11 enero 2013

DEL CORREO DEL BLOG

Por: David Páramo
OPINIÓN
11/Enero/2013
 
La situación por la que atraviesan los trabajadores de Mexicana de Aviación podría calificarse como absurda, pero en realidad es mucho más grave: es vergonzosa y de ahí que todavía tengan algunos esperanza de que regresarán a volar.
No insistiré en se los dije. Iván Barona en ningún momento de su vida y carrera ha tenido capacidad financiera o moral como para encabezar una operación como la que pretendía hacer. Ya había quedado mal, había lanzado cualquier cantidad de salivazos y como pudo leer en este espacio desde noviembre del año pasado no iba a cumplir.
La juez Edith Alarcón ha sido especialmente meticulosa en seguir los pasos legales y una vez que Barona no cumplió luego de que les contó a los líderes sindicales que iba a Europa a recoger el dinero, abrió el procedimiento a que cualquiera que demuestre tener por lo menos 100 millones de dólares disponibles podrá entrar al rescate de la línea aérea.
Es importante destacar que la manera en que ha actuado esta juez puede ser cuestionable, si se considera el larguísimo tiempo que ha pasado; sin embargo, no podía seguir con las payasadas de su antecesor, Felipe Consuelo, quien fue removido por el Consejo de la Judicatura ante las quejas presentadas en su contra.
A pesar del tiempo que ha pasado no se ha tomado ninguna acción en su contra, en buena medida porque sólo querían quitarlo para protegerlo y evitar mayores escándalos incumpliendo la misión para la que fue creado este organismo, que más bien se ha convertido en un bufete de abogados o un medio eficiente para conseguir asuntos.
Incosteable
Los más optimistas piensan que una vez abierto el espectro para que cualquiera que cumpla los requisitos pueda intervenir que, ahora sí, está cerca el regreso de Mexicana de Aviación.
De hecho, los representantes sindicales están felices y emocionados porque se reunieron el lunes con el subsecretario de SCT, Carlos Almada, y con el director de la DGAC, Alejandro Argudín, y según dicen los sintieron mucho más receptivos que los antecesores en el gobierno.
Eso es total y absolutamente lógico. Las autoridades anteriores estaban cansadas de oír a hocicones que se hacían pasar por inversionistas y que querían que se violara la ley para que la línea aérea les fuera regalada.
Habría que ver las veces que la SCT repitió una y otra vez cuáles eran los requisitos y, además, dejaba claro que primero el conciliador y luego el juez del concurso tendrían que cumplir con su trabajo.
La realidad es que el modelo de negocios no funciona. Tiene una elevadísima carga liquidar a los trabajadores de acuerdo con su contrato colectivo y la presión de recontratar a la mayoría cuando no serán una línea aérea con 100 aviones como los tenía en su momento, podrían comenzar con menos de diez.
No serían, como creen otros, un factor de competencia en contra de Aeroméxico sino que tendrían incluso una flota inferior a la que tienen Volaris, Interjet y VivaAerobus, con un muy elevado costo fijo por las presiones de los trabajadores. ¿Cuántos realmente quedarían fuera porque tienen otro empleo si se mantienen las relaciones con los sindicatos de la industria?
Más allá, se requiere una gran inyección de recursos para recuperar a la línea aérea que lleva más de dos años y medio fuera de operaciones.
Como hemos señalado en esta columna, la base de mantenimiento puede llegar a tener un valor de 100 millones de dólares y es el único negocio del grupo que se mantiene en operación. Entonces, ¿por qué invertir como mínimo, más las inyecciones de capital indispensables, por algo que si esperan pueden incluso comprar por menos?
El nombre de Mexicana de Aviación, que llegó a vincularse con la frase “es mejor ser la primera”, es un intangible en cuanto a su valor. No existe una certeza clara que los clientes corran en masa fieles a una marca que se perdió hace más de dos años y medio en un escándalo.
Además, competidores emergentes han ido ganando la preferencia de los consumidores no porque digan a falta de Mexicana, pues Volaris o Interjet, sino porque las estrategias de estas empresas han sido verdaderamente exitosas hacia nichos de mercado poco atendidos.
Es mucho más eficiente desde el punto de vista económico esperar a que se dé la quiebra y comprar aquellos activos que tengan valor sin un elevado pasivo laboral y a partir de ahí iniciar una nueva línea aérea.
Peor aún. El lunes indicamos en este espacio que es muy importante que el gobierno de Enrique Peña Nieto defina con toda atingencia cuál será la política aeronáutica. Una de las posibilidades es que se permita a las empresas extranjeras realizar cabotaje, lo que prácticamente obliga a que se cree, en torno a Aeroméxico, una línea aérea bandera que tome a las demás y, de ahí, que también existan dudas sobre cuál sería la posición de un gobierno que por lo menos en dos ocasiones ha mencionado una política de cielos abiertos.
Mantengo que lo menos malo que le podría pasar a los trabajadores, que hoy se encuentran en el limbo, es la quiebra. La posibilidad de que Mexicana de Aviación arranque como producto del rescate de un privado es total y absolutamente absurda.
Un rescate por parte del gobierno, como se llegó a especular a finales del año pasado, es total y absolutamente absurdo. En su primera conferencia de prensa el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, dejó total y absolutamente claro que no se usarán recursos públicos para rescatar a un negocio privado.