Los viajes ilustran...
Por: MANÚ DORNBIERER
SATIRICOSAS
Ensenada es un puerto sui géneris, "para vivir", muy diferente de otros del Pacífico calificados de turísticos antes de que el desgobierno de Calderón cancelara el turismo internacional y hasta nacional, salvo para aquéllos, en el Atlántico o en el mismo Pacífico, que regaló a hoteleros neoliberales españoles _¿es su socio?_ ubicados en paraísos costeros en los que la violencia generalizada existe, pero no se ve promovida por Sectur en los diarios y menos en televisión. Por cierto, es inaudita la falta de tacto de la enésima secretaria calderónica del ramo, Gloria Guevara quien para promover en el extranjero el turismo hacia México inventó en un momento como éste - hágame usté el favor_ el tonto y pocho nombrecito de "Mexico, The Royal Tour", cuando sigue dando la vuelta al mundo el incendio en Monterrey del Casino Royale (le sobra la e final). Al oír eso de "Royal Tour " se le enchina el cuero a cualquiera no sólo por el incendio mismo sino por la corrupción oficial que exhibió. Así la definen los titulares: "Panistas y priistas beneficiados con casinos. Las omisiones de Gobernación y de la PGR. Casinos, vías libres para el lavado de dinero".
Cuando hubo que regresar por la costa de paisajes muy bellos hasta Rosarito, hoy horizonte de "rascacielos" para retirados vecinos por supuesto, nos detuvimos en Puerto Nuevo a comer langosta con tortillas y frijoles, sobreviviente lujo bajacaliforniano, mi dinámica amiga Huguette Glushanok (francesa, neoyorquina, acapulqueña) y yo. Después me depositó en Tijuana, ya no el pueblote para gringos destrampados que cantó Joaquín Sabina sino una ciudad de verdad, hoy gran distribuidor de vuelos de las nuevas líneas aéreas de antiguos políticos (en el caso Volaris ¿de Aspe?), con las que se puede uno mover a buen precio hacia puntos específicos sin necesidad de la gravosa escala en el DF.
El domingo 4 de septiembre tomé un vuelo comodísimo que antes hubiera sido impensable: Tijuana-Puebla. El único punto negro del periplo fue que por pasar una noche en Tijuana para pescarlo a tiempo, me alojé por equivocación bajo el techo de un individuo detestable, el destructor de Mexicana de Aviación, Gastón Azcárraga, al que los ciudadanos conscientes que tenemos un único verdadero poder "el del consumidor", debemos castigar, ya que Calderón solapa sus crímenes financieros contra el país, cuando menos no pisando sus hoteles Fiesta, grandotes, caros y de corrientísima comida. En Internet se anuncia que el hotel cada media hora tiene servicio de transporte al cercano aeropuerto. Es mentira. Se llama un taxi y punto, y los empleados no saben ni lo que dice su voraz patrón en la web. Se lo conté al chofer y él a su vez me confió que para que puedan recoger pasaje en el Fiesta Inn Otay los taxistas de Tijuana tienen que pagar un tributo a Gastón Billetes de 5 mil pesos al mes. Ellos ganan apenas más o menos 300 pesos diarios. Lo que hace el tal Gastón es lo mismo que hace "La Maña" en Acapulco: Exigir tributo para dejar trabajar a otros. ¿O no?
Por: MANÚ DORNBIERER
SATIRICOSAS
Ensenada es un puerto sui géneris, "para vivir", muy diferente de otros del Pacífico calificados de turísticos antes de que el desgobierno de Calderón cancelara el turismo internacional y hasta nacional, salvo para aquéllos, en el Atlántico o en el mismo Pacífico, que regaló a hoteleros neoliberales españoles _¿es su socio?_ ubicados en paraísos costeros en los que la violencia generalizada existe, pero no se ve promovida por Sectur en los diarios y menos en televisión. Por cierto, es inaudita la falta de tacto de la enésima secretaria calderónica del ramo, Gloria Guevara quien para promover en el extranjero el turismo hacia México inventó en un momento como éste - hágame usté el favor_ el tonto y pocho nombrecito de "Mexico, The Royal Tour", cuando sigue dando la vuelta al mundo el incendio en Monterrey del Casino Royale (le sobra la e final). Al oír eso de "Royal Tour " se le enchina el cuero a cualquiera no sólo por el incendio mismo sino por la corrupción oficial que exhibió. Así la definen los titulares: "Panistas y priistas beneficiados con casinos. Las omisiones de Gobernación y de la PGR. Casinos, vías libres para el lavado de dinero".
Cuando hubo que regresar por la costa de paisajes muy bellos hasta Rosarito, hoy horizonte de "rascacielos" para retirados vecinos por supuesto, nos detuvimos en Puerto Nuevo a comer langosta con tortillas y frijoles, sobreviviente lujo bajacaliforniano, mi dinámica amiga Huguette Glushanok (francesa, neoyorquina, acapulqueña) y yo. Después me depositó en Tijuana, ya no el pueblote para gringos destrampados que cantó Joaquín Sabina sino una ciudad de verdad, hoy gran distribuidor de vuelos de las nuevas líneas aéreas de antiguos políticos (en el caso Volaris ¿de Aspe?), con las que se puede uno mover a buen precio hacia puntos específicos sin necesidad de la gravosa escala en el DF.
El domingo 4 de septiembre tomé un vuelo comodísimo que antes hubiera sido impensable: Tijuana-Puebla. El único punto negro del periplo fue que por pasar una noche en Tijuana para pescarlo a tiempo, me alojé por equivocación bajo el techo de un individuo detestable, el destructor de Mexicana de Aviación, Gastón Azcárraga, al que los ciudadanos conscientes que tenemos un único verdadero poder "el del consumidor", debemos castigar, ya que Calderón solapa sus crímenes financieros contra el país, cuando menos no pisando sus hoteles Fiesta, grandotes, caros y de corrientísima comida. En Internet se anuncia que el hotel cada media hora tiene servicio de transporte al cercano aeropuerto. Es mentira. Se llama un taxi y punto, y los empleados no saben ni lo que dice su voraz patrón en la web. Se lo conté al chofer y él a su vez me confió que para que puedan recoger pasaje en el Fiesta Inn Otay los taxistas de Tijuana tienen que pagar un tributo a Gastón Billetes de 5 mil pesos al mes. Ellos ganan apenas más o menos 300 pesos diarios. Lo que hace el tal Gastón es lo mismo que hace "La Maña" en Acapulco: Exigir tributo para dejar trabajar a otros. ¿O no?