28 junio 2012

DEL CORREO DEL BLOG

J. Lozano, recordatorios

Jueves, 28 de Junio de 2012 (08:51)


En el arranque del segundo año del gobierno del "cambio con rumbo desconocido", el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, solicitó que le hicieran una entrevista para aclarar algunas cosas horribles, horribles, horribles que algunos representantes sindicales decían de su persona, entre ellas que era rijoso, provocador, y hasta "el golpeador del presidente" Felipe Calderón.

 

¡Mienten, mienten con todos los dientes, yo sólo aplico la ley y a eso deberán de acostumbrarse!, respondió. El mensaje de Lozano a los obreros y a la opinión pública en general fue interpretado por los observadores políticos objetivos e imparciales, de la siguiente manera: "Háganle como quieran. Yo soy así. Y si no les gusta, no tienen más remedio que irse acostumbrando. Porque no voy a cambiar. ¿Rudo yo? ¡No, hombre! Si soy un alma de Dios. Lo que pasa es que los trabajadores, especialmente los mineros, no se saben el refrán latino: `Dura lex, sed lex', o lo que es lo mismo: `La ley es dura, pero es la ley'. O dicho de otro modo: En esta secretaría no se tramitan asuntos penales sino que se aplica la `Ley de Herodes...'".

 

"He aprendido rápido a ser secretario del Trabajo", se jactaba. Pero nunca se dio cuenta, decían los mismos observadores, que una cosa era aventar "fregadazos verbales" para tratar de acalambrar a los obreros, y otra cosa muy distinta enfrentar los naturales problemas de la dependencia sin tolerar presiones ilegítimas o ilegales, sin ceder a los chantajes que son el mero mole de los líderes sindicales, actuar con verticalidad, severidad, rectitud y hasta enhiesto y erecto, y simultáneamente, construir para sí mismo una imagen de político respetuoso de los derechos de los trabajadores y patronos, un árbitro imparcial que se coloque por encima de los intereses de las partes en conflicto.

 

¿De verdad cree Lozano que los mexicanos estamos ansiosos de un precandidato presidencial -cosa que él quiere llegar a ser- que a las primeras de cambio eche mano a los fierros como queriendo pelear?, preguntaban en aquel entonces (enero de 2008) algunos de sus asesores políticos. ¿O va a ponerse de moda entre los jóvenes funcionarios el estilo de los años treinta y cuarenta, cuando los políticos de sombrero texano, bota vaquera, cinturón de hebilla grande y pistola niquelada llenaban la Cámara de Diputados con mentadas de madre y con uno que otro balazo al aire? ¿Nadie le habrá dicho al iracundo abogado que la pistola de la autoridad se dispara sola? ¿Nadie se ha apiadado de él recordándole que no es necesario gritar, amenazar ni alardear de fuerza frente a los obreros y los patronos? ¿Que bastaría colocar sobre su escritorio el letrerito: Lic. Javier Lozano Alarcón, secretario del Trabajo y Previsión Social, para que todos los que lo vean se dieran cuenta de que ese cargo le confiere automáticamente la autoridad y que junto con esa autoridad viene, en paquete, la pistola de la ley? ¿Ya se le olvidó, o nunca supo, que muchos funcionarios que presumieron de apego estricto a la ley se resbalaron en el tobogán del autoritarismo y así les fue?, preguntaban aquéllos.

 

Como nadie se apiadó del joven, talentoso, brillante, virtuoso funcionario en su periodo como titular del Trabajo "le fue como en feria" con los líderes sindicales y con la opinión pública. Se aventó un tiro con Napoleón Gómez Urrutia y éste acabó rompiéndole la cara. Se agarró a trancazos con Martín Esparza y su "planilla-pandilla" y después tuvo que pedirle perdón por órdenes del presidente Felipe Calderón, como él mismo confesó al columnista cuando le ordenaron que le diera "La Toma de Nota" a Martincito. Se puso de "alfombrita" en el asunto de Mexicana de Aviación y casi lo "sacuden a palos". Enarboló la bandera de la Reforma Laboral y los diputados lo "mandaron por un tubo". Bueno, hasta el chino Zhenli Ye Gon estuvo a punto de "darle cuello por no coopelal".

 

Con esa "soberbia actuación", Lozano, quien como priista hizo una fulgurante carrera en el sexenio de Ernesto Zedillo (oficial mayor de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, director de Asuntos Jurídicos de esa misma dependencia, coordinador de asesores del secretario Carlos Ruiz Sacristán, subsecretario de la SCT y presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones), se lanzó por la candidatura del PAN a la Presidencia de la República y lo "apalearon" en el primer round. Formó un "tándem" con Ernesto Cordero y los dos tuvieron que tragar tubérculo poblano, aunque como premio de consolación a ambos les dieron una candidatura para el Senado de la República.

 

Lozano se refugió en el PAN donde le dieron la chamba de vocero-bravero, posición desde la cual trata de defender lo indefendible; desde ahí arremete contra Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y hasta contra Vicente Fox, a quien califica de mentiroso, traidor, irresponsable, oportunista y vulgar porrista.

 

A sus detractores, Javier Lozano les respondía: los adjetivos y descalificativos hay que tomarlos, por un lado, en el contexto en el que se dan, y por otro de quien vienen. A veces la ofensa de un personaje resulta ser un halago... de popularidad. ¡Lo mismo podría responderle Fox, lo mismo! Aunque con ese lenguaje folklórico que caracteriza al expresidente, podría agregar: ¡Cállate, lambiscón!

 

¡Te lo dije, Javier, te lo dijeeeeee! Cósete la boca, acota el columnista.