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OPINIóN
Bienvenidos al nuevo campo de batalla aeronáutico de México: el de los
fabricantes de aviones. La compañía más grande del país, Aeroméxico, anuncia
para agosto la llegada del famoso Boeing 787-8 Dreamliner, la estrella del
fabricante estadunidense, que con todo y sus problemas de baterías parece tener
nuevas ventajas. Por el otro lado, la segunda aerolínea más importante,
Interjet, va esta semana por su primer avión al Air Show de París. Interjet
apuesta al Sukhoi Superjet 100 de manufactura ruso-franco-italiana, y que de
entrada parece ser una carta fuerte del nuevo fabricante de aviones europeo.
La guerra aeronáutica ha iniciado, y por fortuna
con la renovación de las flotas. El signo es claro: las aerolíneas esperan un
mayor mercado para la economía mexicana.
Interjet va por Sukhoi a París
Durante esta semana en el Air Show de París se
presenta Miguel Alemán, presidente ejecutivo de Interjet, para recibir
el primero de 20 Sukhoi Superjet 100.
Aquí la industria es intensiva en capital. Hay
que invertir. Y la inversión en ese tipo de aviones puede llegar a ser hasta de
700 millones de dólares.
La guerra es clara: es el mercado nacional. Son
aviones para vuelos nacionales que piensan competir con Aeroméxico y Volaris,
que pronto estará haciendo su entrada a la Bolsa.
En el aeropuerto de Bourget, el presidente de
Interjet recibirá la nave con la bandera mexicana y, desde luego, con el
logotipo de Interjet.
Alemán: que se acostumbren al nuevo
Alemán nos cuenta que la adquisición de estos aviones es una gran apuesta.
Considera que la empresa ruso-franco-italiana que produce los Sukhoi con
tecnología de esas naciones, surge como la nueva fabricante a seguir en el
contexto mundial, compitiendo con Boeing (EU), Bombardier (Canadá), Airbus
(Europa) y Embraer (Brasil).
Son aviones de 100 pasajeros, que están
adaptando para que queden en 92 asientos y así ganar un poco de espacio para el
pasajero.
Desde luego, para los vuelos largos seguirán
utilizando los Airbus 320.
Aeroéxico apuesta al Dreamliner
Por su parte, Aeroméxico, dirigida por Andrés
Conesa y ya con su nuevo principal inversionista, Eduardo Tricio,
tuvo que capotear el temporal de los primeros accidentes de la batería de los
Boeing Dreamliner, la joya del fabricante estadunidense que al principio quedó
mal en aerolíneas japonesas por fallas en sus baterías. Una vez superadas las
anomalías, ahora sí: vienen los Dreamliner.
Durante la primera quincena de agosto llega el
nuevo Boeing 787-8 Dreamliner de Aeroméxico. Desde luego, pudieron abrir
champaña.
Aeroméxico, por asegurar insignia
Supuestamente el Dream-liner es un avión con
menores costos, más amigable con el medio ambiente y donde dicen que el
pasajero puede sentirse más a gusto en cabina por mejorías con la presión.
Su primer vuelo será hacia Tokio. El segundo
hacia París.
Para Conesa el nuevo plan de inversión de
Aeroméxico lo posicionará en el mercado como la aerolínea insignia para vuelos
internacionales y nacionales.
El plan de inversión consiste en la compra de
100 aviones Boeing, donde 19 van a ser Dreamliner (recordemos que en ese pedido
está el de la Presidencia de la República, para completar un pedido de 20
aviones).
Aeropuerto en Texcoco, reto de la SCT
La batalla por renovar la flota de aviones, sin
duda, sólo puede significar que el mercado aéreo en México tiende a expandirse,
conforme crezca más la economía y el uso de la aviación. Ahora la duda de todo
esto: Si crece la economía y crecen las aerolíneas, ¿por qué no tenemos un
aeropuerto nuevo en la Ciudad de México? Es obvio que las autoridades de la
SCT, a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, trabajan en la única posibilidad
realista: Texcoco.
Para lograrlo viene un tema básico por zanjar,
el de la tenencia de la tierra. Una vez resuelto, y así evitando los machetazos
que frenaron la construcción de la nueva terminal en la época de Fox y Montiel,
entonces sí empezarán los trabajos.