que nadie recomienda la detención de un puñado de policías corruptos —en flagrancia— en una terminal aérea internacional, en una hora pico, en medio de una zona de restaurantes que está repleta de personas y, sobre todo, que sólo a principiantes o irresponsables se les pudo ocurrir detener a tres policías vinculados al crimen, que estaban armados, con sólo tres policías que no lograron siquiera sacar sus armas.

 En otras palabras, que todo indica que alguien miente respecto a las causas que motivaron la balacera que se registró en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México —el pasado lunes— en donde se enfrentaron policías federales con policías federales, con un saldo de tres policías muertos. Y claro, los protagonistas no pueden hablar, porque tres de ellos están muertos y… los otros están en fuga.

 Como todos saben, de manera tardía, y una vez que no fue posible ocultar que en la balacera participaron dos grupos de policías federales, la dependencia de Genaro García Luna nos regaló lo que parece uno de sus famosos y nada exitosos montajes dignos de televisión.

 El comunicado oficial de la SSP expuso que la balacera se produjo cuando el grupo de policías federales que resultaron agredidos intentaban detener —en flagrancia— a otros policías federales presuntamente implicados con el tráfico de drogas. Lo curioso de la versión oficial es que no coincide en uno solo de sus puntos, con las versiones de testigos de lo ocurrido.

 Dicen, quienes presenciaron el hecho, que la balacera se habría producido luego de una discusión entre los dos bandos de policías; que los agredidos y muertos nunca sacaron sus armas y que, más bien, fueron masacrados. A uno de los agredidos, incluso, le vaciaron la carga de dos pistolas. Y llama la atención que si los agredidos iban a detener a los agresores —se supone que en actitud defensiva— los primeros no lograran sacar sus armas. ¿Y entonces qué fue lo que pasó, si los hechos no son como dicen los muchachos de García Luna?

 Lo cierto es que conocedores de las estratagemas para perseguir y capturar a criminales en flagrancia dicen que lo ocurrido en el AICM —la mañana del pasado lunes— en realidad tiene tintes de ser una disputa entre presuntos implicados en actividades criminales. ¿Actividades criminales?

 En efecto, en el gobierno federal muchos saben que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es una de las puertas preferidas por los criminales y los narcotraficantes para el ingreso y salida de drogas y dinero sucio. Muchos saben que el abundante tráfico de droga que pasa por el AICM es posible gracias a la complicidad de policías privados y federales con narcotraficantes. O si se quiere, que nadie entiende el escandaloso tráfico de drogas y divisas sin la complicidad de autoridades de la terminal aérea.

 Pero lo verdaderamente llamativo no es el montaje que se quiere vender al respetable a partir de la balacera. No, lo simpático —porque ofende al sentido común elemental— es que durante años, y luego de decenas o centenares de evidencias del flujo de droga por la más importante terminal aérea mexicana, hasta hoy se vienen a dar cuenta del cochinero.

 ¿En serio no se habían dado cuenta del jugoso negocio, de la escandalosa corrupción que solapan todo tipo de autoridades de la terminal aérea del Distrito Federal?

 ¿Dónde han estado, todos estos años, los jefes policiacos federales como García Luna? ¿Dónde está la Secretaría de Comunicaciones y Transportes? ¿Por qué nadie, ni en Los Pinos, en el Congreso, entre los partidos, ha reparado en remover a los jefes y directores del aeropuerto, abiertamente coludidos? ¿Qué tiene que ocurrir, cuánta droga más debe pasar para que se haga algo; cuántos muertos; cuántas fortunas debe amasar la criminalidad por encubrir las actividades criminales en esa terminal, para que alguien haga algo; para que terminen con las corruptelas en la más importante terminal aérea mexicana?

 ¡Claro, y como ya se vive el final del gobierno, del sexenio y del PAN en el poder presidencial, calladitos se ven más bonitos! A ver si al nuevo presidente y al nuevo jefe de gobierno les interesa.