 | Opinión de (Rosario Avilés) |
La aviación de temporal
La ausencia de una política pública de transporte aéreo ha provocado muchos equívocos y trastornos a la industria aérea del país, pero tal vez la peor de las consecuencias haya sido la pérdida de empleos, de patrimonio y de posibilidades para competir.
Fue la ausencia de política la directamente responsable del quebranto de Mexicana de Aviación. Independientemente de los actores concretos, sólo un gobierno sin rumbo y sin claridad pudo haber vendido Mexicana a un grupo que a todas luces no podía con el paquete. En el momento de la adjudicación de Mexicana al Grupo Posadas, la aerolínea tenía ingresos cuatro veces superiores a los de su comprador.
Nunca hubo un objetivo definido de esta venta ni vigilancia, ni responsabilidad ni ninguna de las muchas cosas que, se supone, debería hacer un gobierno.
Lo mismo puede afirmarse de las otras doce aerolíneas que en el período 2000-2012 desaparecieron y cuya explicación, que refleja la ausencia absoluta de conciencia de lo que es una concesión del Estado y de para qué sirve un gobierno, fue que “eran asuntos entre particulares”.
El tema de los aeropuertos no ha sido más afortunado. Es proverbial decir que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha logrado sobrevivir con el tamaño que tiene gracias a la ausencia de una política que permita planear un crecimiento sostenido.
Y es que si desde 1968 se discutía dónde construir un nuevo aeropuerto para el Valle de México, las recurrentes crisis de la aviación permitieron paliar las deficiencias y al llegar al punto de saturación, la propia crisis o la desaparición de empresas hacia que el flujo de pasajeros regresara a un nivel manejable.
Pero es justo en este momento cuando se ha decidido la construcción del Nuevo, que el actual AICM está saturado y representa un cuello de botella para el crecimiento de la aviación nacional.De sus pistas sale la tercera parte de nuestros vuelos y no es posible planear su transformación porque al menos en los siguientes seis años no habrá mas slots que distribuir.
En algún momento se habló del “Sistema Aeroportuario Metropolitano”, una especie de “London Airports” a la mexicana, donde su supone que frente a la saturación del AICM saldrían al quite Toluca, Puebla y Cuernavaca.
Todo eso se quedó en veremos porque, pese a la millonada que se invirtió en poner al día esta infraestructura, en particular Toluca donde se gastaron millones de dólares para hacerlo Categoría III y en darle facilidades a las aerolíneas de bajo costo, en cuanto hubo modo de mudarse al AICM las empresas corrieron. De los otros dos aeropuertos ni hablamos.
Hay que empezar por aceptar que como país le hemos apostado a la aviación “de temporal”, es decir, esperando que el buen clima haga el milagro de llenar los aeropuertos y que el que viene atrás (el próximo director, el siguiente sexenio) tomen las decisiones que los actuales no quieren o no pueden tomar.
Los aeropuertos viven de las aerolíneas, es decir, de los pasajeros que transportan en sus aviones y no llegan solitas, hay que trabajar para que lleguen. Apostarle a que el crecimiento inercial de la aviación traerá los pasajeros suficientes es no sólo irresponsable sino suicida.
De ahí la importancia de establecer la política pública. Sin ella seguiremos andando al garete y seguiremos bajando en los rankings del turismo mundial. No hay de otra.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx
Fue la ausencia de política la directamente responsable del quebranto de Mexicana de Aviación. Independientemente de los actores concretos, sólo un gobierno sin rumbo y sin claridad pudo haber vendido Mexicana a un grupo que a todas luces no podía con el paquete. En el momento de la adjudicación de Mexicana al Grupo Posadas, la aerolínea tenía ingresos cuatro veces superiores a los de su comprador.
Nunca hubo un objetivo definido de esta venta ni vigilancia, ni responsabilidad ni ninguna de las muchas cosas que, se supone, debería hacer un gobierno.
Lo mismo puede afirmarse de las otras doce aerolíneas que en el período 2000-2012 desaparecieron y cuya explicación, que refleja la ausencia absoluta de conciencia de lo que es una concesión del Estado y de para qué sirve un gobierno, fue que “eran asuntos entre particulares”.
El tema de los aeropuertos no ha sido más afortunado. Es proverbial decir que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha logrado sobrevivir con el tamaño que tiene gracias a la ausencia de una política que permita planear un crecimiento sostenido.
Y es que si desde 1968 se discutía dónde construir un nuevo aeropuerto para el Valle de México, las recurrentes crisis de la aviación permitieron paliar las deficiencias y al llegar al punto de saturación, la propia crisis o la desaparición de empresas hacia que el flujo de pasajeros regresara a un nivel manejable.
Pero es justo en este momento cuando se ha decidido la construcción del Nuevo, que el actual AICM está saturado y representa un cuello de botella para el crecimiento de la aviación nacional.De sus pistas sale la tercera parte de nuestros vuelos y no es posible planear su transformación porque al menos en los siguientes seis años no habrá mas slots que distribuir.
En algún momento se habló del “Sistema Aeroportuario Metropolitano”, una especie de “London Airports” a la mexicana, donde su supone que frente a la saturación del AICM saldrían al quite Toluca, Puebla y Cuernavaca.
Todo eso se quedó en veremos porque, pese a la millonada que se invirtió en poner al día esta infraestructura, en particular Toluca donde se gastaron millones de dólares para hacerlo Categoría III y en darle facilidades a las aerolíneas de bajo costo, en cuanto hubo modo de mudarse al AICM las empresas corrieron. De los otros dos aeropuertos ni hablamos.
Hay que empezar por aceptar que como país le hemos apostado a la aviación “de temporal”, es decir, esperando que el buen clima haga el milagro de llenar los aeropuertos y que el que viene atrás (el próximo director, el siguiente sexenio) tomen las decisiones que los actuales no quieren o no pueden tomar.
Los aeropuertos viven de las aerolíneas, es decir, de los pasajeros que transportan en sus aviones y no llegan solitas, hay que trabajar para que lleguen. Apostarle a que el crecimiento inercial de la aviación traerá los pasajeros suficientes es no sólo irresponsable sino suicida.
De ahí la importancia de establecer la política pública. Sin ella seguiremos andando al garete y seguiremos bajando en los rankings del turismo mundial. No hay de otra.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx
