¿Alguien dijo impunidad?
Rosario Avilés | Opinión 2011-08-30 | Hora de creación: 21:45:39| Ultima modificación: 21:45:39
El día de ayer, motivado por los horrorosos sucesos de Monterrey, el presidente Calderón mencionó la “impunidad rampante” que se vive en el país. Se refería, por supuesto, a la falta de recursos legales y a las fallas que permiten que los procesos judiciales contra la delincuencia organizada no prosperen. Es decir, estaba marcando línea para intentar deslindar a su gobierno de la espantosa situación que vive el país.
Desde luego que todo ello es muy grave, pero no lo es menos el hecho de que quien gobierna desde la más alta investidura también deje pasar sin investigación, sin castigo y sin remedio a las consecuencias nefastas para la sociedad mexicana, otros acontecimientos que afectan la vida nacional.
Hace un año que Mexicana de Aviación dejó de volar. Lo hizo no porque fuera necesario, sino por una deliberada aunque disfrazada determinación gubernamental para borrar el rastro de una empresa que fue pivote del desarrollo nacional y que fue saqueada sin que se castigue a sus responsables.
Pero, como todo en este sexenio, las cosas se hacen por la puerta trasera. Al error y la ineptitud se le suma la cobardía. Ni Lozano ni Molinar, ni Pérez-Jácome ni séquitos que los acompañan son capaces de reconocer que son responsables directos de la situación deplorable de la industria del transporte aéreo nacional, pero suelen declarar de vez en cuando que su intención es salvar los empleos y el transporte aéreo al tiempo que hacen todo por obstaculizar cualquier arreglo.
A la vez, Mexicana de Aviación continúa en concurso mercantil y los culpables de esa situación no sólo no dan la cara, sino que se ha probado que transfirieron sus acciones para evitar que se les finquen responsabilidades e incluso impusieron cláusulas de salida para obtener ganancias, pese al desfalco perpetrado, y lograr impunidad absoluta.
¿Qué otro caso necesita la administración federal para poner el ejemplo y evitar la impunidad? He aquí una maravillosa oportunidad para que el gobierno federal demuestre que no hay impunidad rampante. Sin duda, el resto del país podrá seguirlos.
Por otro lado, la Secretaría de Turismo se atreve a afirmar que este es el año del turismo para México, mientras las decisiones sobre quién y a dónde nos visitan los turistas se toman en Washington y en Madrid. Afirma la amiga de la amiga que la oferta de asientos entre México y Estados Unidos no es suficiente (se tardó un pelín en llegar a semejante conclusión) y en lugar de apoyar el regreso de Mexicana de Aviación para que esos asientos generen divisas para México, se desentiende del asunto.
En los aeropuertos mexicanos campea la ineficiencia y la opacidad. Mientras en varios países los servicios de supervisión y procedimientos de seguridad se han estatizado precisamente por lo delicado que resulta esta operación, en México se ha decidido otorgar a la empresa española Eulen el contrato para prestar los servicios en todas las terminales aéreas.
Su personal, compuesto por un ejército de —no dudamos— bienintencionados novatos, no saben ni qué buscar, sostienen criterios dispares según el horario, el clima o la terminal y tratan a los usuarios como ganado, mientras en sus narices se cometen ilícitos que ni siquiera tienen clasificados como tales. Pero nadie rinde cuentas y —para variar— una vez pasado el escándalo de la semana, se le echa tierra al asunto.
Si estos motivos no son suficientes para que el gobierno federal empiece a limpiar su propia casa antes de moralizar y echar pesados fardos sobre el resto de los gobiernos y los poderes de la Unión, entonces nos hemos convertido en el país de cínicos que los propios panistas alertaban con alarma a fines del siglo pasado.
Qué pena la forma cómo está terminando el sexenio de la infraestructura, el turismo y el empleo. Los déficits son monumentales y el tiempo se les agota.
Lo peor es que el posible relevo, el sempiterno PRI, ya empieza a actuar como siempre: defendiendo el corporativismo y realizando las mismas prácticas que le dieron fama. Los problemas políticos y sociales son, sin embargo, de tal magnitud que en lo económico ya ni llorar es bueno. Esperemos que al menos tengamos país en diciembre del 2012.
Lo oí en 123.45: Gracias a todos los amigos que han estado presentes en estos días.
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-08-30 | Hora de creación: 21:45:39| Ultima modificación: 21:45:39
El día de ayer, motivado por los horrorosos sucesos de Monterrey, el presidente Calderón mencionó la “impunidad rampante” que se vive en el país. Se refería, por supuesto, a la falta de recursos legales y a las fallas que permiten que los procesos judiciales contra la delincuencia organizada no prosperen. Es decir, estaba marcando línea para intentar deslindar a su gobierno de la espantosa situación que vive el país.
Desde luego que todo ello es muy grave, pero no lo es menos el hecho de que quien gobierna desde la más alta investidura también deje pasar sin investigación, sin castigo y sin remedio a las consecuencias nefastas para la sociedad mexicana, otros acontecimientos que afectan la vida nacional.
Hace un año que Mexicana de Aviación dejó de volar. Lo hizo no porque fuera necesario, sino por una deliberada aunque disfrazada determinación gubernamental para borrar el rastro de una empresa que fue pivote del desarrollo nacional y que fue saqueada sin que se castigue a sus responsables.
Pero, como todo en este sexenio, las cosas se hacen por la puerta trasera. Al error y la ineptitud se le suma la cobardía. Ni Lozano ni Molinar, ni Pérez-Jácome ni séquitos que los acompañan son capaces de reconocer que son responsables directos de la situación deplorable de la industria del transporte aéreo nacional, pero suelen declarar de vez en cuando que su intención es salvar los empleos y el transporte aéreo al tiempo que hacen todo por obstaculizar cualquier arreglo.
A la vez, Mexicana de Aviación continúa en concurso mercantil y los culpables de esa situación no sólo no dan la cara, sino que se ha probado que transfirieron sus acciones para evitar que se les finquen responsabilidades e incluso impusieron cláusulas de salida para obtener ganancias, pese al desfalco perpetrado, y lograr impunidad absoluta.
¿Qué otro caso necesita la administración federal para poner el ejemplo y evitar la impunidad? He aquí una maravillosa oportunidad para que el gobierno federal demuestre que no hay impunidad rampante. Sin duda, el resto del país podrá seguirlos.
Por otro lado, la Secretaría de Turismo se atreve a afirmar que este es el año del turismo para México, mientras las decisiones sobre quién y a dónde nos visitan los turistas se toman en Washington y en Madrid. Afirma la amiga de la amiga que la oferta de asientos entre México y Estados Unidos no es suficiente (se tardó un pelín en llegar a semejante conclusión) y en lugar de apoyar el regreso de Mexicana de Aviación para que esos asientos generen divisas para México, se desentiende del asunto.
En los aeropuertos mexicanos campea la ineficiencia y la opacidad. Mientras en varios países los servicios de supervisión y procedimientos de seguridad se han estatizado precisamente por lo delicado que resulta esta operación, en México se ha decidido otorgar a la empresa española Eulen el contrato para prestar los servicios en todas las terminales aéreas.
Su personal, compuesto por un ejército de —no dudamos— bienintencionados novatos, no saben ni qué buscar, sostienen criterios dispares según el horario, el clima o la terminal y tratan a los usuarios como ganado, mientras en sus narices se cometen ilícitos que ni siquiera tienen clasificados como tales. Pero nadie rinde cuentas y —para variar— una vez pasado el escándalo de la semana, se le echa tierra al asunto.
Si estos motivos no son suficientes para que el gobierno federal empiece a limpiar su propia casa antes de moralizar y echar pesados fardos sobre el resto de los gobiernos y los poderes de la Unión, entonces nos hemos convertido en el país de cínicos que los propios panistas alertaban con alarma a fines del siglo pasado.
Qué pena la forma cómo está terminando el sexenio de la infraestructura, el turismo y el empleo. Los déficits son monumentales y el tiempo se les agota.
Lo peor es que el posible relevo, el sempiterno PRI, ya empieza a actuar como siempre: defendiendo el corporativismo y realizando las mismas prácticas que le dieron fama. Los problemas políticos y sociales son, sin embargo, de tal magnitud que en lo económico ya ni llorar es bueno. Esperemos que al menos tengamos país en diciembre del 2012.
Lo oí en 123.45: Gracias a todos los amigos que han estado presentes en estos días.
raviles_2@prodigy.net.mx