Una larga cadena de errores
Rosario Avilés | Opinión 2011-03-01 | Hora de creación: 21:02:57| Ultima modificación: 01:03:16
Desde el 9 de noviembre del año pasado, quedó muy claro que el gobierno federal decidió que PC Capital, una corredora financiera prácticamente novata en el mercado, se quedara con las acciones de Mexicana de Aviación y se hiciera cargo de fondearla y echarla a andar nuevamente, pese a que su propuesta no era, ni con mucho, la más atractiva de las que fueron presentadas para recuperar a la primera línea aérea de Latinoamérica.
Según la circular que los administradores de la aerolínea hicieron llegar a todos los trabajadores (en suspensión de funciones desde agosto), este grupo fue elegido “previa consulta con las secretarías de Comunicaciones y Transportes y de Trabajo y Previsión Social” porque —reza la circular de marras— “es un grupo financiero serio y sólido” y se alude a una experiencia y capacidad de reunir fondos que, hasta el momento, no se ha visto.
Pero aún más: en esa circular se aseguró que Mexicana volvería a volar a mediados de diciembre, que se reconocerían todos los compromisos laborales y que se iniciarían operaciones con 30 aviones.
En este país ya no es sorpresa encontrar este tipo de promesas incumplidas por parte de diversos actores –y es una verdadera pena que el sector empresarial se halle inmerso en esta falta de probidad que le quita autoridad a la hora de exigir resultados-.
Sin embargo, llama poderosamente la atención el hecho de que en las decisiones que competen a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el principal actor sea al secretario de Trabajo —quien presume su cercanía con el presidente— y que una vez que ha mostrado fallas su cabildeo a favor de un grupo financiero al que sólo conocen sus amigos, simplemente diga que “se hizo lo que se pudo” pero que la responsabilidad no es suya.
Es obvio que la responsabilidad no es suya, por las dos razones que se derivan de esta afirmación, y también es evidente que “lo que se pudo” no fue mucho. Pero lo que no es admisible es que el gobierno federal se desentienda de un asunto que es su obligación atender puesto que la decisión sobre quién debería seguir adelante fue de los secretarios nombrados oficialmente, por más que uno de ellos ya no esté en el gabinete y al otro no le competa el tema.
Desde aquella fecha se dijo que la mejor opción de las tres planteadas era la de BMC, grupo que consensó su propuesta al interior de la aerolínea y con el concurso de muchos directivos y trabajadores de Mexicana. Sabemos que a la fecha este grupo sigue interesado aunque no lo manifieste con golpeteos.
TG Group también está pujando para ser considerado, aunque la ruta que ha elegido parece más bien una forma de descarrilar los acuerdos que de crearlos.
No obstante, ya han pasado casi cuatro meses desde que PC Capital recibió el “placet” del gobierno y por una cosa u otra cada día se retrasa más la puesta en marcha de la empresa. Lo último fue algo así como que “el cheque no pasó”, una excusa que no habla muy bien del “plan de negocios realista y sustentable que garantice la viabilidad de la empresa”, según se dijo del grupo que trajo Barahona a la mesa.
Este ha sido uno más de la larga cadena de errores que se han cometido en el tema de Mexicana de Aviación, muchos de los cuales —es cierto— no empezaron en el 2010 sino mucho antes, pero la responsabilidad directa de Juan Molinar, de Humberto Treviño, de Grupo Posadas y del grupo directivo que encabezó Manuel Borja es un expediente que debe limpiarse al costo que haga falta, para que el sistema de justicia y la credibilidad empresarial de este país no siga siendo el principal obstáculo para hacer negocios en México.
El otro es la falta de claridad en cuanto a lo que se quiere para el transporte aéreo. Todavía no se entiende cuáles fueron las razones para que Molinar y Treviño decidieran que Mexicana dejara de volar, pues era claro que ésta era casi una sentencia de muerte.
Estos dos personajes deberían salir de sus madrigueras y explicarle a los trabajadores de la aviación, a los agentes de viaje, a los que usuarios que compraron boletos y al pueblo de México este increíble acto de irresponsabilidad o de ocultamiento, según se vea. Ocho mil familias esperan una respuesta.
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-03-01 | Hora de creación: 21:02:57| Ultima modificación: 01:03:16
Desde el 9 de noviembre del año pasado, quedó muy claro que el gobierno federal decidió que PC Capital, una corredora financiera prácticamente novata en el mercado, se quedara con las acciones de Mexicana de Aviación y se hiciera cargo de fondearla y echarla a andar nuevamente, pese a que su propuesta no era, ni con mucho, la más atractiva de las que fueron presentadas para recuperar a la primera línea aérea de Latinoamérica.
Según la circular que los administradores de la aerolínea hicieron llegar a todos los trabajadores (en suspensión de funciones desde agosto), este grupo fue elegido “previa consulta con las secretarías de Comunicaciones y Transportes y de Trabajo y Previsión Social” porque —reza la circular de marras— “es un grupo financiero serio y sólido” y se alude a una experiencia y capacidad de reunir fondos que, hasta el momento, no se ha visto.
Pero aún más: en esa circular se aseguró que Mexicana volvería a volar a mediados de diciembre, que se reconocerían todos los compromisos laborales y que se iniciarían operaciones con 30 aviones.
En este país ya no es sorpresa encontrar este tipo de promesas incumplidas por parte de diversos actores –y es una verdadera pena que el sector empresarial se halle inmerso en esta falta de probidad que le quita autoridad a la hora de exigir resultados-.
Sin embargo, llama poderosamente la atención el hecho de que en las decisiones que competen a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el principal actor sea al secretario de Trabajo —quien presume su cercanía con el presidente— y que una vez que ha mostrado fallas su cabildeo a favor de un grupo financiero al que sólo conocen sus amigos, simplemente diga que “se hizo lo que se pudo” pero que la responsabilidad no es suya.
Es obvio que la responsabilidad no es suya, por las dos razones que se derivan de esta afirmación, y también es evidente que “lo que se pudo” no fue mucho. Pero lo que no es admisible es que el gobierno federal se desentienda de un asunto que es su obligación atender puesto que la decisión sobre quién debería seguir adelante fue de los secretarios nombrados oficialmente, por más que uno de ellos ya no esté en el gabinete y al otro no le competa el tema.
Desde aquella fecha se dijo que la mejor opción de las tres planteadas era la de BMC, grupo que consensó su propuesta al interior de la aerolínea y con el concurso de muchos directivos y trabajadores de Mexicana. Sabemos que a la fecha este grupo sigue interesado aunque no lo manifieste con golpeteos.
TG Group también está pujando para ser considerado, aunque la ruta que ha elegido parece más bien una forma de descarrilar los acuerdos que de crearlos.
No obstante, ya han pasado casi cuatro meses desde que PC Capital recibió el “placet” del gobierno y por una cosa u otra cada día se retrasa más la puesta en marcha de la empresa. Lo último fue algo así como que “el cheque no pasó”, una excusa que no habla muy bien del “plan de negocios realista y sustentable que garantice la viabilidad de la empresa”, según se dijo del grupo que trajo Barahona a la mesa.
Este ha sido uno más de la larga cadena de errores que se han cometido en el tema de Mexicana de Aviación, muchos de los cuales —es cierto— no empezaron en el 2010 sino mucho antes, pero la responsabilidad directa de Juan Molinar, de Humberto Treviño, de Grupo Posadas y del grupo directivo que encabezó Manuel Borja es un expediente que debe limpiarse al costo que haga falta, para que el sistema de justicia y la credibilidad empresarial de este país no siga siendo el principal obstáculo para hacer negocios en México.
El otro es la falta de claridad en cuanto a lo que se quiere para el transporte aéreo. Todavía no se entiende cuáles fueron las razones para que Molinar y Treviño decidieran que Mexicana dejara de volar, pues era claro que ésta era casi una sentencia de muerte.
Estos dos personajes deberían salir de sus madrigueras y explicarle a los trabajadores de la aviación, a los agentes de viaje, a los que usuarios que compraron boletos y al pueblo de México este increíble acto de irresponsabilidad o de ocultamiento, según se vea. Ocho mil familias esperan una respuesta.
raviles_2@prodigy.net.mx